1.Megan Jones

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-¿Te quedarás allí otra vez? -Dijo mi mejor amiga Kim.

Rodeé mi rostro con la almohada incapaz de abrir los ojos. Sentí las manos de KIm y minutos después no quedaba nada de la manta que cubría mi cuerpo. Maldije en voz baja y abrí los ojos para encontrarme a una Kim de brazos cruzados.

-¿Qué? -Pregunté.

-Eres mi mejor amiga, y te quiero. Pero si vives en mi casa y no ingresas ningún dinero, lo menos que puedes hacer es limpiar la casa. ¿No?

-Lo que me faltaba, ni mi mejor amiga es capaz de ayudarme. - Comencé. -Solo te he pedido alojo, no que me alimentes ni que me des el agua para lavarme. Gracias de todos modos.

Me puse las zapatillas de correr y salí por la puerta delantera. Oía los gritos de Kim llamarme, pero yo ya estaba lo suficientemente lejos como para seguir escuchando sus llamados. Puse los auriculares en mis oídos, dejando que la música condujera mis pies por la acera.

El clima era típico de verano, el sol comenzaba a salir y la brisa caliente que corría por la rambla era tan fuerte que se te era necesario mojarte los pies en el agua fría del mar salado de España.

Actualmente era una desempleada y sin ningún tipo de estudios. Mis padres no me querían en casa a menos que comenzara a buscar un trabajo y no había nada en lo que encajara, hiciera lo que hiciera. En el amor me iba como la mierda sinceramente, era peor que intentar conseguir un maldito trabajo. Los hombres no me caían del cielo, simplemente.

Caminando por la arena humeada, caí hacia adelante cuando algo se interpuso en mi paso.

-¿Acaso no miras por donde vas? - Gritó una voz a mis espaldas.

-¿Acaso no te enseñaron a ayudar a una dama? - Dije con sarcasmo. Sentí que el hombre a mis espaldas suspiraba pesadamente.
Su mano se poso en mi codo para elevarme hacia arriba.

-Debes tener cuidado por donde caminas la próxima vez...

Él era alto y de pecho ancho, sus ojos eran de color miel y sus labios eran tan perfectos que de solo verlos me daban ganas de devorarlos. Su pelo caía por su frente perfectamente despeinado, de color rubio.

-¿Quién lo dice? - Pregunté limpiando mi short.

-Justin, Justin Bieber. -Respondió orgulloso.

-Pues mira Justin Bieber, tu acento americano me esta dando nauseas, así que asegúrate de estar atento la próxima vez. - Me di la vuelta para seguir mi camino cuando oí el grito del rubio.

-¿Yo debo tener cuidado? ¡Haz sido tu la tonta que se ha tropezado!

Levanté mi dedo del medio y oí sus insultos en ingles luego de bajar la mano. Reí y volví a sumergirme en mis problemas, que tenía bastantes por resolver.
Cuando iba subiendo para adentrarme en las calles, un cartel me llamó la atención.

Generalmente la gente se pararía para ver los fuertes brazos de los hombres desnudos que salían en el anuncio, o las mujeres semi-desnudas que estaban en este, pero yo, me paré en seco para apreciar la propuesta que daban de trabajo.

"Se buscan actores para película porno", esas palabras resaltaban en todo el anuncio, en grande uy debajo no muy chico la dirección para la entrevista. La idea de ser puta había sido planteada en mi mente cuando supe que ningún trabajo era para mi, pero, esto no era lo mismo que ser puta. Esto era algo más a lanzarme al espéculo. No perdía nada con intentarlo, ¿Verdad?
Al final, necesitaba el dinero, y teniéndolo era la única manera de demostrarle a mis padres que pude salir adelante sin ellos.

-¿Te has vuelto loca? - Preguntó Kim en un susurro. - ¿Película porno? Como que me llamo Kim Bush y como que te llamas Megan Jones, debes estar bromeando.

Negué con la cabeza, otra vez. - Piensa Kim, necesitó el dinero, tu misma me dice que no importa de que ni como, simplemente ganarse la vida.

-¡Pero no me refiero a que arruines 23 años de dignidad, joder! - Exclamó ella.

-Mira, será mi dignidad la que quede por el piso, no la tuya.

Ella se paró en seco. - Megan, eres mi amiga y no quiere escuchar que la gente te critique por las calle cuando vean la asquerosidad de película que lanzaras.

-¿Desde cuándo Megan Jones a vivido de las criticas?

Ella sonrió. - Nunca.- Contestó luego de unos minutos. - Que conste que no estoy de acuerdo con esto.

Me lancé a sus brazos. - Piensa que tal vez, solo tal vez haya más gente metida en esto y no quede como protagonista. Me enojaré contigo, que lo sepas.

Ella rió sobre mi hombre y enrolló sus brazos alrededor de mis hombros.

Una tarde de playa y sol me ayudarían a pensar una forma de ser sensual sin parecer un maldito ángel caído del cielo mañana.



Undress Me j.bDonde viven las historias. Descúbrelo ahora