Capítulo XXVII

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¿Amor?

-Rodrigo-

La madrugaba moría a través de la ventana y nos habíamos dado más de lo admitido con palabras, era verla descansar en mis brazos y mi deseo de despertar cada día de aquella manera no hacía más que creer que esto podía ser real, pero los deseos no siempre se hacen realidad y cuando el sol este en lo más alto yo volveré a ser quién soy y ella de cara al mundo solo mi alumna hasta que nos envuelva nuevamente cuatro paredes en las que nos dejemos llevar por aquello que sentimos y que ya era más grande que el aparentar que nada había cambia entre nosotros dos. La idea de una vida en la que Zoe no fuera parte de la ecuación siempre llegaba sin permiso, una realidad al lado de Sofía fuera de este hotel, mi consultorio o su departamento; tenerla junto a mi sin necesidad de esconderla, tenerla las noches con sus días era tan tentador e inalcanzable.

Las horas pasaban mientras seguía prendado a su boca entre abierta mientras respiraba perdida en un sueño profundo, me obligué a permanecer despierto y deleitarme con su imagen, pero mi cuerpo agotado empezaba a pasar factura razón por la que el sueño me arrastró hasta sus garras y ahí abrazado a su cintura sentí como la inconciencia me alejaba de la realidad y me llevaba aquel lugar donde todo aquello que piensas o pidas se materializa ante tus ojos, el reino de los sueños. Dentro de mi placentero mundo personal, justo a las primeras horas de la mañana donde el sueño se sentiente más placentero pero estas seguro que el despertado sonará en cualquier instante un cuerpo intranquilo me sobre saltó.

-Rodrigo, Rodrigo... Ven a mí – Decía ella de espalda a mí, por un momento creí que pedía de mi atención solo que estaba vez sería como siempre, dejarme llevar horas antes no fue del todo prudente ya que lo que sería una noche más con Sofía en la cama termino como dos personas que sienten mucho el uno por el otro haciendo el amor.

-Rodrigo no me abandones. Quédate y ámame

En un principio creí que se encontraba despierta, pero pude confirmar que no era así cuando al despegarme un poco de su espalda y tener un mejor ángulo de su cara pude ver que sus ojos aún se encontraban cerrado pero la expresión de cara era más bien de preocupación. No tenía claro cuál si la mejor opción era mejor, dejarla dormir o despertarla y viera que aún estaba aquí que no la abandonaría; el pensamiento hizo que el pánico se apoderara de mí.

Sofía en su inconciencia me pedía que no la abandonara y lo más sorprendente que la amara, frase que me dejó petrificado al caer en cuenta de evidentemente me amaba, aunque no lo había dicho en palabras claras estaba. No la podía amar; en casa tenia a una mujer maravillosa que amaba y me amaba <<Si tanto dices amarla ¿Qué haces aquí? >> Me recrimino mi subconsciente una vez más tenía razón. Mi lugar estaba en casa al lado de Zoe, maldición solo hace un día había tenido un sangrado que amenazaba la vida de mi hijo. Debía cerrar este capítulo y volver a mi vida, la de verdad e importante. Sofía era joven y me olvidaría pronto.

La decisión estaba tomaba, estaría sería la última noche que compartiríamos juntos, pero debía asegurarme que así fuera, necesitaba que ella no me buscara ya que si lo hacía no tenía claro si contaba con la suficiente fuerza de voluntad para rechazarla. Esto la lastimaría, pero debía ser contundente y que nuestra separación fuera definitiva. Abrí uno de los cajones de la mesa de noche y ya con un block de notas, una pluma y un peso en el pecho que me dificultaba respirar escribí el mensaje que me privaría tener frente a mí de aquella forma así que tatué a fuego su imagen en lo más profundo de mi.

<<Gracias por el excelente sexo, toma un taxi y llámame si me necesitas>>

Tomé todo el efectivo que traía en la billetera que era una cantidad considerable ya que lo usaría para pagar el hotel, con mis tarjetas quedaría el registro y no sería muy inteligente de mi parte ya que Zoe tiene acceso a todas mis cuentas de banco y por ende a los estados de cuenta, pero finalmente Luca quiso pagar por las habitaciones. Junto a la noca coloque el fajo de billetes y comencé a vestirme en silencio, si despertaba no sabría si tendría la fuerza para dejarla. Di un último vistazo y junto con la puerta cerré la posibilidad de volverla a ver una vez más desnuda en una cama.

Lamento admitir que mi plan no funcionó como desee ya que a su primera llamaba no tuvo que decir nada, en menos de un parpadeo estuve haciéndola mía como si mi vida dependiera de ello, solo que la dinámica había cambiado, no demostraciones de afecto, no hablar mientras estaba dentro de ella, no más amaneceres a su lado.

Me odiaba por ello.

Buenos Días ProfesorWhere stories live. Discover now