13🥀 | 6 de Noviembre

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Estaba tan a gusto durmiendo que no me esperaba que me iba a despertar el ruido del secador de Rebeca

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Estaba tan a gusto durmiendo que no me esperaba que me iba a despertar el ruido del secador de Rebeca. Me remuevo incomoda en la cama, soltando algún que otro gruñido molesta, y lo primero que veo al abrir los ojos es la sonrisa de Rebeca delante de mi cara.

—Despierta dormilona, por fin ha llegado el día. ¡Van a venir nuestros padres a vernos! Tengo muchas ganas de conocer a los tuyos, sobre todo, a tu hermana Missie.

—Lo que tú digas, ahora solo quiero dormir... —gruño y me cubro con las sábanas.

Mi tranquilidad dura unos segundos, ya que uno de los cojines de Rebeca impacta contra mi cuerpo y se lo devuelvo de mala gana. Al final ha conseguido su objetivo, porque ya me he espabilado y no puedo volver a dormirme.

Me siento en el borde de la cama y uso todas mis fuerzas para levantarme. Cojo mi bolsa de aseo del armario y salgo al pasillo dirección al baño. Una vez dentro, me detengo frente al lavabo. Saco de mi neceser el cepillo y comienzo a peinar mi cabello con esmero para después recogérmelo en una coleta bien hecha.

Por último, antes de irme, me lavo los dientes siguiendo mi rutina diaria.

Cuando regreso a la habitación, Rebeca ya está preparada para marcharse. Se echa el bolso al hombro y besa mi mejilla.

—¡Mis padres ya están aquí! Nos vemos abajo —dice, saliendo por la puerta y cerrándola tras de sí.

Abro el armario y me visto con lo primero que veo: una sudadera con dibujos y unos pantalones de chándal grises. Saco las deportivas del cajón y me ato los cordones tan rápido como puedo.

No me gusta mucho maquillarme si no es completamente necesario, pero me pongo un poco, sobre todo, para ocultar las ojeras y disimular lo pálida que estoy.

Tras unos retoques ya estoy lista, así que me meto lo necesario en los bolsillos de mi pantalón y abandono la habitación. Mientras bajo las escaleras reviso si tengo algún mensaje de mis padres y, efectivamente, mi padre me ha escrito esta mañana.

 Mientras bajo las escaleras reviso si tengo algún mensaje de mis padres y, efectivamente, mi padre me ha escrito esta mañana

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Bajo las escaleras hasta la última planta, salgo de la residencia y me dirijo a la cafetería. El lugar está lleno de gente cuando llego y me cuesta localizar a mis padres.

A quien sí localizo es a Rebeca que está muy ocupada dándole un abrazo a su hermano pequeño. Sus padres los observan, apartados a un lado, y veo que Rebeca es la viva imagen de su madre. Su hermano, en cambio, se parece más a su padre.

Alguien me sorprende, abrazándome por la espalda, y me giro rápidamente impresionada. Suspiro aliviada al darme cuenta de que es mi padre, no tenía por qué asustarme.

Me abalanzo sobre él y me cubre al instante con sus brazos. Tras abrazar también a mi madre, me acerco al carrito de Missie y la cojo en brazos, abrazándola con todas mis fuerzas.

Los echaba tanto de menos a los tres.

—¿Cómo está nuestra universitaria favorita? —me pregunta mi padre, consiguiendo que me ría.

—Mejor ahora que estáis aquí.

—Te hemos echado de menos pequeña —mi padre se acerca a mí y deposita un beso en mi cabello.

—Y yo a vosotros. ¿Os apetece comer aquí? La comida está muy buena y así podemos hablar más tranquilos, no aquí, en medio de todo el mundo.

—Claro, ¿hay alguna mesa libre donde podamos sentarnos? —pregunta mi madre, buscando una con la mirada.

Asiento y señalo la mesa que he reservado para nosotros, tuve que hacerlo con días de antelación ya que todo el mundo ha elegido la cafetería como lugar para reunirse con sus familiares y no quería quedarme fuera.

Nuestra mesa se encuentra al fondo de la cafetería, nos acercamos a ella y nos sentamos.

Mis padres miran la carta mientras yo juego con Missie, que está sentada en mis piernas, y decidimos pedir lo mismo para todos. Lo echamos a suertes y le toca a mi padre ir a la barra, allí pide tres platos del especial del día.

—¿Qué tal las clases? ¿Has hecho ya amigos? —me pregunta mi madre, aprovechando que nos hemos quedado solas.

—Las clases van bien, voy a la mayoría con mi compañera de habitación. Y sí, he hecho amigos. Rebeca me ha presentado a su novio Ben y a su mejor amiga Jess. Los cuatro nos llevamos muy bien y estamos haciendo muchos planes juntos.

Por un momento pienso en nombrar a Nathan, pero no lo hago.

—Eso está genial, cariño, te dijimos que era fácil conocer a gente afín a ti.

—¡Melissa! —me llama Rebeca, moviendo el brazo en el aire para que pueda verla. Me pide que me acerque con la mano y miro a mi madre, que desvía la mirada hacia ella y sonríe.

—Ve con ella, pero no tardes mucho, papá vendrá pronto con la comida y tiene mucha hambre —Mamá coge a Missie en brazos y me guiña el ojo.

Asiento rápidamente con la cabeza y abandono la mesa. Camino hasta donde están Rebeca y su familia, me los presenta y su hermano pequeño extiende su mano frente a mí para que la estreche.

—Encantada de conocerte, pequeño Ethan, tu hermana me ha hablado mucho de ti.

—No soy tan pequeño y seguro que no te ha dicho nada bueno... —gruñe y cruza sus brazos, enfadado.

—Tengo que hablar con Melissa un momento, ahora vuelvo —dice Rebeca y sin previo aviso, me coge del brazo y me arrastra fuera de la cafetería.

—¿Qué pasa?

—Tengo un planazo para esta tarde al que no puedes negarte.

—¿Hoy?

—Sí, cuando se vayan nuestros padres iremos a ver la nueva película de terror que han estrenado en el cine. ¿Te apuntas?

—Yo...

—Nada de excusas, nos vemos esta tarde —me dice y se marcha antes de que pueda negarme.

Rebeca a veces puede llegar a ser muy insistente.

Rebeca a veces puede llegar a ser muy insistente

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Otra oportunidad para el amor | Bilogía Otra oportunidad #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora