♟ Desiderio . No todos los milagros vienen de la luz. Algunos arden en la sombra.
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ㅤ🉆🈦︐ㅤㅤ𝑬𝜄ㅤㅤcuervoㅤ
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Forks olía a lo mismo de siempre: humedad y a tierra mojada que se pegaba a los huesos como un presagio. Pero ahora, ese aroma traía consigo algo más, algo más denso, más hondo, más difícil de ignorar.
El cielo gris seguía en su sitio, tan perpetuo como una promesa rota. Las nubes se amontonaban como si escondieran algo... o a alguien. El sol, como siempre, parecía avergonzado de mirar hacia abajo. Y las gotas de lluvia, tímidas, pequeñas, apenas perceptibles, no eran más que susurros de advertencia sobre la piel.
Nada era como antes.
Pero los humanos tienen el don —o la maldición— de la negación. Fingir. Tapar los huecos en la pared con cuadros que nadie observa realmente. Fingir que el frío es solo el clima. Que la inquietud en el aire es simple paranoia. Que el corazón no está ardiendo, solo acelerado por la cafeína.
Bella intentaba eso, fingir.. Tapar.
Pero no era fácil cuando Lucien Valeska estaba sentado a su lado.
El aire cambiaba cuando él respiraba. No con violencia, sino con una lentitud casi ceremonial, como si incluso su presencia tuviera un ritmo más pausado que el del mundo. Sus movimientos eran suaves, sobrios. Su forma de mirar era insoportable en su delicadeza. No te observaba: te abría en canal.
Bella intentaba no temblar. Pero los dedos le hormigueaban. Cada vez que él tomaba asiento, cuando su perfume extraño —mezcla de incienso, metal y algo que aún no podía descifrar— tocaba su garganta como una caricia que no pediste, pero tampoco sabrías rechazar.
Cada vez que esa voz baja, educada y fría, la llamaba por su nombre.
El corazón de Bella no latía más fuerte, no, latía diferente. Como si el cuerpo no supiera si debía huir... o entregarse.