Capítulo 1

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1.

—Umm... —Bajando la mirada e intentando ordenar un poco las ideas que revoloteaban como locas en mi cabeza sin dejarme pensar y hablar con claridad, esperé que fuera él quien se atreviese a decir algo en la incómoda situación en la cual estábamos sumergidos. Me intrigaba la manera en cual incluso su voz había cambiado. Su tono era ahora completamente diferente al que recordaba. Más maduro, más grave y varonil. Ya había cumplido la mayoría de edad y, mierda, se le notaba a kilómetros. Yo no podía dejar pasar ese detalle, era inevitable, no era fácil desviar la mirada de su cuerpo. Mis ojos querían comérselo de pies a cabeza.

Lo reconocía, había mandado a la mierda su promesa de volver, pero aun así no había sido capaz de borrar aquel mensaje porque la esperanza de volver verlo se había mantenido firmemente agarrada a mí y así se había quedado durante el transcurso del tiempo. Estaba tan acostumbrada a ese dolor que había terminado ignorando que todavía seguía adentro, en la espera de salir a flote nuevamente.

Empecé a sentirme culpable. Tom no me había fallado, y quién sabía si yo en un tiempo más acababa olvidándome de él. Me lo había propuesto tantas veces antes que incluso había perdido la cuenta.

Durante mucho tiempo intenté sacarlo de mi cabeza, cosa que no había sido para nada trabajo sencillo. Había sufrido, lo había extrañado, había necesitado como nada antes de su simple compañía. Sin embargo, él no había estado, me había dejado. Yo casi había conseguido hacerme creer que ya no lo necesitaba, pero ahora que estaba aquí las cosas volvían a complicarse como en un comienzo.

Por poco había conseguido que aquella vaga ilusión de volver a tenerlo cerca, la cual me había hecho retorcer en llantos durante las primeras noches, se esfumara casi por completo.

Simplemente le había extrañado más de lo debido, y dolía como nada más lo hacía. Tom había sido un infeliz, un hijo de puta cruel e insensible. Pero yo no era nadie para juzgarlo, yo también me había comportado de la misma forma. Al final, para mí buena o mala suerte, todo había cambiado con los meses, y aunque no había dejado que los fuertes sentimientos que estaban estancados en lo más profundo de mi pecho se marcharan, con la ausencia de Tom, mi vida solitaria y aburrida había regresado.

Ahora que estaba de vuelta no sabía qué hacer ni cómo reaccionar ante la situación. Tenía pánico, un sudor frío recorría mi espalda. Él me hablaba como si no fuera el chico que yo conocía, me hablaba de una manera distinta a la cual yo estaba acostumbrada. Y no entendía bien por qué, pero su voz se estaba metiendo dentro de mí, encerrándose dentro de mi cuerpo sin permiso, acampando dentro de mi cabeza. Yo estaba empezando a sentir como me atravesaba con tan solo pronunciar mi nombre.

—Estás muy cambiada —murmuró. 

Entrecerré los ojos al oírlo.

—Las personas lo hacen, Tom, mírate —contesté, manteniendo una sonrisa forzada en el rostro.

Mamá estaba en el primer piso preparándonos unas galletas mientras que Tom estaba sentado en una silla, utilizándola al revés. Me miraba fijamente a los ojos, y por un momento tuve la impresión de que estaba burlándose internamente por lo torpe que estaba actuando ante su presencia.

—Siempre había querido hacer un cambio. Tú sabes que en la escuela están prohibidas este tipo de cosas. —Señaló su extravagante cabello rubio—. Simplemente tenía que esperar para hacer lo que quería.

—Bueno, tu cabello creció mucho —comenté.

—Creo que las rastas aún están cortas, quiero que sobrepasen mis hombros. —Asentí levemente, pensando disparates acerca de lo bien que se veía y las ganas que tenía de ir y tocarle esos nudos para saber cómo se sentían. Parecía un espanta pájaros, pero igualmente me gustaba.

Un Juego de amigos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora