❝ Soft ice cream and the danger sings... He came like a fever dressed in silk. Lucien.✦
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ELHUMO danzaba lento, como si obedeciera a su voluntad.
Lucien exhaló con desgano, el cigarro sostenido entre sus dedos largos, la ceniza cayendo sin prisa sobre el mármol oscuro de la mesa. En su mirada azul pálido no había urgencia, solo un silencio profundo que envolvía todo a su alrededor, como si el mundo fuera solo un eco lejano, una película proyectada en tercera persona.
Un viejo tocadiscos susurraba una melodía italiana de los años 50, envolviendo la habitación con ese aire decadente que tanto amaba: cuerdas suaves, un piano nostálgico, y una voz susurrando promesas rotas en un idioma que le sabía a sangre y vino tinto.
—Edward... —repitió su nombre como si fuera un conjuro, o una maldición. Lo saboreó con la lengua, lo dejó caer con languidez.
En el reflejo del ventanal, la figura de Lucien parecía una pintura renacentista: piel inmaculada, cabello suelto y desordenado, la camisa abierta mostrando parte de su clavícula, el brillo tenue del atardecer tiñendo su piel como oro antiguo. Parecía un dios en exilio. Un mártir en pausa.
El nombre flotó en el aire como un eco de violines rotos, una nota suspendida en un pentagrama que jamás conocería fin. Lucien lo pronunció en su mente con la reverencia que se le ofrece a una tragedia bien escrita.
Edward.
El sonido le sabía a algo dulce y prohibido. Como absenta vertida en cristalería francesa, como una promesa de muerte envuelta en caricias.
Sus ojos eran dorados. Dorados como las monedas que Judas soltó al darse cuenta de lo que había hecho. Brillaban, sí... Pero con el tipo de fulgor que no ilumina, sino que quema.
Lucien no se dejó engañar por el disfraz. La piel de mármol, la sonrisa ensayada, la voz medida, el porte civilizado. Todo era una cortina tejida con hilos de autocontrol, Farsa.