Demasiadas cosas en la cabeza

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Las semanas pasaban y las cosas, no podían ir mejor. Gracias a la ayuda de Malfoy, Umbrige no había descubierto aún al E.D., lo que hacía que cada día que pasaba, la vieja cara de sapo tuviera peor humor.
Había comenzado a hacer una serie de evaluaciones a cada uno de los profesores durante sus clases, incomodando a la gran mayoría. Les interrumpía constantemente con esa tosecilla suya que ponía nervioso a todo el mundo.
Curiosamente, la gran mayoría de sus evaluaciones, coincidían en clases en las que estaba Potter, que siempre acababa haciendo algún comentario inoportuno, ganándose así, más días de castigo.
Lo peor de esas semanas para Zoe, era escuchar lo que Harry había dicho para ganarse los castigos de Umbridge. La mayoría de las veces hacían referencia a Voldemort o, los que más le dolían, a Cedrid.
En realidad no le dolía lo que Harry decía, si no que la vieja harpía se burlara de él, y le dejara por embustero delante de todo el mundo.
Una tarde, después de haber oído por boca de medio colegio, la discusión pública de Potter vs Umbrige, Zoe no pudo aguantarlo más, y sin saber cómo había pasado, se dio cuenta de que caminaba llorando como alma en pena por los pasillos.
Se fue directa al sitio donde más le gustaba ir en esos momentos. La Torre de Astronomía era solitaria y silenciosa al estar tan alejada del bullicio de Hogwarts. Allí podía estar tranquila y las vistas eran fabulosas.
Después de llorar y desahogarse todo lo que necesitaba, se quedó pensando en él. En Cedric. En cada momento, cada palabra, cada mirada cómplice, cada sonrisa, incluso cada pelea que habían compartido.
Unos pasos subiendo las escaleras la sacaron de sus pensamientos.

- Sabía que te encontraría aquí preciosa. Supuse que ya te habías enterado de la ultima discusión de Potter y que no te habría gustado. ¿Cómo estás?

Desde hacía semanas, Draco Malfoy se había convertido en un buen amigo para Zoe. Mantenían largas charlas cada vez que tenían ocasión. El rubio, había demostrado ser una persona muy divertida, bromeaba con ella, la consolaba cuando ella lo necesitaba. Hablaban de cualquier cosa.
Sin darse cuenta, se habían convertido el uno en el otro, en el mayor apoyo que tenían en el mundo. Simplemente se necesitaban.

- Estoy bien Draco. No te preocupes. Solo necesitaba desahogarme un poco.

- Puff. - suspiró Draco de alivio mientras se sentaba a su lado.- Menos mal. Creí que tendría que estar horas escuchando sollozos de niña y secando lagrimitas. - le dijo con una sonrisa.

- Mira que eres bobo Malfoy. - respondió Zoe tambien riendo.

- Si consigo que sonrias, sere bobo a todas horas.

Después de una sonrisa, Zoe apoyó su cabeza en el hombro de él y así, permanecieron en silencio unos minutos. Ninguno dijo nada, era algo que les gustaba, no tenían que llenar el silencio con palabras absurdas para no sentirse incomodos cuando estaban juntos. Sólo miraban el anochecer. Era precioso desde allí.

- ¿Puedo preguntarte algo Draco? - dijo Zoe después de unos minutos.

- Claro preciosa.

- Verás es que, no sé cómo hacerte esta pregunta sin ofenderte.

- La respuesta es no. -la voz del chico se había vuelto seria y más fría. Sólo era un susurro.

- Aún no te he preguntado nada.

- Zoe, desde que somos amigos, sabía que algún día me lo ibas a preguntar. No quería que llegara el momento, pero era inevitable. Y la respuesta es no. Mi padre no tuvo nada que ver con la muerte de tu hermano.

Incorporándose de nuevo, Zoe miraba a Draco con sorpresa y miedo. No quería perderle, era demasiado importante en su vida y sabía, que si seguía por ese camino, le iba a alejar de ella.
Agachó la mirada y con voz temblorosa le dijo:

Luz tras la oscuridadWhere stories live. Discover now