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—¿Son muy costosos los libros que pide el instituto? —le pregunté a Louis, mientras ambos lavábamos los platos en su casa.

—Creo que no... ¿Por qué?

—¿Crees que podría conseguir un trabajo en la panadería de enfrente? De medio tiempo, claro.

Ahí giró la llave y se volteó para mirarme.

—¿Por qué me estás preguntando esto?

—Quisiera aportar en la casa con un poco de dinero, mi madre ya gastó demasiado por la mudanza.

—Si quieres yo puedo...

—Le conté a Harry —lo interrumpí—, y se ofreció a pagar por mí este sábado que vayamos a comprar los libros.

Tomó el plato que estaba enjabonando y lo dejó a un lado.

—¿Qué?

—De todas formas no pensaba aceptar. No lo sé... Estoy bastante nerviosa por verlo. ¿Tú crees que estaría mal si falto?

—¿Qué?

Arqueé las cejas.

—Lo siento, lo siento —encendió la llave y enjuagó los platos—, no sabía que vendrías con nosotros.

—Harry me invitó... Pero si no quieres que vaya, no lo haré.

—No es eso, solo me tomó por sorpresa —puso una sonrisa falsa, y yo me resigné a terminar de lavar los platos.

Querido diario;

La reacción de Louis me sorprendió, al igual que Harry no se lo hubiera contado ya. Tal vez no debería ir con ellos a la librería y mejor encargar los libros por internet. De todas formas, puede que esté mal, romper la tradición de que vayan ellos dos, solos.

Diario de una chica imperfecta Where stories live. Discover now