Dylan Alessandro- II.

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Pudo ver que Liam se acercaba a el, pero el niño de al menos unos doce años ni siquiera se había dado cuenta que el muchacho estaba escondido, literalmente espiándolo.

Salio de su escondite cuando Liam Caniff estuvo lo suficientemente cerca, el chiquillo se sorprendió y Dylan mostró su mejor sonrisa.

- ¡Primoooo! -Dijo él más grande.
- Ay no, ¿y ahora que quieres?
- Todo lo que sabes de tu hermana.

El niño suspiró.
- Danielle Liane Caniff, su color favorito es el rosa, le gustan los girasoles y los Skittles. Tiene catorce y va en...
- ¿QUÉ TIENE CUANTOS?

Se quedó helado, quizá había escuchado mal.

- Catorce.
- No puede ser.
- Pues si, creo que lo heredo de mamá.

Miró al niño, dudoso, pero de todos modos... ¿Por qué estaría mintiendo?

- ¿Qué día cumple los quince?
- En... -Hizo las cuentas mentales- Dos meses.
- ¡Ayyy! ¿Por qué? -Se lamentó.
- Bueno, ahora qué lo sabes mantente alejado de ella.

Y se encaminó al salón, Dylan lo detuvo jalandolo con facilidad de la mochila.

- ¿Donde dijiste que estudia?

A la hora de salida, la pequeña Danielle salía de clases con sus amigas, que parecían de dieciséis años al igual que ella, Dylan se preguntó si en el jardín de niños se les había dado hormonas. Estaba recargado en el auto de alguien, las niñas comenzaban a hacer alboroto al verlo ahí, a un chico tan guapo... Esperando a alguien. Cuando Danielle se despidió de sus amigas, este corrió a ella sonriendo coqueto.

- ¡Danielle!
- ¿Dylan?
- ¿Como estás?
- ¿Qué haces aquí?
- Vine a recojer a mi hermana.

Ella se cruzo de brazos incrédula, una chiquilla castaña se acerco a ellos con cara de avergonzada.

- ¿Qué haces aquí, Dylan?

- Vine por ti, Cecilia, mi mamá me mando -Los ojos castaños de la niña se iluminaron. 

- ¿Papá volvió a casa? 

Dylan negó. 

- No creo, sólo me mando y ya -Mintió- ¿Por qué preguntas eso? 

- Escuche a mamá decir que venía esta tarde.


El chico se sobresalto, tomo de la mano a Cecilia y comenzó a caminar, había recordado que la patineta que Shawn le había comprado hace unos pocos meses atrás, nuevamente se había quebrado y estaba justo donde su padre metía las maletas vacías, no podía verlas, se enojaría una nueva vez.

- Fue un gusto verte Danielle, ¡Hasta luego! 

- ¡No, espera! -Ella apresuró el paso para seguirlos, le quedaba cerca su casa por donde ellos vivían, Dylan por primera vez sintió que su corazón se aceleraba e incluso le había dejado de preocupar que su padre lo regañara por la quinta patineta rota.

SOLO 16. | s.mWhere stories live. Discover now