La carta

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Cuando Zoe abrió la puerta de su dormitorio, cerró los ojos e inspiró ese olor tan familiar. Todo estaba tal como lo recordaba, a excepción de el material escolar del nuevo curso, ya preparado para su regreso a Hogwarts.

Había sido un verano increíble. Había exprimido al máximo cada minuto en aquel lugar. Los amigos de Viktor la aceptaron inmediatamente en su pequeña familia. Pero lo cierto es que ya tenía ganas de volver a casa. Estaba agotada después del viaje y sólo podía pensar en las ganas que tenía de cambiarse de ropa y tumbarse en su cama a leer un poco.

Pero antes de eso, debía escribir a Viktor para decirle que había llegado bien y que ya le echaba de menos. No podía recordar la cantidad de veces que se había reído con él ese verano. Con él y con Alek, el mejor amigo de Viktor. Eran practicamente inseparables el uno del otro. Por eso le extraño que Alek no hubiera acudido a Hogwarts para el Campeonato de los Tres Magos acompañando a Viktor.

- No pude ir. Me hubiera gustado mucho pero mi familia no pasaba por un buen momento entonces. Mi padre murió poco antes y mi madre no estaba en su mejor época que digamos. Casi la perdemos a ella tambien.

- Alek, lo siento. Yo, no pretendia ser entrometida. Debiste pasarlo muy mal.

- Bueno, es agua pasada. Aun duele. Pero lo he asumido. Además, pronto se pasará. Hay que ser positivo.

- Sí. Se a que te refieres. A mi aun todavía me afecta lo de mi hermano. Pero al menos ya no siento dolor cuando pienso en él. Siento felicidad por todo lo que vivimos juntos. Por lo fantástico que era.

Después de esa breve conversación, se hicieron muy amigos. Cada tarde quedaban en la playa para verse. Charlaban de cosas sin importancia. Se apoyaban el uno al otro cuando tenían un mal día. O simplemente leían algún libro. Tener esa relación con Alek le gustaba. Le recordaba al tiempo que había pasado en la Torre de Astronomía con Draco. Pero no era lo mismo. Aunque Alek se convirtió rápido en su confidente y le adoraba, no era él. En el fondo, e interiormente se odiaba por ello, deseaba que Alek fuera Draco.

Viktor le decía que tenía a Alek a sus pies, y ella le respondía riendo. En el fondo, sabía que su amigo tenía razón, pero no podía permitir que Alek se acercara más de lo que lo hacía. Sólo quería tenerlo como amigo, y tenía miedo de prederlo si ella lo rechazaba.

- Él a ti no te gusta, ni un poquito ¿a que no? -le preguntó un día Viktor.

- No es que no me guste. Es muy guapo, y me divierto mucho con él. Pero no me interesa como algo más ¿sabes?. Me gusta lo que tenemos ahora.

- Te entiendo. Además de que tú ya tienes al oxigenado.

- Ya estamos otra vez. Entre Draco y yo no hay nada. Ni lo habrá. después de todo lo que le dije no creo que quiera ni oir mi nombre.

- ¿Y tú? ni siquiera le has escrito para pedirle perdón. Te has dado por vencida antes de tiempo. Y veo tus ojos cuando hablas de él. Te tiene loca pequeñaja. Y lo sabes. Pero eres igual de orgullosa que tu hermano. -dijo Viktor con tono frustrado.

- ¿Puedo confesarte algo? Tengo miedo. Tengo miedo de volver a verle y que me mire como lo hacía antes. No quiero volver a ver ese odio en su mirada. Pero no le culparía. Y le echo de menos. A veces desearía que Alek fuera él. Poder estar con él así. como antes. Y esos pensamientos me hacen sentir mal, porque Alek no se lo merece.

- ¿Qué te ha dicho él sobre el huroncito?

- No le llames así. No he hablado con él de Draco. No me siento tan cómoda con él como para hablar de eso. Puedo hablar de cualquier cosa, menos de Draco.

Luz tras la oscuridadUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum