Viernes, finalmente.
Sophia acababa de salir de la ducha. Llevaba puestos unos pantalones cómodos de chándal y su sudadera gris con capucha favorita. La manta se arremolinaba a los pies de la cama mientras recostaba la espalda contra la cabecera y sostenía la laptop en su regazo. Una pequeña vela de vainilla ardía sobre la mesa de noche, y la lámpara del tocador proporcionaba la iluminación justa para crear un momento tranquilo, perfecto después de un día agotador lleno de ensayos teatrales y tareas escolares.
Desde la mesita de noche, tomó sus anteojos de marco negro, los que usaba solo para leer. Se colocó los audífonos y le dio play a su lista de reproducción nocturna. La suave melodía de Paper Mache World, de Matilda Mann, comenzó a llenar la habitación con una atmósfera melancólica y contemplativa. Sophia se acomodó entre las almohadas, dejándose envolver por la música.
Se suponía que debía estar viendo algún video —tal vez un tutorial de maquillaje de Sabrina Carpenter o alguna extraña conspiración paranormal sacada de oscuros foros de internet— mientras esperaba la cena. Pero, como siempre, la responsabilidad le ganó al impulso. Decidió revisar primero su correo electrónico. Después de todo, ya debía haber recibido las listas con los nombres de quienes se habían inscrito a último momento para las actividades de la semana.
Suspiró resignada al abrir la pestaña de Gmail. El asunto del correo decía: "ACTUALIZACIÓN INSCRIPCIONES - Enviado por a las 19:12 PM".
Hizo clic.
Una hoja de cálculo se desplegó con nombres, apellidos y actividades preferidas. Fue deslizándose por ella con calma, reconociendo mentalmente varios nombres. El coro. El club de arte. Los atletas. El equipo audiovisual. El puesto de dulces. Todo estaba como lo había previsto, incluso con más entusiasmo del que había anticipado.
Hasta que llegó a la columna de la feria. En el stand de los besos —una idea propuesta por una de las animadoras— estaba inscrito casi todo el plantel: algunas chicas del equipo de atletismo, varios chicos del equipo de natación... y un nombre que le congeló la sangre:
Avanzini, Daniela.
Sophia se enderezó tan rápido que la laptop casi resbaló de su regazo. Parpadeó.
¿Lo había leído bien?
Volvió a mirar.
Avanzini, Daniela.
Una vez más, en la columna del "Stand de los besos".
Y de nuevo en "Juegos deportivos - eventos".
—¿Qué...? —susurró.
Una pequeña explosión silenciosa le estalló en el pecho. Las manos se le helaron. Luego, las orejas le ardieron. Sintió el estómago encogerse como si hubiese bajado por una montaña rusa sin querer subirse.
Había leído ese nombre miles de veces: en su cuaderno, en su mente, en la chaqueta del equipo de béisbol. Pero ahora estaba allí, en un formulario oficial. En un contexto completamente distinto. Real. Concreto. Daniela Avanzini estaba dentro del evento. Con ella. Con ella.
Se quitó las gafas, en un suave pánico.
Se las volvió a poner.
La vela titilaba sobre la mesa de noche. Sophia quería gritarle algo al universo. O esconderse bajo la manta. O salir a correr alrededor de la manzana. En lugar de eso, gritó contra la almohada y luego escribió con torpeza en el grupo de chat con Megan y Lara:
«Chicas... necesitamos hablar. Daniela se inscribió. VOY A MORIR.»
Lo siguió una serie de palabras inentendibles que reflejaban un ataque de pánico gay en su máxima expresión, provocado solo por ver el nombre de su crush en una maldita hoja de Excel.
El celular vibró de inmediato. Era Megan:
«Parece que mis predicciones no fueron solo un rumor.»
Después, Lara:
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𝑫𝑬𝑨𝑹 𝒀𝑶𝑼, 𝑰 𝑳𝑶𝑽𝑬 𝑼
Fanfiction𝐒𝐎𝐃𝐀𝐍𝐈┆━ Sophia tiene todo bajo control: es la presidenta del consejo estudiantil, saca las mejores notas, organiza los eventos más importantes del año y nunca, jamás, se sale del plan. Bueno... excepto por un pequeño detalle: lleva años enamo...
