Prólogo

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El día que comenzó todo.

 -Sofía-

Es increíble lo rápido que puede pasar el tiempo. No podía creer que hoy se cumplan diez años desde que mi madre y yo llegáramos a esta ciudad tan vibrante, rica en cultura y con unos paisajes que enamoran a primera vista. El plan inicial era vacacionar un mes mientras ella evaluaba la posibilidad de trasladarnos aquí ya que las ofertas de trabajo eran mejor remuneradas que en nuestro pequeño pueblo al sur del país y claro de paso conocer de una vez por todas a ¨su novio¨, un hombre que conoció a través de página de citas.

Lo que no esperábamos era que terminara casada con el mejor amigo de este, la vida y sus vueltas de tuercas completamente impredecibles. Mi madre se había enamorado perdidamente de Pedro y nuestros planes cambiaron para bien. Desde entonces vivimos en esta hermosa ciudad, y somos la familia más disfuncionalmente divertida que se pudo haber creado. Pepe era el padre con el que siempre había soñado; son de esos consentidores y que no ponen peros para contarte un cuento antes de ir a la cama, no importa si tienes diez o veinte años.

Todo había sido idílico desde que nos instalamos, al punto de que había hecho amigos que al día de hoy conservaba y eran mis compañeros en esta gran y maravillosa aventura llamada vida. Lucia y Fernando eran como el agua y el aceite; ella una loca que no espera ni dos segundos para poner a quien sea en su lugar. Nunca Le hemos conocido un novio y hasta llegamos a pensar que era lesbiana, pero quien resulto ser gay fue Fernando a quién ayude a salir del closet ya que decía estar enamorado de mí. En nuestro último día de instituto me dio un beso y puedo jurar que se estuvo lavando los dientes por una semana.

Un momento; yo aquí contándole la historia de mi vida cuando debería estar arreglando para ir a la universidad ya que hoy comienzo mis exámenes finales luego de las vacaciones de verano porque si, pronto me recibiré como psiquiatra e iré a vivir a otro país ya que mi nueva vida no solo trajo cosas buenas, sino también unas cuentas que ha día de hoy me hacían revolver el estómago de solo recordar los nombres de quienes llenaron mi cielo de nubes negras y gestaron en mi tantas inseguridades que hasta ahora llevo sobre mis espaldas.

Antes de abrir la caja de pandora que es mi vida íntima me levanto de la cama y voy directo al baño, dándome así la ducha más rápida de mi vida. Compruebo la hora en la mesa de noche, ocho treinta, a las nueve tengo mi primera asesoría antes del examen. Me decido por un vestido suelto, unas botas que llegan a mis mulos, chaqueta de mezclilla y mi cabello a la como quede. Tengo una terrible obsesión por las botas y aunque no soy muy alta amo como me veo en ellas. Soy conocida como la loca de las botas en el campus. Digamos que mi gusto para la ropa y accesorio son algo eclípticos y únicos.

Lamentablemente hoy no me dará tiempo de pasar dándole los buenos días a mis padres. Vivo sola pero mis padres están en el edificio de enfrente, no quería estar lejos de ellos. Tomo una manzana de la cocina y corro al estacionamiento donde mi auto me espera para empezar por fin el día, hago rugir el motor y mientras piso el acelerador Adele comienza a cantar Rumour has it.

Es hora de comerme el mundo, ya nada podría ir mal.

-Rodrigo-

Mi despertador suena a las siete en punto y mis parpados no cooperan y es de esperarse ya que solo habían pasado tres horas de haberme ido a la cama. Me remuevo un poco disgustado al saber que una vez más vuelvo a la realidad, llegando el tiempo pisar el camino empedrado del campus universitario que me llevaban a mis responsabilidades como profesor, lo bueno; solo impartiría un par de exámenes a los chicos del último año y finalizados este tomaría el puesto al cual fui ascendido. Decano de la facultad de psicología.

Como cada mañana hace ya muchos amaneceres descansaba a mi lado mi bella esposa qué se encontraba actualmente embarazada razón por la cual era un cumulo de hormonas que dictaban su día a día. Si no estaba llorando sin ninguna razón, estamos teniendo sexo en cualquier rincón de nuestra casa acto que no me disgusta para nada ya que es una actividad que disfruto al máximo pero que siendo tan constante es muy agotador ya que los hombres no funcionamos como las mujeres, que envidia.

Me levanto de la cama con sumo cuidado para no despertarla, debe guardar reposo medico debido a las náuseas y los mareos que no le dejan tener una vida tan activa como antes de quedar en estado. Camino hacia el baño y me ducho tranquilamente debido a que la primera asesoria que debo impartir es sobre las once de la mañana, pero mientras aclaraba el champú de mi cabeza recordé que debía pasar por el rectorado firmando mi reingreso después de mi año sabático.

Seco y con mis partes nobles reguardadas detrás de un tierno calzoncillo cortesía de Zoe me coloco un traje gris y una camisa blanca con los dos primeros dos botones abiertos, junto con unas zapatillas algo casuales que nada que ver con lo que llevaba puesto pero que para mí funcionaban. Recojo mi maletín y voy a despedirme de mi mujer dándole un beso en la frente, ella ni se inmuta sigue profundamente dormida. Bajo al estacionamiento y subo al auto enciendo la radio e IL Divo cantan Hoy que ya no estás aquí.

No sé si fue por la sesión de sexo de esta madrugada o que la sensibilidad de mi mujer hizo efecto en mí, pero una estúpida sonrisa no abandona mi rostro.

Algo grande va a suceder.

¡Vamos de vuelta al trabajo!

Buenos Días ProfesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora