Diez: Gemidos

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Estaba acostada en una manera poco cómoda, mi mano derecha estaba sobre mi cabeza mientras mi otra mano estaba sobre mi estomago y mi cuello estaba chueco, me dolería acomodarlo. Abrí los ojos de golpe encontrándome con un techo color blanco. No quería moverme pero debía hacerlo. Me senté en el incomodó sillón donde creo que había pasado toda la noche.

-Mierda. –dije al sentir como mi cuello dolía al acomodarme.

Mire el lugar donde estaba, era la casa de Hood. ¿El donde estaba? Me dolía la cabeza y sentía ganas de vomitar, mientras que también tenía una sed desesperada. Maldita cruda.

-Hood. –lo llame.

Tal vez el este en la segunda planta. Me levante del sillón y note que no llevaba puestos mis tenis, no estaban por ahí cerca. Subí las escaleras descalza, había como cuatro puertas a lo largo de todo el pasillo. Abrí cada una tratando de encontrar a Hood, pero no lo estaba. Faltaba una puerta por abrir, estaba apunto de abrirla hasta que escuche unos ruidos.... Corrijo, eran unos gemidos.

¡Eran gemidos! Me pegue a la puerta tratando de escuchar mejor. Eran gemidos de mujer y vaya que eran insoportables, sonaban mas como chillidos de una niña. Pobre de la chica, parece que no lo esta disfrutando. Bueno, yo me imagino que no lo hace por sus chillidos, digo, sus gemidos irritantes.

-¡Me voy a venir! –la escuche gritar agitadamente.

Que asqueroso, iría a aventarles una cubeta con agua fría. Me aleje rápido de la puerta, no quería seguir martirizando a mis oídos. Me senté de nuevo en el sillón y espere a que el señorito terminara de hacer que se viniera a su dama.

Entre a la cocina con toda confianza y busque un vaso para servirme un poco de agua. Mi boca era un desierto. Después de haber tomado dos vasos con agua, salí de la cocina y justamente venía bajando la linda señorita que acaba de venirse y justo detrás de ella venia el caballero que la había ayudado. Que solidario es. Espero que se entienda mi sarcasmo.

-¿Y tu quien eres? –pregunto la tipa.

-Que te interesa. –le respondí.

Ella dejo de mirarme y después volteo a ver a Hood.

-¿Quién es ella? –le pregunto.

-Nadie importante. –respondió tranquilo.

-Bueno, mientras no sea otra con la que tenga que compartir.

¿Qué? ¿Me estaba llamando zorra esta zorra?

-Quédate tranquila, yo no soy y no pienso ser una más de su club de las zorras. –hable con tono arrogante.

Hood rio y tapo su boca, ella me miro molesta. Le sonreí a esta tipa que vestía una vestido de ramera, la describía tan bien su forma de vestir. Mientras que yo solo parecía una vagabunda, pero al menos no soy una zorra como ella.

-Bueno, ya es hora de irte Cynthia. –intervino Hood. –Nos vemos para la próxima.

Cynthia, hasta nombre de ramera tenía. Ella dejo de mirarme para ponerse frente a Hood y darle un simple beso en la mejilla.

-Llámame. –le susurro Cynthia.

Camino hasta la puerta y se fue sin despedirse de mi y no lo esperaba sinceramente.

-Así que nos escuchaste. –por fin me hablo Hood.

-Como no podía escuchar sus chillidos, por dios, parecía como si la estuvieras matando.

-Bueno, no es mi culpa ser un chico grande. –hablo arrogantemente.

Me reí de su comentario y negué.

-Buen chiste, me has hecho el día. –dije divertida.

Pase por un lado suyo para buscar donde estaban mis tenis. Quería irme de este lugar que parecía más una casa de citas.

Hood me tomo del brazo, quedando frente a frente.

-¿Quieres que te muestre que realmente lo soy? –pregunto refiriéndose a su amigo.

-Por supuesto que no y mucho menos después de haber follado con esa zorra. –dije asqueada.

-¿Así que te importante con quien tengo sexo? –pregunto sonriendo.

Aun su mano sujetaba mi brazo. ¿Me estaba llamando celosa? Porque no lo estaba, por mi que coja con todas las mujeres de la ciudad.

-Por supuesto que no, por mi tírate a todas las que quieras. –respondí.

Alto, el y yo anoche estábamos besándonos en su auto. Quería seguir besándome pero yo lo detuve, claro, el estaba molesto por lo que dije y no haberlo dejado que continuara. Como yo no deje que tuvieras sexo, llamo a su amiguita para al menos quitarse las ganas con ella.

-¿Me puedes dar mis tenis? –le pregunte.

-Se quedaron en el auto, ve tu por ellos.

Quería ir pero aun seguía sujetándome.

-¿Me dejas ir? –pregunte.

Me soltó y camine hacia la cochera donde estaba su auto. El auto estaba abierto asique ahí mismo me coloque mis vans. Hood entro a la cochera con las llaves en la mano.

-¿Por qué me dejaste dormir en tu sillón teniendo tres habitaciones disponibles? –pregunte.

-Porque tu no eres nadie especial para mi, ¿Por qué debería de ser tan hospitalario contigo?

-Al menos me hubieras dado algo con que cobijarme. No te pido que seas hospitalario conmigo, no es como que me importe mucho.

-Estabas borrachísima, te puedo asegurar a que ni siquiera sentiste si hacia frio o calor. No te quejes, pude haberte dejado tirada en la calle.

-Jamás te pedí que me fueras a buscar a ese bar, me la estaba pasando tan bien. –me queje

-Bueno, tal vez no debí ir a buscarte a ese bar donde estabas tan borracha que ni siquiera podías caminar. Pude haber dejado que algún chico abusara de ti o que murieras en algún accidente.

Se iba acercando cada vez más a mi cada que hablaba.

-Ahora ya se que hacer cuando tengas unos de tus putos arranques de inmadurez y te vayas a tomar como la borracha que eres. –dijo frente a mi.

¿El se estaba preocupando por mi?

-Tal vez seria mejor que me dejaras de una buena puta vez en paz, no te soporto. Te odio maldita sea, odio cada jodida parte de ti. –le dije enojada.

-Yo no solo te odio, te desprecio. Eres insoportable, ahora comprendo un poco a tu padre. Mi más sentido pésame para él al tener que soportar a una hija como tú.

Le di una fuerte bofetada, mi mano ardía. El me miro enfadado al igual que yo a él, por dios se veían tan sexy enojado. Y sin importarme lo tome de ambos lados de las mejillas y lo atraje a mi para besarlo.

No, no era de esos besos lentos y cariñosos. Este era brusco y salvaje, trataba de sacar todo mi coraje a través de mis labios con los suyos. Coloque mis manos detrás de su cuello y el coloco sus manos en mi espalda baja atrayéndome mas a él.

Mordió mi labio inferior provocando que gimiera. No, no eran gemidos como los de aquella tipa. Yo gemía más bonito, creo. Nuestros labios volvieron a juntarse, me pego contra el auto, una de sus manos viajo por dentro de mi blusa, subió hasta uno de mis senos y lo apretó por encima de mi sujetador, volví a gemir. Saco su mano para después cortar el beso y colocar su mano sobre mis labios.

-Recuerda lo que me dijiste anoche, Allison. Tú no lo vales. No me rebajaría a tener sexo con alguien como tú. –hablo arrogante.

Hijo de puta. Me hizo sentir humillada.

-¿Quieres que te deje en paz? Bien, porque no lo hare. Seré tu peor pesadilla, será la muerte en vida para ti. –siguió hablando. –Trate de portarme bien contigo, pero ya no más. Ahora sabrás lo que realmente soy.

HOODDonde viven las historias. Descúbrelo ahora