CAPÍTULO XVI • Desde cero •

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DEMARRER:

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DEMARRER:

Trya recitó algunas palabras más, y luego le pidió a los presentes que guardaran un minuto de silencio.

Ella agachó la cabeza y observó hacia el piso, los aldeanos la imitaron. Toda la ciudad se encontraba en completo silencio, lo único que podía escucharse era el agua cayendo en forma de cascada por la fisura de la parte superior.

Algunas aves trinaban a lo lejos, y el sonido de los faroles eléctricos emitía un pequeño sonido de vez en cuando. De pronto, las aves que se escuchaban callaron, y el silencio absoluto reinó el lugar. El suelo comenzó a temblar generando que algunas casas se sacudiesen, los vidrios de estas estallaron, la gente se alarmó, ya que las luces comenzaron a parpadear dejando todo a oscuras, y los habitantes se abrazaron unos a otros asustados. Luego de algunos minutos, por fin todo se detuvo.

Zefer inmediatamente observó la urna porque tenía miedo de que el vidrio hubiera estallado, pero, al hacerlo quedó estupefacto. Clematis lo estaba observando desde el otro extremo del cristal, su ojo izquierdo aún se mantenía cerrado, pero algunas lágrimas de color carmesí recorrían sus mejillas. Alarmado llamó a Trya, y esta corrió hasta posicionarse justo a su lado.

—¡Sáquenla de la urna! —su voz temblaba, aún no daba crédito a lo que estaba mirando.

Con la ayuda de los cargadores lograron levantar el pesado cristal, y cuando este fue depositado a un lado, ante la mirada atónita de todos, Clematis se fue sentando lentamente sobre la superficie donde se encontraba, y comenzó a observar a todos. Zefer, inmediatamente, se puso de rodillas y comenzó a acariciar su rostro con añoranza, ella, al sentir su tacto, dirigió nuevamente, su vista a él.

—¿Clematis? —musitó bajo, él esperó una respuesta de ella, pero esta nunca llegó—. ¿Qué sucedió? —le preguntó a Trya mientras la observaba— Pensé que estaba muerta.

—No lo sé... —Trya aún no lograba salir de su asombro, ella estaba allí sentada, derramando lágrima tras lágrima, pero con una expresión completamente neutral.

Con temor, tomó su muñeca y sintió su pulso, este era bajo, pero era perceptible.

—No tiene sentido, ella no tenía pulso—observó a Zefer, y este pasó saliva—. Llevémosla devuelta al santuario.

Extinción - Nuestra última esperanza [Saga: LVDLO #1]Where stories live. Discover now