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Eran las 7 de la mañana y ya debía ponerme de pie, desayunar y volar hacia la oficina cual Superchica. Estábamos tras un proyecto bastante importante; si finalmente ganábamos la licitación de las próximas semanas, aquello resultaría ser el logro más importante del estudio para el que trabajaba.

Construcciones Fernandez Garro, era un novato pero ambicioso estudio de arquitectura fundado por Teo y Lisa, hermanos, socios y arquitectos. Con más de tres años trabajando para ellos, desempeñaba un papel, que si bien no era el de socio, sí conformaba una pieza importante dentro del organigrama de la mini-empresa familiar.

Debía llegar temprano, aun quedaban por finalizar los diseños de las ultimas tres oficinas ubicadas en el ultimo piso de la torre que el estudio deseaba construir cercana a la Villa Olímpica de Poblenou.

Estiré mis brazos, exhalé una gran bocanada de aire que permanecía en mi pecho y me di una ducha.

Conseguir ese bonito apartamento ubicado en Carrer de la Selva de Mar y Carrer del Perú, habia sido un verdadero hallazgo: próxima a la casa de mis padres, cerca de la zona de Hospitales del centro de la Ciudad, con gran accesibilidad a las vías más importantes y como si fuera poco, a escasos 10 minutos de mi trabajo.

Era la gloria, pensé cuando lo renté 5 años atrás, apenas cumplidos mis 21 años. Tal como me prometería a mis 18, mi vida cambiaría: no pretendía ser más la niña de papá y dedicarme sólo al estudio, por el contrario estaba dispuesta a vivir mi vida como yo eligiese.

Habían transcurrido ya 5 días de la boda de Santiago y Valentina, y la sensación de vacío, poco a poco cedía, o tal vez, la simple sensación del engaño, me hacía pensar en ello para no sufrir más de la cuenta. No valdría la pena creer en un "quizás". Ya estaba todo dicho entre nosotros...o al menos parte.

Yo era joven y merecía ser feliz. El fantasma de Santiago haría estragos en mis relaciones anteriores, breves pero relaciones al fin.

Seis meses me separaban de una historia con el primo de Teo, Benjamin, quien asesoraba legalmente a la firma de arquitectos. Tras estar casi dos años juntos y tener planes de convivencia incluidos, todo llegaría a su fin de un modo bastante agradable.

Apuesto, buen joven y con una familia me estimaba mucho, jamás me sentiría plena a su lado, un mal que padecería mientras Santiago existiese sobre la faz de la tierra.

— ¡Buen día! ¡Pero qué guapa te has venido hoy! — Pedro era estudiante de diseño en la Universidad de Barcelona y también, mi co-equiper. Trabajaba codo a codo conmigo, se quedaba hasta altas horas de la madrugada ayudándome, por lo que cuando necesitaba un día libre, se lo daba sin inconvenientes.

Su voz suave, y sus gestos deliberados, hacían de "Pedrito" un ser encantador.

— ¡Gracias por el cumplido! — saludé a las otras 8 personas que trabajan con nosotros en ese fabuloso piso que hacia las veces de gran taller de arte.

Sin dudas, Lisa tenía un gran gusto al elegir ese sitio como búnker de diseño. Su construcción antigua, de ladrillo desprovisto de estuco, le otorgaba una rusticidad especial. Los ductos de aire y cañerías colgaban prolijamente de los altos techos, dándole un toque industrial que me fascinaba. Desde los amplios ventanales, podrías observar casi toda la costa barcelonesa, un verdadero lujo que no todos los edificios contemporáneos podían jactarse de tener.

Una vez finalizado el recorrido de 16 besos, dos por persona, dejé mi café en mi escritorio, mi bolso de mano en el perchero y mi pashmina (tras la lluvia veraniega, habría refrescado abruptamente), en el respaldo de mi cómoda silla.

—Hoy no vendrá Lisa por lo que Teo estará ocupado todo el día—me previno Pedro tras responder el teléfono que bramaba por ser atendido— , por lo tanto, hoy estás de jefa —unos aplausos cómicos e infantiles hicieron eco en el gran taller causándome sonrojo y timidez.

"Entre la Miel y la Hiel" - (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora