Capítulo 13.

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  Lauren Pov: 

¿PUTA? ¿PUTA POR NO DEJARME FOLLAR DE ELLA?

Mi enojo ya se hacía notar en mi cuerpo. Apreté mis manos en forma de puño y la miré fijamente a sus orbes marrones. Puedo jurar que ella estaba temblando del miedo al verme y yo también estaba temblando, pero de la misma furia que había en mi en aquel momento.

No sólo estaba enojada porque me había insultado de aquella manera. También estaba enojada porque me iba a dejar.

Nadie deja a Lauren Jauregui vestida y alborotada.

-¿Soy puta? –Levanté mi tono de voz. En aquel momento no me importaba nada, estaba totalmente cegada de rabia. -Ven y follame, así dejo de ser puta, ¿verdad?, incoherente. –Escupí finalmente y la empujé sin medir mis fuerzas.

La empujé tan fuerte que cayó en el suelo, tal y como un frágil florero por el golpe de un balón tirado por algún niño distraído. Ahora yo estaba tan asustada como aquel niño de que su mamá lo regañase por haber roto el fino florero.

Corrí rápidamente para ayudar a levantarla. La mirada de Camila había cambiado rápidamente. Ahora sólo había terror en su mirada y lágrimas de miedo brotaban de sus ojos. No medí ninguna consecuencia a aquel acto. Estaba tan enojada que no pensé. No medí mi fuerza y me odio por eso. 

Cuando se está enfadado, no se piensa con cabeza fría, pues ni nosotros mismos sabemos como vamos a reaccionar.

-Lo siento. –Me disculpé en cuanto la ayudé a levantarse. Su mano estaba fría y el color de su piel estaba más blanco de lo normal; definitivamente si estaba muy aterrorizada.

Ella no me contestó. Ni siquiera hizo algún movimiento o alguna señal que me respondiera, puedo decir que estaba con la mirada perdida en algún lugar de la grande sala de mi casa. Un punto fijo sin nada interesante. Evadía mi mirada, como si le hiciera daño y el corazón se me estaba cayendo a pedazos.

Lo único que hizo fue sentarse en el sofá. En él mismo sofá que la había seducido minutos antes.

Y es que la situaciones pueden cambiar en un par de segundos. Se está feliz, sabiendo que se llorará más de lo que estamos riendo; así es la vida.

Me quedé parada viendola. Cada movimiento. Cada gesto. Camila solía ser tan delicada, pero tan tosca a la vez. Quiero decir que con ella podías estar en la cima del mundo con miedo a caer de un empujón causado por ella. Pero, sé qué ella caería conmigo, de eso si que estoy segura. Camila es de la que está contigo más en las malas que en las buenas. Tragó saliva. El sudor en su cuerpo había desaparecido y su mano torpemente quitaba algunos mechones traviesos de su cara, poniéndolos detrás de su oreja. Su cara tan delicada. Su pierna derecha no dejaba de dar brincos pequeños y su labio inferior estaba sufriendo una gran herida, debido a las tantas veces que lo estuvo mordiendo. Suspiró pesadamente, como si le costara respirar en aquel momento y yo no dejaba de sentirme como el peor ser humano en la tierra. Me miró por primera vez apretando sus labios. Cuanto daría por besarlos en ese momento. Sus lágrimas brotaron rápidamente, como si yo tuviese alguna especie de arma hacía ella; tal vez eran mis ojos. Clavé mi mirada en sus ojos. Le dí una mirada llena de arrepentimiento y cariño. Ella me miró de la misma manera, pero había un miedo infernal en ella, lo podía notar en sus ojos.

Con ella sólo bastaban las miradas, las palabras a veces estaban de más; nuestras miradas tenían el poder de matarnos o hacernos sentir lo más vivas posibles.

No sé cuánto tiempo pasó exactamente, hablándonos sin decir ni una sola palabra, entendiéndonos de aquella manera que sólo los enamorados lo hacen.

La mejor amiga de mi esposo. 'Camren'.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora