15: Dagna

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Con cuidado inserte la llave en la cerradura y abrí la puerta. Asome un poco mi cabeza hacia dentro.

No hay nadie, genial

Entre y cerré la puerta tras de mí, camine hacia el pasillo de mi pequeña casa y me adentre en el baño. No sé ni porque me esforcé en estar presentable en ese Starbucks, si hubiera sabido lo que iba a pasar no me hubiera ni siquiera limpiado el rímel corrido debajo de mis ojos ¿para qué? No valdría la pena.

Abrí el grifo y deje que el agua vuelva a recoger todas mis lágrimas y se las lleve con el, es la manera más rápida que tengo de olvidar. Escuche la puerta abrirse. Me mire al espejo y sonriendo Salí del baño.

- ¡Mamá! ¿Cómo te fue?

Me acerque y abrace a mi madre lo más fuerte que pude, era una manera inconsciente de consolarme, y de recordarme que debo ser fuerte por ella.

- ¡Muy bien! El doctor es muy simpático. Me agrada ese hospital, ya me registre y todo. – soltó una pequeña risita. Mi padre rápidamente cerró la puerta y se acercó a nosotras.

- Cuidado y me pongo celoso de ese doctorcito.

- ¡Ay! Si sabes que tú eres el dueño de mi corazón josue. – mi padre ya contento con la respuesta, sonrió en mi dirección.

Ya sabía lo que iba a preguntar. Hora de escapar

- Bueno yo los dejo solos, ya saben, deberes, muchos deberes. – sonreí

Antes de que me detengan para abordarme con sus preguntas me escabullí en mi nuevo cuarto el cual ya está un poco más decente.

Me agarre el cabello y me quite toda la ropa, la cambie por un como short de licra gris con una musculosa blanca. Doble mi pantalón pero al sentir algo en los bolsillos los saque. La pulsera.

Un nudo en mi garganta se formó y como si mi cuerpo se mandara, me acerque a una caja en especial. Sentí la desgastada pasta del libro en mis temblorosos dedos, lo abrí y justo en la primera página mis lágrimas volvieron.

Una foto es capaz de vaciarme el alma completa. Dos niños sentados en una árbol, el uno abrazado al otro mientras se agarraban de las manos y se sonreían con todo el cariño, esa era la imagen en la cual estaba una parte de mí.

¿Qué nos pasó? ¿Por qué a nosotros?

Me arrime a lo único que me podía sostener en ese momento. El suelo estaba helando y la puerta dura igual que mi vida, estaba hundida en un invierno profundo y me estaba congelando hasta el aliento. Me acurruque contra mis piernas y por tercera vez en el día lloré, cada lagrima con un nombre... Peter.

Tome mi celular y respondí:

Fue maravilloso, nunca podré olvidarlo.

Sabrina.

Y tenía razón, nunca podré hacerlo.

.

.

.

Apenas entre por las grandes puertas negras de la universidad sentí las miradas puestas en mí, igual que a un nuevo juguete en navidad, todos tenían curiosidad de la nueva estudiante ¿o será por otra cosa? Espero que no.

Me acerque a las oficinas de dirección. Una señora de mediana edad y con unas gafas negras me sonrió. Yo hice lo mismo.

- Disculpe ¿aquí se buscan los objetos perdidos? – pregunte

JUNTO A TI SIEMPREWhere stories live. Discover now