Qué podría pasar cuando una maestra de Filosofía trae consigo años de soledad y un corazón de plomo?
Helena Johnson.
Profesora nueva de Filosofía en una Universidad en la pequeña ciudad de Baeza, ubicado en España.
En la universidad da clases par...
Veo que te divertiste bastante ayer, espero su momento romántico haya resultado lo mejor del planeta para que ahora me ignores. No te aparezcas en mi salón, Diana. -
Cerré la aplicación apagué el celular y me metí a la ducha. Odié el sentimiento que surgió hacia ella, el amor que por un momento pensé que en ella si existía. Y yo como una idiota aceptando mi amor por una mujer ante mi madre.
¡Genial! pensé sarcásticamente.
Solo eso me pasa a mi, ¿tan idiota fui?
Estuve tratando de ocupar mi mente hasta que dió la hora de ir a la universidad, debo entregar los exámenes corregidos y dejar ser libres a los alumnos por una semana.
El timbre sonó, sacándome de mis ideas y dejé las cosas en el comedor para poder abrir. Espero que esta visita no tarde mucho.
Abrí la puerta y me encontré con la vecina del piso de abajo. Una niña de no más de 12 años. En sus manos traía una caja de cartón con dos pequeños gatos.
- Hola. ¿Necesitas algo? - mi mirada subía de los gatos a la cara de la chica.
Una nariz roja muestra de que estaba o debió haber llorado, unas mejillas rojas y unos ojos cristalinos me observaban.
- Te gustaría adoptar a este par de gatos? Mi madre no quiere que los tengamos, y la verdad, es inhumano dejarlos en la calle. - moqueó en esa ultima frase.
¿Yo adoptando gatitos? Me rompió ver a la chica llorando así, cuando era pequeña tuve una mejor amiga que tenía dos gatos y vivía enamorada de esos michitos.
- ¿Estás segura que quieres darlos? - pregunté, en realidad no estaba convenciendo a la chica de quedarse los gatos, me estaba convenciendo a mi, de adoptar.
- Si, si los adoptas tu podría venir a visitarlos, por favor... -
- Bien, dame a los pequeños. - tomé a los dos gatos pequeños sacándolos de la caja de cartón.
Los dejé ser libres inmediatamente y se fueron corriendo por el departamento.
- Muchas gracias. - sus lagrimas brotaron nuevamente. - ¿puedo venir a visitarlos?
Con una sonrisa pequeña asentí, estire los brazos hacia la chica y me abrazó inmediatamente.
- Puedes venir cuando quieras y cuantas veces quieras... - acaricié su espalda y luego de un rato se apartó de mi.
La vi marcharse con lágrimas en sus ojos y me puse a buscar a los pequeños, recogí lo que pensé podrían dañar hasta que los encontré en el sofá.
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Tenía que pensar nombres, al parecer ambos gatitos son hembras. Así que me tocará pensar, me recordé que debo ir a la universidad, así que dejé a las pequeñas en el sofá y tomé mis cosas, me di cuenta que estas dos me ayudarían bastante a distraerme.