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POV's Susah Madison
Desde que llegue a la torre han pasado casi 4 horas, y mi hija aún no ha llegado. Al igual que yo, Tony estaba desesperado, había insistido en llamar a la policía, la fuerza aérea, la marina, la guardia civil, el FBI y al ejército noruego, ya después de que le dije que estaba exagerando alguien nos interrumpió.
—Tal vez, sólo tal vez, se ha perdido, es una ciudad grande. A cualquiera le podría pasar—dijo la pelirroja, Natasha—.
—Si fuese asi, ya nos hubiese llamado—dijo Tony, casi gritando, lo que llamó la atención de los demás Vengadores y dándome a mi un susto de muerte—.
—Entrar en pánico no nos ayudará—era el hombre de cabello rubio y lindos ojos celestes, Steve Rogers. Tony solo lo miró un segundo y luego suspiró, miró su celular esperando que nuestra hija le llamara o le enviará un mensaje,, pero no hubo respuesta—.
—¡La misma mierda, Eileen!—volvió a gritar, Tony no era muy paciente, menos cuando estaba preocupado, menos si era Eileen quien le estaba haciendo perderla—.
—¡Ese lenguaje!—era Steve nuevamente, yo reí internamente ya que no creí que sería conveniente hacerlo en un momento tenso como este—.
—Rogers, a nadie le importa el Lenguaje—Steve hizo un ademán de: "ya, me lo esperaba". Dios, que manía la de ambos de estar peleando en momentos indebidos. Llevábamos unos días viviendo en New York, y ya los había visto discutir al menos cuatro veces—.
—Anthony, ya basta, que no seas tan exagerado—Tony enrojeció, el odiaba con el alma que lo llamará Anthony, y aún más, que le ordenará exagerado—.
—¿Y no han pensado en llamar a Lady Stark?—interrumpió el hombre de traje y larga capa roja, el Dios Nórdico, todos lo quedamos mirando, mientras él se metía a la boca un enorme sándwich que le había robado del refrigerador a Tony—.
Yo lo miré, y Tony volvió a enrojecer.
—Si, creo que olvide que yo podía llamarla—la pelirroja, el doctor Bruce y Steve se rieron de él. Si se lo preguntan, si señoras y señores, esto es lo que hacía especial a Tony Stark—.
—Eres todo un caso, ¿lo sabías?—le dije, y todos estuvieron de acuerdo. Él solo se encogió de hombros—.
