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(Narra Kevin)
En cuanto deje a Doble D en su casa salí disparado a la mía. ¿En serio lo había invitado a comer? ¿Cómo se me ocurrió eso si ni siquiera puedo tocar un sartén?
¿Qué iba a cocinar? No tenía idea pero, en Internet debe haber muchas recetas, así que no me preocuparé más por eso.
En el navegador de Internet teclee "Recetas fáciles y rápidas", no quería hacer algo que requiriera mucho tiempo y fuera muy difícil  porque tal vez incendiaría la casa.
Ninguna receta me convencía, todas se veían difíciles a pesar de que en su título decían "Fáciles". Comencé a pensar en la comida que hacía mi madre y pensé en el spaghetti con albóndigas que hacía todos los viernes. No se veía que fuera difícil, al menos que yo lo recuerde, así que opté por cocinar eso. De nuevo, busqué la receta en internet y cuando supe los ingredientes que tenía que llevar, recordé que hacía mucho que no iba al supermercado a rellenar la alacena, por lo que seguramente no tendría nada.
Apunté los ingredientes en una nota adhesiva y fui al supermercado.
No quería hacer la salsa, por lo que tomé una frasco de salsa con carne. Para las albóndigas necesitaba obviamente carne pero, ¿cómo se escogía? Veía que las señoras se le quedaban viendo a las charolas y al final solo tomaban una. Las imité para no sentir vergüenza de agarrar la primera que vi y me fui rápidamente de ese lugar.
Faltaban la pasta y unas cuantas verduras. Tomé el primer paquete de pasta que vi y fui a donde estaban las verduras. De nuevo el problema, no sabía como se escogían. Imité de nuevo a todas las señoras y comenzaba a tocar primero un tomate, supuse que si estaban duros estaban maduros, por lo que escogí los más duros. Hice lo mismo con las demás.
Pagué y regresé lo más rápido que pude a casa.
Comencé a seguir los pasos de la receta y como jamás había cocinado, me queme varias veces con el mango del sartén al hacer las albóndigas.
Ya estaba listo todo, así que levanté todas las cosas que estaban tiradas en la parte de abajo de la casa, ordené un poco y me di una ducha rápida para que no se enfriara la comida. Luego de todo eso fui por Edd.
Toqué su puerta y luego de unos segundos salió él. No había diferencia en él, sólo se había rodeado el cuello con una corbata. No pude evitar reír y él sonrojarse.

—¿No te queda nada más que hacer?

Él negó con la cabeza y salió de su casa.
Caminamos hasta mi casa y Doble D no decía ni una palabra. Seguramente tenía vergüenza. Decidí no hablar para tener conversación en la mesa, también para que fuera perdiendo la pena.
Llegamos y lo conducí hasta el comedor indicándole que se sentara.
Fui a la cocina y serví lo que había hecho. No estaba seguro de como había quedado, ya que no lo probé. Esperaba que al menos tuviera buen sabor.

(Narra Edd)
Estaba muy nervioso por venir a casa de Kevin, también sentía pena porque creo que haberme puesto una corbata fue muy tonto.
Estaba esperando a Kevin en su comedor y luego de unos 2 minutos regresó con dos platos en sus manos. Había cocinado spaghetti con albóndigas. Bueno, supongo que lo cocinó. Puso un plato frente a mi y otro en la silla donde él se sentaría, luego desapareció en la cocina otra vez. No tardó ni un minuto esta vez, ahora había traído unos vasos con... ¿qué era lo que había servido?
Al parecer Kevin notó mi aspecto porque río.

—No es vino, idiota —río más fuerte. —Es refresco de sangría.

Me sonrojé y reí también. No entendía porque pero también lo hice.
Se sentó frente a mi y no dejaba de mirarme. Seguramente estaba esperando que proba a la comida. Olía bien. Tomé el tenedor y enrollé algo de pasta, partí una albóndiga y enterré un pedazo de ella en el tenedor, luego lleve el tenedor a mi boca.
Hice un gesto de disgusto. La carne estaba algo cruda.
Kevin me vio y una expresión de susto de dejó ver en su cara.

—¿Qué pasa? ¿Tiene mal sabor?

—No, solo esta algo cruda la carne —sonreí.

Kevin suspiro y frotó sus manos contra su cabeza.

—Lo siento. Es la primera vez que cocino.

—No te preocupes, es un bonito gesto de tu parte el que lo hayas intentado —seguí sonriendo.

No dejábamos de mirarnos. Él sonreía y yo también. Podría decir que se le veía feliz.

—Gracias.

Cuando dijo esto, su sonrisa se extendió aun más y colocó su mano arriba de la mía, apretándola con fuerza.

PRESA (KevEdd)Where stories live. Discover now