Sobreviviría durante este tiempo, haciéndome negar ante todos, ahogándome en mi estudio, en mis planos...en todo aquello que nadie confió que podría hacer. Cómo el combustible necesario para poder concretar mis planes, me aferraba a mi carrera. Con fortuna, en un lapso de dos años me graduaría; a pesar de no poseer calificaciones brillantes no me había retrasado en una sola asignatura. Pero nadie lo sabía; nadie se interesaba por mis logros ni aciertos. Mis padres, tan absortos con Valentina, ignoraban que yo existía.

De pie en el umbral de la magnífica puerta de madera lustrada con herrajes negros, permanecíamos los cuatro, aguardando que el matrimonio dueño de casa abriera, cuando la figura de Santiago se hizo presente y creí que el corazón se saldría de mi pecho.

Lucía tan o incluso más bello que antes, que aquel momento que mi mente habría retenido para sí como un talismán; con su cabello ligeramente ondulado, un tanto más largo que de costumbre y con gafas de estilo Clark Kent, su aspecto era devastadoramente sensual.

— ¡Amor mío! — Valentina se echaría a sus brazos cual película de amor hollywoodense, ante el asombro de su novio, que la vio encima antes de lo que podía reaccionar.

Era extraño reconocer que ahora era su novio, cuando por tanto tiempo soñé que sería el mío. Las vueltas de la vida, nuestras inseguridades, su indecisión y mi quizá, apresurada determinación, harían que hoy estuviésemos situados en extremos opuestos de la calle.

— ¡Bienvenidos! Nos encontrábamos en el parque trasero, sepan disculpar la demora en abrirles— educado como siempre, nos permitió ingresar uno a uno, saludando primero a mi madre con dos besos en la mejilla, a mi padre con un fuerte apretón de manos y a mí, con dos besos que parecieron eternos.

— Me alegra que hayas venido— susurró al depositar ese cálido ósculo en mi rostro, con Valentina sin dejar su brazo en paz.Lo fulminé con la mirada, sin mediar palabras ni gesto más que ese.

El parque no me habría decepcionado en absoluto siendo acorde al encanto que la fachada de la vivienda; una enorme piscina, bordeada con una veredilla de piedra grisácea, actuaría de asiento momentáneo para tres parejas de novios que no dejaban de hacerse arrumacos.Sospeché en principio, para confirmar segundos después, que eran los tres hermanos varones de Santiago con sus respectivas novias; los seis parecían sacados de una revista de cotilleo.

Saludando uno por uno, me detuve especialmente en Paula, la única mujer entre los hermanos varones, que descansaba en un sillón fuera del rayo del sol, la cual tenía un embarazo muy avanzado, más bien diría con un inminente parto.

— ¡Estás por explotar!— dije impunemente, asombrándome del tamaño de su enorme barriga

— Lo bueno de este estado es que no me ahogaré, ¡tengo salvavidas propio! — dijo riéndose de sí misma, descomprimiendo mi culpa.

— ¿Sabes el sexo?— sentada a su lado, era la única con la que podía evadirme de ver la felicidad de Santiago y de las parejitas restantes.

— Una niña, Francesca— asintió acariciando su barriga con ambas manos.

— ¡Hermoso nombre!

— Mi esposo es Paolo, el niño que juguetea con la pelota de colores en el agua— rió señalando al moreno de gran porte con el juguete entre sus manos— . Su familia es italiana, de Sicilia, por lo tanto el nombre ha sido escogido teniendo en cuenta la ascendencia de su propio apellido...¡oh! -— dijo y provocó mi parálisis inmediata ¿estaría por parir? — ¡Dame tu mano! — la extendí tímidamente con un poco de dudas, tal como me pidió — , ¡se está moviendo, mucho!¡Debe haber escuchado que hablábamos de ella! — sonrió con las mejillas sonrosadas y llenas.

"Entre la Miel y la Hiel" - (Terminada)Where stories live. Discover now