Daniela suspiró, un poco aliviada.
—Me gustaría eso. Gracias Manon, no se que haria sin ti.
Manon le dio un apretón en el brazo.
—Estoy aquí cuando quieras ¿me permites darte un abrazo rubia tonta?
—Ven aquí, Manzanita.
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Manon no se equivocaba. En otro lugar de la ciudad, una mente inquieta rebobinaba cada uno de los acontecimientos del día. La charla con sus amigas, los momentos divertidos, la medalla en su pecho que su padre celebró contento cuando ella regresó a casa. Todo había quedado aislado en un segundo plano, muy, muy lejano.
Sophia no lo deseaba, no cuando realmente quería estar contenta porque su esfuerzo había valido la pena y quizá comerse esa medalla de chocolate que Jake le había obsequiado. Pero su estómago estaba cerrado, con un fuerte nudo y un calor que se extendía por su cuerpo como la picazón de un millón de hormigas vagando por su piel. Ella sabía lo que era. Lo había sentido antes. Cuando tenía cosas importantes que hacer, charlas honestas que dar. Esa ansiedad, haciendo temblar su cuerpo con una molestia burbujeante.
Apretó las manos a los lados, tratando de calmarse. Alcanzó su peluche junto a las almohadas y hundió su nariz en él, aspirando la colonia de bebé que solía rociarle, buscando un lugar para respirar como cuando era una niña. El olor reconfortante solo le provocó un escozor en los ojos. Lo sintió. Su rostro tomando calor, la picazón en la nariz, la humedad bajo los párpados. Sophia se reprimió a sí misma.
Soltó un suspiro bajo, poniéndose boca arriba y mirando el techo de su habitación, las sombras del resplandor anaranjado proyectado por su lámpara. Estaba sola, completamente sola a puerta cerrada. Y deseó no haberse despedido de nadie. Porque Sophia lo sabía: no había un enemigo peor que no fuese su propia mente. Ella lo vio, casi dolorosamente lento, como si en realidad su voz interna buscara hundirla.
No podía sacarla de su cabeza. Cada vez que lo intentaba, volvía con más fuerza.
Daniela. Daniela. Daniela.
La forma en que la miró. Las tres miradas que no podría olvidar. ¿Era egoísta querer quedarse solo con la bondadosa? La de la sonrisa orgullosa, la de la chica que la animó los últimos minutos en la pista cuando sus músculos ardían. Si solo Daniela lo supiera. Que Sophia había hecho todo eso por ella, para que la notara, para que pensara tal vez que no era una simple chica aburrida y patética. No, ella nunca debería saberlo. Mucho menos después de haber leído esa carta.
¿Qué podría ser más vergonzoso en este momento? Probablemente Daniela pensaba que era un bicho raro. Pero entonces, ¿por qué de repente la había buscado?
Porque quiere decirte que te mantengas lejos. Es obvio.
Se dijo a sí misma.
Y entonces, como un escalofrío, el recuerdo de su tacto le erizó la piel. Tan cerca suyo, sosteniéndola fuerte por miedo a que se desplomara en el suelo, y esos ojos que tratar de recordar sería como una perdición para toda la vida. Pero ahí estaba Sophia. Su corazón seguía latiendo como si intentara convencerse de que había hecho lo correcto, pero no lograba encontrar consuelo en esa idea. En su pecho, las emociones se apretaban unas contra otras: la vergüenza, el miedo, la dulzura, la culpa. Y el amor. Porque sí, había amor. No importaba cuán callado, torpe o desesperado se hubiera mostrado. Estaba ahí todavía.
¿Por qué tenías que ser tú?
Se cuestionó otra vez.
Solo desearía que no fueras todo lo que veo, Daniela.
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𝑫𝑬𝑨𝑹 𝒀𝑶𝑼, 𝑰 𝑳𝑶𝑽𝑬 𝑼
Fanfiction𝐒𝐎𝐃𝐀𝐍𝐈┆━ Sophia tiene todo bajo control: es la presidenta del consejo estudiantil, saca las mejores notas, organiza los eventos más importantes del año y nunca, jamás, se sale del plan. Bueno... excepto por un pequeño detalle: lleva años enamo...
━ 💌: Maybe I'm mistaken
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