♟ Desiderio . Run, baby, run, run for your life I'ma tear out your heart, it'll always be mine Run, baby, run, run for your life Gonna tear out your heart, it'll always be mine
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El aire crujía con una tensión imperceptible, como si Forks contuviera el aliento antes de presenciar el pecado. Todo era tan predecible como la mediocridad humana permite: la misma calle mojada, el mismo sol ahogado tras las nubes como un mártir tímido que teme ver el mundo, los mismos pasos torpes y sin intención más allá de llegar a tiempo a clases para repetir lo que han memorizado sin comprender. La vida, para la mayoría, es una rutina de reflejos sin alma. Pero aquel día, incluso la rutina parecía tambalear.
El chirrido metálico de unas llantas contra el asfalto no fue suficiente para despertarlos de su letargo, pero sí lo fue el silencio que vino después. Un silencio tan espeso que pesaba en el pecho. Fue entonces cuando ocurrió: un coche, perdido entre distracciones tan humanas como la estupidez, se desvió hacia la chica de cabello castaño. Su nombre era Bella, pero a ojos de Lucien era simplemente una extensión del decorado de este teatro mediocre. Carne blanda con ojos curiosos. Un adorno en la escena del crimen que no sería.
Lucien la observaba desde su lugar, con la calma de quien ya ha leído el final del libro y solo espera que los demás lo alcancen. No fue prisa lo que lo movió. No fue preocupación. Fue el aburrimiento de dejar que todo siguiera igual. Dio un paso. Después otro. Y cuando el impacto parecía inminente, su cuerpo se deslizó con la fluidez de una sombra educada, cortando el aire y sosteniéndola con una elegancia que ofendía el caos.
La sujetó por el brazo, no como quien salva una vida, sino como quien detiene un vaso de cristal antes de que caiga. Con el mismo cuidado, con la misma falta de urgencia. Y entonces, giró el rostro para mirar al conductor, a los testigos, al universo entero, como si esperara una ovación. Pero no la necesitaba.
-Qué inconveniente... -murmuró en voz baja, no para ella, sino para sí mismo, con el italiano danzando entre sus dientes como veneno en copas finas-. Siempre tan torpes cuando creen que todo gira a su alrededor.
