Vanessa no sabe quien es, no sabe qué es, ni sabe nada de su niñez.
Tiene conciencia desde los 12 años, pero antes de eso no se acuerda nada. Lo que si sabe es que posee unos increíbles poderes, que en la historia de lo sobrenatural nunca ha pasado...
Al escuchar eso miré a Scott con precaución y seriedad, él solo miraba a su padre atontado para luego asentir rápidamente. Cerré los ojos con irritación ante la falta de valor para decirle que no sabe de lo que habla.
Relajé mi expresión antes de acercarme más.
- Y tú Vanessa, un placer haberte conocido. Aun sigo pesando que ocultas algo pero eso no te hace ser mala persona, como le dije a mi hijo acá, quiero saber cual es su secreto cuando vuelva. - Me dijo mientras abrazaba a Scott por los hombros.
Él seguía con su mirada aturdida.
- Ciertamente no me conoce del todo todavía, no tengo nada que ocultar. Solo una cara bonita y un humor de mil infiernos. Scott, llévate mi camioneta, voy a la casa de Stiles. - Le entregué las llaves al chico.
- Es muy tarde para ir a casa de un chico ¿no crees? - Habló el padre de Scott. ¿Qué le importa al hombre de todas formas?
- No en realidad, está mal por lo de hoy y necesita compañía así que me ofrecí yo. Nos vemos. - Me fui sin esperar comentarios de los McCall.
Por suerte la casa de los Stilinski estaba cerca de la comisaría y al llegar di vuelta su jardín para colarme en la ventana del chico. Intenté hacerlo con el más silencio posible. Entré por su ventana y lo vi recostado en su cama revolviéndose y dándome la espalda así que me quité las zapatillas con un movimiento y la campera para acostarme a su lado, por debajo de las sábanas. Stiles pegó un pequeño brinco por el susto de no escucharme llegar.
- Casi me matas del susto. - Murmuró.
- Pero no lo hice así que ahora cállate y duerme. - Le dije mientras lo abrazaba por la cadera y enterraba mi cabeza en su cuello. Él me abrazó por los hombros, estaba mirando al techo.
Estuvo unos minutos callado y me estaba durmiendo cuando se movió.
- No estoy cómodo, siempre duermo en el medio de la cama.
- Pues ya no así que cállate.
- Ok... - Murmuró. Se quedó otros minutos callados y luego se movió de nuevo.
Y así pasó media hora moviéndose por minutos y despertándome cuando estaba justo quedándome dormida.
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Hable con enojo cuando me cansé.
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