12🥀 | 15 y 21 de Octubre

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Entro en el edificio y camino directamente hasta el ascensor. Dentro, pulso el botón de la segunda planta y me apoyo en la pared a esperar a que las puertas se vuelvan a abrir. Siento cierto alivio cuando el numero dos aparece en la pantalla y por fin puedo salir de ahí.

Camino hasta la puerta de mi habitación y en cuanto la abro, Rebeca se abalanza sobre mí para darme un abrazo.

—Melissa, estaba tan preocupada por ti. No has vuelto a ver la película y pensábamos que te había pasado algo. Lo siento mucho de verdad, te prometo que no me meteré más en tu relación con Nathan, quieras lo que quieras yo te apoyaré.

Sin poder evitarlo comienzo a sollozar, porque una parte de mí siente que estoy traicionando a Trevor, aunque él ya no está.

—¿Qué te ha hecho ya?

Rebeca cierra la puerta y me acompaña hasta mi cama. Nos sentamos y me abraza por detrás, intentando calmarme.

—Me ha besado.

—¿Y eso es malo? —Suelta una carcajada, que suena por toda la habitación, y la fulmino con la mirada.

—No lo entenderías, es más complicado que eso.

—Tampoco me has contado mucho de ti como para entenderte Mel. ¿Qué hay de malo en que le gustes a Nathan?

—No le gusto, simplemente nos hemos dejado llevar y nada más.

Rebeca niega con la cabeza como si no estuviera de acuerdo conmigo, pero decide dejar el tema ya que sabe que le voy a rebatir cualquier cosa que diga sobre él.

—¿Te apetece ver una película?

—Claro.

Rebeca se levanta de la cama y coge su ordenador del escritorio, observo que también lleva en la mano la caja de la película que íbamos a ver con Jess y Ben. Lo deja sobre la cama y mete el disco en el ordenador.

—Veamos Titánic. Jess me la ha prestado para que la puedas ver, ya que te la perdiste por mi culpa.

Es una película bastante larga, pero no me imaginaba que íbamos a terminar las dos llorando con el final.

—El joven Leonardo DiCaprio es lo único que necesito en mi vida —dice Rebeca, limpiándose las lágrimas con las mangas del pijama, y me río por su comentario.

—Vámonos a dormir, es muy tarde —le propongo y ella asiente, abandonando mi cama y metiéndose en la suya bajo las sábanas.

Me cambio la ropa que llevo puesta por el pijama, que tengo doblado debajo de la almohada, y me meto en la cama. Estiro todo lo que puedo las sábanas y me oculto debajo de ellas.

Intento no darle más importancia al asunto de Nathan y no pensar en él, pero es imposible, ya que acabo soñando con nosotros y con nuestro beso en el lago. Se repite una y otra vez en mi cabeza y en el sueño mantenemos una conversación muy diferente a cómo ha sido en realidad.

Le digo con total confianza que me gusta y que llevaba tanto tiempo esperando que me besara. Pero el sueño da un giro sorprendente, cuando quien no puede resistirse más y le roba un beso soy yo.

Lo bueno de los sueños es que son eso sueños. Nada de lo que pase en ellos va a ocurrir en la vida real, así que, me permito disfrutar del momento.

Si soy sincera si debo tener este sueño todas las noches lo prefiero, porque no es una sensación tan desagradable como las pesadillas, las cuales no he tenido por primera vez en mucho tiempo.

Si soy sincera si debo tener este sueño todas las noches lo prefiero, porque no es una sensación tan desagradable como las pesadillas, las cuales no he tenido por primera vez en mucho tiempo

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Otra oportunidad para el amor | Bilogía Otra oportunidad #1Where stories live. Discover now