Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Más tarde, esa noche, en el aparente silencio de su habitación, Edward caminaba con las manos en los bolsillos, sin tocar el piano, sin leer, sin escuchar música. Pensaba. No. Rumiaba. El cuerpo de Bella, tan frágil, sostenido por las manos de Lucien como si no fuera nada. La forma en que Lucien le había hablado, con ese tono suave pero afilado, lleno de burlas que no se podían responder.
Y peor aún... la forma en que Lucien lo miró. Esa mirada le dolía más que cualquier otra cosa. Porque no fue odio. Ni competencia. Fue como si lo desnudara, lo analizara... y no encontrara nada digno de interés.
-"Tranquilo, Edward... no es competencia. No aún."-
Esas palabras aún le ardían. Y sin embargo... no podía dejar de pensar en él. En su voz. En la línea perfecta de su mandíbula. En el azul pálido de sus ojos, que brillaban como hielo bajo la luna.
Y por primera vez en casi cien años, Edward sintió algo que no era rabia ni deseo. Era algo peor: duda.
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
La mañana en Forks amaneció envuelta en neblina, como si el cielo no quisiera abrir los ojos del todo. Los pasillos del instituto olían a humedad y perfume barato, y las voces flotaban como espectros entre los casilleros. Bella caminaba por el pasillo con su habitual timidez, intentando ignorar la incomodidad constante que cargaba en los hombros desde hace días. Desde que Lucien Valeska había llegado a este pueblo mojado, algo había cambiado en el aire. Como si el clima no solo fuese físico, sino emocional. Como si incluso la luz solar -cuando aparecía- no se atreviera a tocar ciertas cosas.
-¡Bella! -La voz de Mike la sacó de su ensimismamiento. Llevaba esa sonrisa exagerada, un poco desesperada, como quien ofrece flores marchitas en un funeral sin entender por qué nadie sonríe.
-¿Sí? -respondió ella, intentando parecer presente, pero sus pensamientos estaban lejos... enfocados en miradas azules pálidas, en palabras que no se habían dicho, en silencios que pesaban más que el concreto.
-Iremos a la playa este fin de semana. A La Push. Angela, Jessica, Eric, todos. Queríamos saber si... -hizo una pausa, bajando la voz- si te gustaría venir.
