Capítulo 2

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Su mente quedó completamente en blanco. Ella estaba entrenada para esos momentos, pero una fuerza invisible forzaba a su cuerpo a quedarse donde estaba. Por suerte sus reflejos actuaban a expensas de sus sentidos, por lo que rápidamente logró colocarse detrás de un viejo roble segundos antes de que empezara el tiroteo.
Alessia se colocó en un ángulo que le permitía disparar sin correr el riesgo de que una bala le impacte. Llevó su brazo derecho al costado de su chaqueta en busca de el arma, pero se sorprendió al ver, que había caído al lanzarse bruscamente hacia el árbol. Tenía que encontrar una manera de distraer al oponente para recogerla, en ese instante las palabras de su madre regresaron a su cabeza "todo puede ser usado como arma, solo observa e intenta". Revisó todo el perímetro, pero no podía usar nada. El bolso, pensó, ahí hay armas de emergencia. Comenzó a buscarlo con la vista y descubrió que lo había dejado en el banco.
Sin pensarlo, tomó una piedra que se encontraba a sus pies y con toda la puntería posible la lanzó hacia la cabeza del hombre. Este soltó el arma y sostuvo la cabeza entre los brazos, temiendo más piedras. Aprovechando la oportunidad, Alessia corrió y recogió su bolso y su arma, demasiado pequeña en comparación con la de su enemigo. Al ver lo que ella hizo, el hombre tomó su arma y apuntó. La chica no pensaba disparar a quemarropa, ya que si algo había aprendido, era que eso no sirve de nada. Así que levantó su maño y disparó a la pierna de la persona, este, también disparó. Ambas balas lograron su objetivo. El hombre estaba en el suelo con la pierna herida, y Alessia tenía la mano inservible, ya que la bala alcanzó a impactar ahí.
Con un último esfuerzo, consiguió arrastrarse de vuelta a el Roble y allí pudo sentirse "a salvo" por un momento. Momento que acabó cuando otro hombre, totalmente diferente al anterior, apareció delante de ella. Era alto, castaño, y tenía ojos claros. Llevaba un rifle en su mano izquierda, por lo que descubrió que su enemigo era zurdo. Una sonrisa maliciosa le iluminaba el rostro. Ella no pudo evitar notar las arrugas que se le formaban en los ojos cuando sonreía, había que admitir que era guapo, obviando el hecho de que estaba a punto de matarla.

—Me impresionas —dijo con un tono de orgullo—. La verdad eres difícil de matar.

—Y a mí me das asco ¿sabes?—respondió la chica, escupiendo en sus zapatos— ¿Por qué no me matas y ya? ¿Nadie te quiere y por eso necesitar hablar con tus víctimas? —sintió un ardor en la boca, y se dio cuenta de que la había golpeado—. Eres un MARICA ¿lo sabes? —otro golpe, pero esta vez en el brazo.

—¿Sabes algo? Pensé que serías esa clase de niñitas mimadas de papi. Eres hija de un poderoso mafioso ¿no? —preguntó mirando sus uñas.

—No veo porqué responderte así que...

Aprovechando la distracción, Alessia agarró una piedra y la escondió en su espalda.

—Ni lo pienses, estúpida —el hombre siguió observando sus uñas—. O sueltas la piedra, o tendré que sacarla yo.

No había opción. Dejó la roca a su lado y preguntó:

—¿Qué quieres?

—Venganza, querida Alessia, venganza —esta vez fijó sus ojos en ella—. Tu padre me quitó todo. La familia, mi hogar, el dinero, todo. Ahora simplemente quiero devolverle el favor, así que... adiós, bella Alessia.

Levantó el arma y lo colocó sobre la cabeza de la chica. Después de unos segundos un disparo resonó en el aire y... el hombre cayó a su lado, con una mancha roja rodeándole el cuerpo. Inmediatamente Alessia tomó su arma y apuntó a la vaga figura que lograba distinguir. Estaba por disparar cuando dos manos la tomaron por el cuello y apretaron con fuerza su garganta. Al parecer, el hombre no estaba tan muerto.

—¿sigues vivo? —preguntó una voz, de manera desinteresada.

—Giorgio —susurró el hombre.

Sangre Mafiosa.Where stories live. Discover now