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Capítulo 005:

Hay mucho ruido en el lugar, conversaciones que se oyen lejanas. El olor en el ambiente es insoportable y el hecho de que me duela la cabeza hace de esta situación aún más torturable. No tengo idea de que día es hoy, ni el tiempo que llevó aquí, ¿2 días? ¿Una semana?

Mis manos están inmóviles, al igual que mis piernas y mi cuerpo. Parpadeo un par de veces para aclarar mi visión pero lo único que veo es un gran almacén vacío y algo oscuro, ¿en dónde estoy? ¿Cómo llegué aquí?

- De nada sirve que te remuevas en esa silla - la voz hizo eco en el lugar - Sólo consigues lastimarte.

Por más que buscara al portador de aquella voz, no veía a nadie. Quise gritar pero mi boca estaba amordazada.

Una silueta apareció de entre las sombras dejando a la vista su rostro. Un hombre alto, delgado, de ojos pardos y cabello negro me observa con una sonrisa de superioridad. No debe tener más de 20 años. En su rostro hay una larga cicatriz que recorre la mayor parte de su mejilla derecha.

- Es una suerte haberte encontrado, Evelyne - ríe - Richard no sabrá que lo golpeó.

¿Mi padre? ¿Qué tiene él que ver en esto?

El sujeto camino en mi dirección y liberó mi boca. La sonrisa en su rostro no desaparece.

- ¿Quiénes son? ¡¿Por qué me han traído aquí?! ¡¿Por qué mencionas a Richard?! - grite.

- Tsh, tsh, tsh - el sujeto niega con un dedo de manera divertida - Haces demasiadas preguntas, pero te diré algo... - apoya una de sus manos sobre el borde de mi silla, quedado cara a cara conmigo - ...puedes culpar de esto a tu padre.

Sus ojos son fríos e inexpresivos. Veo con más claridad la cicatriz en su rostro. No es un sujeto común, está lleno de resentimiento y dolor pero sobre todo... Odia a mi padre.

Desconectó nuestras miradas. Salió caminando con pasó presuroso por la única puerta que he logrado visualizar en ese lugar. No digo nada, lo entiendo. Richard es un ser despreciable y por culpa de ello -yo- estoy sufriendo las consecuencias.

[...]

Las horas pasan, la oscuridad se aclaró por el brillo de la mañana, quizás ya sean las 10 de la mañana. Mis piernas siguen entumecidas y las muñecas me arden, de seguro ya se lastimaron por la soga alrededor de ellas. Mi frente suda y sólo me pregunto, ¿cuándo acabara está pesadilla?

La puerta de metal se abre abruptamente dejando a la vista al mismo chico de ojos pardo y a dos grandulones que venían con él.

- Es tu padre en la línea - dice el muchacho acercándome un teléfono.

- ¿Y? ¿Qué quieres que haga? - pregunté indiferente.

Uno de los grandulones se acercó a mí y jaló mi cabello hacia atrás.

- ¡Aaah! ¡Suéltame! - chille.

- Te recomiendo cooperar, Richard quiere asegurarse de que "efectivamente" tenemos a su hija - ríe.

- Ni loca ¡No pienso pedirle ayuda a ese ser tan miserable! - escupí.

- Vaya, vaya, no eres tan indefensa como pareces - ríe. Lo mire mal, no me gustaban sus absurdos comentarios.

- No pienso decirle nada - aparte la mirada.

- Lo has oído - el muchacho volvió a levantar el teléfono - Ella está aquí y a menos que cumplas con mi petición... - se quedó callado - ¡No me subestimes! - grito provocando que saltara sobre la silla - ¡Soy capaz de matarla!

Swindler || h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora