CAPITULO 1: Día Nublado

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 El despertador sonó a la misma hora que todas las mañanas de lunes a viernes. Realmente estaba cansada, un día antes fue domingo, es decir, trabajar en el restaurant de don Paco. Mi vida no era muy emocionante para no decir nada. La única vez que me preocupé por mi corazón fue en sexto grado cuando un compañero no paraba de vomitar, lo sé, suena asqueroso pero cuando lo vez es divertido.

A mis diecisiete años jamás ninguna lengua había entrado en mi cavidad bucal y mucho menos jugado a las manitas calientes con un chico. No tenía tiempo para ese tipo de preocupaciones.
Mi familia se conformaba por mi madre y yo. El señor llamado Darío decidió que la vida era más fácil vivirla con libertad. A consecuencia de eso trajo Alcohol a mi hogar. Mi madre cayó en una depresión total que a veces había días donde ni recordaba su nombre ni quién era yo . Debía hacerme cargo de ella, de mi hogar, de los gastos y para a completar, la escuela. Mi madre se volvió mi bebé.
A las seis con tres minutos me encontraba vistiéndome rápidamente para hacer el desayuno. Preparé de manera veloz mi mochila y salí de casa para coger el autobús. Tardaba media hora de mi casa a la escuela. Al entrar caminé de prisa por los pasillos. El conserje no se sorprendió de verme. Yo siempre era uno de los primeros pobladores. La ventaja de llegar temprano era que podías escoger tu lugar antes que todos, en un mundo normal. En mi escuela los alumnos parecían mandar. Los que tenían un mejor Estatus social y económico se las daban de importantes y por su puesto ocupaban las primeras filas. Las personas como yo iban en las últimas, los becados. Si lo olvidaba algún día tenía la esperanza que Sabrina Roos me lo recordara.
La campana del inicio de clases sonó.
Estaba tan metida en mis pensamientos que no noté el momento en que todos entraron.
–Buen día, Oriana.
Yolanda Serrano saludó.
Castaña, ojos cafes, cabello lindo.
Era la chica linda que todos quieren como amiga o algo más. Su familia tenía un gran poder. La conocí en segundo semestre cuando en un momento de desesperación para conseguir dinero empecé a dar clases de tutoría en lengua Extranjera. Ella, literal, llegó de rodillas a rogarme que le enseñara porque osino su padre le cancelaría las tarjetas. La consideré patética. De hecho, las dos horas próximas me burlé de ella y su comportamiento. Extrañamente para el final del día ambas nos terminamos contando nuestra vida.
¿Fin de la historia?
Reprobó lengua Extranjera.
Un codazo interrumpió mis vagos pensamientos célebres.
— ¿Señorita Sabatini?
A juzgar por la cara y mirada oscura y escalofriante de mi profesor de matemáticas pude deducir que no era la primera vez que decía mi nombre. Me sentía observada, como si fuera la cosa más rara del mundo, como si tuviera dos cabezas y tres ojos en cada una de ella. Quería desvanecerme en ese momento, sin embargo, no lo hice, en vez de eso me susurré a mi misma 'Tranquila Oriana. Solo finge que escuchaste al profesor la primera vez y responde algo fácil' Y eso intenté hacer. — No lo sé.
La risita de mis compañeros se escuchó después de eso. Giré a ver a Yolanda y ella también lo hacía.
¡Traicionera!
— De acuerdo señorita Sabatini, no todos en quinto grado sabemos la respuesta de dos por dos.
Me sentí estúpida. Juro por dios que sí.
Al término de la clase fui la primera en salir, siempre era la última por quedarme a copiar lo del pizarrón pero esta vez agradecí al ser celestial que evitó que hubiera algo, pues tenía aun la cara roja de vergüenza.
— ¡Oriana! ¡Oriana! — Escuchaba los gritos de Yolanda, llamarme —, ¿por qué saliste tan rápido? —. Me preguntó cuando llegó hasta donde estaba.
— Era un horno ahí dentro.
Ella solo sonrió.
Nos quedamos en silencio mientras caminábamos a la segunda clase hasta que ella decidió interrumpirlo. — ¿Tarde de películas y palomitas? — Sugirió ella—, Para que no haya excusas baratas, será en mi casa. No tienes que gastar nada.
Lo pensé, juro que lo hice. — No puedo.
Yolanda rodó los ojos.
— Es lunes, Fiesta loca para mi mamá — Dije antes de que ella se quejara — sabes que debo cuidarla. Hoy probablemente esté más cruda que antes, ayer fue Domingo.
Pareció comprenderlo, no insistió más. Al término de las clases, Yolanda me pidió que esperara con ella a que su tío fuera a recogerla. Su chofer había enfermado y su padre estaba lo bastante ocupado para ir. Azul y Flor se unieron al cabo de unos minutos. Ellas dos eran amigas de Yolanda antes que yo. Sinceramente yo solo veía interés. El lugar de sus pupilas lo ocupaban dos grandes signos de pesos.
Un claxon atrapó nuestra atención.
Yolanda sonrió. Un hombre bajó de la camioneta.
¡Dios padre celestial!
Prometo que era probablemente lo más sensual que mis ojos vieron.
Volteé a ver a Azul y Flor para cerciorarme que no era la única con la mandíbula hasta los talones. Gracias al gran buda no era así.
El hombre joven se acercó a pasos lentos, como si supiera que eso lo hacía ver aun más sensual de lo que era. Cuando llegó hasta nosotras, quitó sus lentes negros para dejar al descubierto unos ojos cafe de infarto. Sonrió a Yolanda y ¡Cristo! Era perfecto. Todo él lo era.
'Virgen patetica'
— ¿Por qué no me presentas?
¡Gloria!
Su.
Voz.
Fue.
Lo.
Más.
Sexy.
— Si, ¿por qué no?
En ese momento admiré demasiado a Flor por poder tan siquiera haber hablado.
Mis piernas flaqueaban y estaba muda.
—No hay tiempo. Hasta mañana.
Sin tan siquiera darle tiempo de hablar, Yolanda ya lo llevaba de vuelta a la camioneta negra. Cuando llegué a mi casa, aventé mi mochila al único sofá decente que nos quedaba. Como lo esperaba, todo era un desorden. Empecé por levantar las botellas, después me encargué de lavar los trastes, barrer y pasar jerga. Estaba muy cansada. Al finalizar, me dirigí a la habitación de mi mamá. Ella dormía. La mire silenciosamente. La amaba, aunque no la comprendiera lo hacía. Solo por ella me gustaba esa vida. Porque si hubiese nacido en otra probablemente jamás la hubiera conocido.
Me dirigí a mi habitación, sin cambiarme ni nada.
Cerré los ojos y sonreí. Me sorprendí al seguir pensando en ese perfecto, soñado y guapo ser con perfecta sonrisa que por obvias razones nunca fue dedicada a mí. Ni tan siquiera me miró. Estaba más al pendiente de Flor y Azul, o sus pechos y piernas respectivamente. Apagué la lamparita de mi buró e intenté dormir para soñar con él.

>>conтιnυará<<  

Primer capitulo de la nueva novela :) espero que les gusteee ! comenten que piensan 

El video es el booktrailer

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Dias de Otoño *Adaptada* /Orian/Where stories live. Discover now