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[..] Mi rostro calló al suelo literalmente, pero Kellin me había regalado una sonrisa, una que había brindado a mi cuerpo un alivio inimaginable, me acerqué a él con cuidado y me senté al pie de la cama, el se quejó un poco por el movimiento que había hecho pero logré quedar frente a frente con él.

-¿Cómo te sientes Kellin? -Mi voz sonó un poco aquejumbrosa-.

El solamente asintió y supe que le costaría un poco hablar conmigo, me daban ganas tremendas de querer besarlo, su pálido rostro seguía luciendo malditamente bien, no se que locura había pasado por mi alocada mente pero Kellin me atraía y en buen sentido, en cualquiera en el cual se lo pueda mencionar, no decía que estaba enamorado, no creo en los amores a primera vista, pero él me había demostrado que no hacía falta conocer a alguien de años para saber que existe cierta química. Por ambas partes.

-Gracias por preocuparte, Victor.

Su voz sonó temblorosa y comenzó a toser de nuevo se que en verdad le costaba hablar, pero le daba un gran valor al hecho de que lo hizo sólo para darme las gracias y eso me brindaba una fuerza más que extraordinaria.

-No tienes que agradecer nada, me asustaste bastante a decir verdad.

El sólo asintió y dio vuelta su cuerpo, tratando de acomodarse según le parecía más cómodo, apretaba justo debajo de sus costillas y me di cuenta de que era esa parte del cuerpo donde en realidad le molestaba mucho, al poco tiempo se quedo dormido, y me había dejado con una tremenda incertidumbre acerca de cómo se sentía en realidad, no se porque tomaba ésta reacción con una persona, pero de lo que si estaba totalmente seguro era de que quería proteger a Kellin más que a cualquier otra cosa y no quería que siga viviendo en ese horroroso lugar, infestado de gente perversa y maligna.

Kellin extendió el brazo que menos le dolía e inconscientemente agarró mi mano, lo sabia, porque no titubeaba al respirar y se que había quedado total y profundamente dormido, me acerqué lo más que pude y al fin tuve su rostro cerca del mío, lo miré detalladamente y sus rasgos faciales eran preciosos, tenia las facciones parecidas a una escultura hecha a mano y delicadamente, las ojeras eran pronunciadas y estas me habían demostrado que no había descansado en días, ahora que lo evaluaba y lo observaba con mayor tranquilidad, me había dado cuenta de que quería conocer todo de Kellin, notaba que necesitaba de alguien en su vida, porque estaba pasando por un momento no muy bueno, nunca había tenido este instinto, pero los hechos no estaban a favor de el como para opinar que llevaba una buena vida, y no me refería a lujos, sino a su manera de vivir y con quien convivía.

La espera a que vuelva a despertar era en vano ya, eran las 4:27 a.m y no había dormido absolutamente nada, o lo poco que lo había hecho, no sirvió de mucho. Me acomodé en el amplio sillón que se posteaba frente a Kellin, comencé a mecerme hasta que ya no sentí mis pisadas en el piso, supe que estaba por quedarme dormido, y en verdad que lo quería hacer.


~

La mañana llegó y yo seguía aquí en el sillón, la enfermera me ha IA despertado porque había traído la comida, cuándo abrí los ojos me habia encontrado con la mirada inquietante de Kellin, me lleno de orgullo saber que estaba mirándome quien sabe por cuantas horas, era casi imposible poder mantener mi sonrisa oculta, parecía un puberto en su primera cita, estaba que estallaba de felicidad y no sabia por qué, pero más allá de todo, me encantaba ser útil a alguien, y que Kellin me lo hubiese agradecido era una grata sorpresa.

-Buenas mañanas. -Susurró con su voz ronca, mientras volvía a sonreirme-.

-Estás bien Kell? -Pregunté mientras me acercaba de nuevo a él, coloqué mi mentón en la palma de mi mano mientras me lo quedaba mirando-.

-Mejor -Suspiró-. De no haber sido por ti, no hubiese estado contando nada de ésto ahora. De verdad gracias por estar el día entero al pendiente mío.

Sus agradecimientos eran de mi agrado, sin excepción, pudo haber sido la peor noche, pude no haber dormido nada en casi todo el día, pero eran estos hechos los que permitían que yo siga en pié, para seguir velando por su bienestar.

-No es nada Kellin, no pude hacer menos.

Nos quedamos mirando, las heridas de su rostro me provocaban querer romper la cara del maldito que le había hecho esto, por un lado estaba irreconocible, pero sabía que seria sólo cuestión de tiempo volver a tenerla en forma de nuevo.
Su mirada se conectaba con la mía y pareció no existir ningún otro mejor momento que éste, el me había sonreído y mierda como me había gustado, agachó la mirada y la fijó en mis manos, extendí la palma y el sonrió de nuevo, esto se estaba saliendo de control, definitivamente, estábamos a centímetros el uno del otro y nunca pensé llegar a pasar por esto, pero acerque mis labios a los suyos, con una cautela ya no vista, agarre su hermoso rostro y lo encerré en mis manos, con cuidado de no lastimarlo, nuestros labios se encontraron y no hubo danza más perfecta que la nuestra, nuestras bocas pertenecían aquí, se complementaban sobre naturalmente, el gimió suave en mis labios, mis besos fueron capaces de callar sus suaves gemidos, se removió en la cama y continuó besándome, como si no fuera suficiente para él.

-Me gustas, Kellin.

Mordió mi labio inferior y comenzó a besarme de nuevo, no pude cerrar los ojos y mantenerme quieto, anhelaba ver las expresiones de su lastimado rostro al besarme, era perfecto y más aún cuando no se cohibia con sus deseos.

Escuchamos los pasos de alguien en el pasillo, nos separamos lo más pronto posible y nos acomodamos como mejor mostrar convenía, le sonreí y le guiñé el ojo, vino entrando una doctora con unas cuantas carpetas en mano, preguntando por el estado de Kellin, su rostro se lleno de un rubor incuestionable. Kellin me sorprendía y se que comenzaba a gustarme demasiado. Muy pronto.

inesperado 》KellicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora