Capítulo 1: Bien venida a Dahl

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Era una noche lluviosa. Jane observaba como el limpia-parabrisas retiraba las gotas de agua de la luna del coche, dejando un rastro borroso tras de sí. A veces se preguntaba si no sería mejor dejar caer la lluvia en el cristal sin más, porque la mayor parte de las veces se veía peor una vez las varillas hacían su trabajo.

Miró el reloj del coche: 21:24.

- ¿Falta mucho para llegar? - preguntó Jane a su madre, que estaba conduciendo a su lado.

- Una media hora si no encontramos ninguna caravana.

Media hora. Llevaba un día entero de viaje y estaba agotada, pero lo peor es que el coche era de alquiler, la radio no funcionaba y su mp3 se había quedado sin batería hace horas. Reclinó un poco el asiento, se cruzó de brazos y se tumbó, pero ninguna postura le resultaba ya cómoda. Después viajar en taxi hasta el aeropuerto, casi dos horas y media de viaje de avión y casi tres en coche, su cuerpo comenzaba a exigirle una caminata.

Tras media hora aproximada de trayecto llegaron a un bloque de edificios con una fachada que revelaba su antigüedad. La madre de Jane aparcó el coche en una plaza de minusválidos cercana y se dirigió a su hija mientras de desabrochaba el cinturón de seguridad.

- Jane, cielo, ve a avisar a tu padre y a tu hermano de que hemos llegado y diles que nos ayuden con el equipaje.

Jane asintió en silencio, cogió el paraguas que había en el asiento trasero y salió del coche. Abrió el paraguas y mientras se dirigía al edificio metió la mano en uno de los bolsillos de su pantalón y sacó una nota con el piso en el que se habían instalando su padre y su hermano Daniel. Era un cuarto piso y Jane solo esperaba que hubiera ascensor.

El portal estaba abierto, lo cual le ahorró el mal trago de hablar por el telefonillo en caso de equivocarse de piso, pero tendría que hablar con la persona al otro lado de la puerta de todos modos.

Por supuesto, no había ascensor en el edificio. Bueno, sí que había, pero estaba estropeado. De todos modos, después de pasar tanto tiempo sentada, agradeció el tenar que subir escaleras... aunque no lo agradecería tanto cuando tuviera que subir con el equipaje.

Llegó al cuarto piso y buscó la letra "E" en las puertas. Cuando la encontró se dirigió hacia ella algo nerviosa por temor a que un desconocido le abriera la puerta. Llamó al timbre y al otro lado de la puerta pudo escuchar la voz de su hermano diciendo "¡Han llegado, han llegado!", lo cual la reconfortó enormemente. Daniel abrió la puerta y se abalanzó sobre su hermana, la cual intentó sacárselo de encima como pudo. Segundos más tarde apareció su padre, que también la abrazó y besó las mejillas de su hija.

- ¿Dónde está mamá? - preguntó Daniel ansioso.

- Está abajo, esperando para que la ayudéis con el equipaje.

- No me digas más.

El padre de Jane entró en la casa para coger las llaves y enseguida acompañó a sus hijos hasta dónde se encontraba Wendy, que esperaba con el paraguas abierto bajo la lluvia y corrió hacia ellos nada más verlos.

Abrazos, besos... lo típico cuando pasas dos meses sin ver a tu familia. El padre de Jane había sido destinado a Dahl para dar clase de inglés en el instituto Andersen, dónde ella cursaría a partir de ahora. Pero por desgracia para Jane sus notas en geografía y matemáticas no fueron demasiado buenas, por lo que su madre se quedó con ella en Londres para ayudarla a preparar los exámenes y llegar al nuevo instituto sin lastres.

Una vez subido el equipaje, Jane se dirigió a su nueva habitación. No era demasiado grande, pero tampoco pequeña. Tenía una ventana frente a la puerta y una cama con sábanas moradas en la pared de la derecha. Los muros eran blancos y el suelo de madera oscura. En la pared de la izquierda había una estantería poco más alta que ella y varias cajas de Ikea.

- ¿Te gusta?

La voz de su padre tras de sí hizo que se sobresaltara. Se giró para verlo y asentó con la cabeza un par de veces.

- No es como la que tenías en Londres pero...

- Tranquilo papá, está bien, con que tenga una cama es suficiente.

- Te he comprado un escritorio - comentó señalando una de las cajas del suelo -, pero todavía no he tenido tiempo de montarlo.

- No te preocupes, ya lo montaremos.

Wendy llamó a su marido y Jane aprovechó la ocasión para cerrar la puerta y comenzar a desempaquetar sus cosas. Todavía no tenía una cómoda o armario donde guardar la ropa, por lo que comenzó por los libros, que fue poniendo cuidadosamente en la estantería. Cuando hubo terminado, rebuscó en una de las cajas de ropa un pijama para ponerse esa noche y se cambió.

Salió de la habitación y fue al baño a lavarse un poco la cara. Se miró en el espejo, despeinada como de costumbre y con su clásica expresión de apatía. Daniel entró como un torbellino en el baño en informó a su hermana de que la cena estaba lista.

La cocina tampoco era nada del otro mundo: Era el típico piso con cocina americana, pero al estar todo el piso escasamente amueblado y ahora lleno de cajas, le daba un desagradable aspecto de dejadez. Lo cual la cena no ayudó a solucionar, pues no era otra cosa que pizzas precocinadas. Para reconfortarse, Jane pensó que todo ese panorama no tardaría en cambiar ahora que su madre había llegado.

Cuando terminaron de cenar y de limpiar un poco la cocina, Jane volvió a su habitación y puso su mp3 y su móvil a cargar mientras se acomodaba en la cama para continuar leyendo "Sinsajo", pero apenas pudo pasar la primera pagina, pues calló profundamente dormida.


2nd Generation (Español) -PAUSADA-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora