El Ministerio.

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La única luz que se podía apreciar, era la de unos pocos candelabros de pared, y la luz verde que desprendían las chimeneas.

Todos caminaban guiados por Harry, que al parecer sabía hacia dónde se dirigía.

Bajaron en los ascensores hasta el departamento de misterios. Un largo pasillo de azulejos negros, brillantes como espejos, se extendía ante ellos. Al final, una sola puerta, tambien negra, les esperaba.

Al cruzarla, aparecieron en una sala, también circular y negra. Con antorchas de fuego azul intercaladas entre una docena de puertas, tambien negras.

Al cerrar la puerta por la que habían entrado, la pared comenzó a girar a su alrededor, dificultandoles el poder encontrar facilmente la salida.

- ¿Y ahora por dónde Harry? - preguntó Ron.

- En mi sueño, yo atrevesaba esta sala, justo por la puerta de en frente, y entraba en otra sala llena de pequeñas luces.

Dicendo esto, Harry se dirigió a la puerta que tenía delante. Tras ella apareció una sala enorme, con una gran vitrina de cristal en el centro del tamaño de una piscina. En su interior, cosas blanquecinas se movían como peces en un líquido verdoso.

- ¿Qué es eso? ¿Peces?- preguntó Ron.

- No lo creo Ron. Parecen... cerebros. - aclaró Hermione.

- Volvamos. Esta no es la sala de mi sueño.

Al salir por donde habían entrado, Hermione marcó la puerta utilizando el conjuro "flagrate", y una equix roja y brillante se grabó en ella.

La sala volvió a girar y Harry volvió a probar con otra puerta. Aparecieron en lo alto de una grada. Abajo, como en una especie de escenario, un arco desquebrajado se encontraba en medio. Zoe comenzó a oir una serie de susurros procedentes del arco de piedra, y como en una especie de trance, no pudo evitar acercarse.

Al parecer no era a la única que le pasaba. Tanto Harry como Luna, se acercaban con la misma cara de curiosidad que ella.

- Harry. Tenemos que irnos. Esta sala no es. ¿Dónde vais?. Hay que encontrar a Sirius, Harry. - Hermione parecía entre muy asustada y enfadada.

- ¿Qué dicen esas voces? - preguntó Luna con su particular tono de ensoñación.

- ¿Qué voces? - preguntó Ron.

- No hay ninguna voz. - dijo Hermione.

- Yo tambien las oigo. Viene del arco. Es como... si hubiera gente dentro. - Dijo Zoe.

- Sí. Parece que hay alguien detrás. - afirmó Harry.

- Chicos, por favor. Es imposible que haya nadie ahí dentro. ¡Es un arco! Por favor Harry, vámonos ya.

- Si, vámonos chicos. - suplicó Neville, que hasta ahora había permanecido callado. Parecía realmente asustado

Cuando al fín consiguieron sacarlos de allí. Repitieron la misma operación. Marcaron la puerta antes de que la pared volviera a girar. Intentaron por todos los medios abrir la siguiente puerta. Pero era imposible. Asi es que, probaron con la siguiente.

- ¡Es esta! -Gritó Harry.

Atravesaron una sala llena de destellos y relojes. Había relojes grandes, pequeños, de pared... De todas las clases. Al final de la sala, una especie de campana con algo parecido a un gas dorado les dejó sorprendidos. En su interior, un pequeño huevo, también dorado, se abría dejando salir un colibrí que, al volar hasta lo alto de la campana, caía y volvía a meterse dentro.

Luz tras la oscuridadOnde as histórias ganham vida. Descobre agora