Otra oportunidad para el amor | Bilogía Otra oportunidad #1

5🥀 | 3,4 y 6 de Septiembre

Aunque es fin de semana y debería disfrutar de la cama un ratito más, me levanto temprano para evitar que los baños se llenen de gente antes de que pueda darme una ducha en condiciones. Echo hacia un lado las cortinas de la ducha y las cierro inmediatamente.

Estoy sola y solo se oye el ruido de las gotas de agua que caen al suelo. Por fin voy a poder disfrutar del silencio y de una buena ducha con agua caliente, porque desde que llegué no he parado de ducharme con agua fría y ya me he cansado.

Abro el grifo y dejo el agua correr mientras enjabono mi cabello. La ducha me está relajando tanto que dejo que los recuerdos del chico de ayer invadan mi mente. No sé porque pienso en él, pero hay algo en ese chico que llamó mi atención y no sé qué es.

—Vas a gastar todo el agua caliente —Escucho decir a alguien que pasa al lado de mi ducha. Avergonzada, cierro el grifo y rodeo mi cuerpo con una toalla para salir y dejarle la ducha a otra persona.

He pasado tanto tiempo debajo del agua, que tengo la piel completamente arrugada.

Cuando salgo del baño, me cruzo con las primeras madrugadoras de la mañana. Agradezco que el baño solo sea femenino, porque no me cruzo con ningún chico de camino a mi habitación.

Una vez dentro, me encuentro con una Rebeca somnolienta que me mira desde la cama con los ojos entrecerrados.

—Buenos días —me dice y se deja caer en la cama.

—Buenos días —digo y suelto una pequeña carcajada cuando veo que ha cerrado los ojos de nuevo.

Me paro frente al espejo y mientras cepillo mi cabello, mi mirada va directa hacia el cuadro que descansa sobre mi mesita. En él, hay una foto en la que salimos Trevor y yo abrazados.

Han pasado dos años, pero sigo pensando que tenía una vida por delante con él. Lo hablamos mucho antes de que él falleciera, seguramente nos habríamos ido a vivir juntos, a un apartamento cerca de la universidad. Habríamos tenido una linda boda en la playa y también dos niños que estoy segura que se hubieran parecido a él.

Pero cuando ocurrió el accidente todas esas ideas se esfumaron de mi cabeza. Toda mi vida se desmoronó y caí en una depresión de la que me costó muchísimo salir.

Son tantos los recuerdos que me vienen a la memoria cuando pienso en él que no puedo evitar ponerme a llorar. Me siento tan vulnerable llorando con Rebeca en la habitación, pero no aguantaba más.

—¿Te encuentras bien? —Se levanta corriendo de la cama y me cubre con sus brazos. Me limpia las lágrimas con la manga de su pijama y acaricia mi cabello con suavidad.

No sé cuánto tiempo nos quedamos abrazadas, la una a la otra, pero al final consigo tranquilizarme. Hacía tanto tiempo que no me desahogaba así y menos delante de alguien.