Qué podría pasar cuando una maestra de Filosofía trae consigo años de soledad y un corazón de plomo?
Helena Johnson.
Profesora nueva de Filosofía en una Universidad en la pequeña ciudad de Baeza, ubicado en España.
En la universidad da clases par...
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Mi enojo con Diana por primera vez iba en serio, nunca en las tres semanas que la conozco había tenido el lugar un comentario tan vago y absurdo como lo fue eso que dijo.
¿Por qué le daría el derecho de amistad a una persona como él?
- Helena... ¿En qué mundo andas? - la llamada de atención de Elisa me regresó al momento actual.
Acepté salir a comer nuevamente con este par porque mi enojo ganó y vi la opción de huir por un momento de escuchar a Diana dándome excusas para ser amiguita de aquel idiota. Ojalá supiera cuánto lo detesto.
- Lo siento, estoy muy distraída con el trabajo. -
- Es obvio que lo vas a estar, si no te das un descanso cuando tu cuerpo lo necesita, debes tomar en serio la libertar de tu cuerpo, Helena. - Víctor, aunque parecía un buen hombre algo tiene que no causa gran confianza en mí.
- Si, lo tomaré en cuenta. - Tomé un trago de mi vaso de agua.
- Nos decía Víctor si queremos salir a bailar uno de estos días, ¿Tu qué opinas? -
- Supongo que estaría bien, siempre y cuando tu tengas cuidado y sea en fin de semana o vacaciones, no quiero llegar toda trasnochada a dar clases. - eso es algo que mi profesionalismo no me lo permite, sería capaz de salirme temprano del lugar para tener mi merecido descanso y llegar con toda la energía a dar clases.
- Bueno, ¿Te parece si vamos saliendo de vacaciones? - Víctor habló
- Las vacaciones más cercanas son la semana que le dan a los estudiantes luego de los parciales, podemos ir en esas fechas. -
- Si tú lo crees, iremos entonces. - La verdad es que no tenía ganas de salir a bailar si quiera con este par, mi amiga está embarazada y el tío parece un acosador, no, no quiero ir.
Por otro lado, seguía vagando la idea del enojo con Diana, ¿por qué me está ganando tanto el comportamiento de una universitaria?
Mi estado de ánimo se venía para abajo, cosa que ya no me pasaba hace algún tiempo, lo peor es que nada lo podía levantar, si, en este caso no era algo que yo misma podría solucionar. Duré apenas unas dos horas en ese restaurante ya que Elisa insistía en querer seguir platicando, era una farsa.
En esa plática yo no estaba teniendo papel, simplemente escuchaba y en alguna que otra ocasión daba mi punto de vista, eso era todo. Y las intenciones de mi amiga nuevamente eran claras, que yo conozca más a fondo a su buen amigo, Víctor.
Esa fachada justo ahora, no la quiero.
Lo que quiero en realidad es un beso de Diana.
- Me voy, tengo cosas que hacer. - Recibí la mirada atenta de los dos pericos parlantes que no se detenían con nada y solo así logré zafarme.
