La alarma sonó con una vibración apagada, casi como si tuviera pena de despertarla. Sophia tardó unos segundos en reaccionar. Tenía los ojos hinchados, los músculos pesados y el cuerpo, en general, se sentía como si hubiera pasado la noche entrenando duro para una competencia. Lo cual, en parte, no era del todo una excusa, pues no se había salvado del entrenamiento entre clases por parte de sus amigas.
El primer día de la semana de San Valentín había sido un caos encantador. Todo perfecto para los demás. Todo agotador para ella.
Se levantó sin mucho ánimo, se arrastró hasta la ducha y dejó que el agua caliente la despertara a medias. Luego se vistió y bajó por las escaleras con la mochila mal cerrada, pues todavía no encontraba su agenda por ninguna parte, y era algo esencial para sobrevivir a un nuevo día escolar.
Al llegar a la sala, se detuvo en seco.
La casa estaba como si una fiesta se hubiera desintegrado allí mismo: cartones de pizza sobre la mesa, vasos con marcas de lápiz labial, servilletas arrugadas y restos de papelitos de colores y cinta desperdigados por el suelo. Algunas partes de la alfombra todavía tenían brillantina. Sophia cerró los ojos y soltó un largo suspiro. Tenía que limpiar ese desastre antes de que su padre saliera de su habitación y lo viera.
Dejó la mochila sobre una silla para comenzar a limpiar, resignada. Llevó la basura al cesto y los vasos a la cocina; los lavaría junto a la vajilla que usara para el desayuno.
Se agachó para recoger los restos de la alfombra, y fue entonces cuando lo vio.
Debajo del sofá, entre sombras, descansaba un sobre. De papel crema, con diseños suaves en acuarela, de aquellos que había conseguido en una feria vintage el mes pasado cuando salió con Lara. Apenas arrugado en una esquina. Lo recogió al instante. Encima, tenía escrito en una caligrafía bastante torcida:
"De: Evan Mock
Para: Dani Avanzini"
El estómago se le encogió.
Su primera reacción fue la de querer convertirlo en un avioncito de papel y lanzarlo por la ventana, como si así pudiera borrar los sentimientos de alguien más. Pero sabía que no podía hacerlo; sería egoísta e inmaduro. Con toda la resignación del mundo, Sophia guardó el sobre en su mochila con un gesto mecánico, desayunó sin realmente tener hambre, y guardó la agenda —o lo que creyó que era la agenda— tirada tras los cojines del sofá antes de que su padre la llevara al colegio.
La primera hora del día era Física, y por suerte las actividades de San Valentín no comenzarían hasta después del receso. En teoría, tendría una clase para recuperar el aliento.
Se sentó cerca de la ventana y sacó sus cosas, comenzando a leer el libro. Casi al final de la hora, cuando el profesor anotó un problema a modo de repaso, tuvo que buscar sus anotaciones de la clase anterior, pues no recordaba el orden de ciertos datos.
Con la confianza del mundo, extrajo la libreta de la mochila y la puso sobre el pupitre. Sophia se detuvo en seco. La tapa no era lavanda, era celeste.
No era su agenda de apuntes.
Era su diario.
El mismo diario que jamás sacaba de su casa. Que tenía las tapas parecidas a sus otros cuadernos, sí, pero difería en color. No era el que necesitaba y no sabía cómo se había confundido.
Lo abrió con el ceño fruncido, buscando confirmar que no estaba imaginando cosas por falta de sueño.
Ahí estaban sus garabatos, las listas de canciones, páginas y páginas de escritos en letras rápidas. Pero algo faltaba.
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𝑫𝑬𝑨𝑹 𝒀𝑶𝑼, 𝑰 𝑳𝑶𝑽𝑬 𝑼
Fanfiction𝐒𝐎𝐃𝐀𝐍𝐈┆━ Sophia tiene todo bajo control: es la presidenta del consejo estudiantil, saca las mejores notas, organiza los eventos más importantes del año y nunca, jamás, se sale del plan. Bueno... excepto por un pequeño detalle: lleva años enamo...
