La puerta que Harry buscaba, estaba justo detrás.

- Es esa puerta. Dejad de mirar eso embobados. Tenemos que seguir. - dijo Harry con fastidio.

- Y lo dice el que oía voces dentro de un arco. - protesto Ginny.

Cruzaron la puerta y llegaron a una sala con unos techos altísimos y llena de estanterías gigantes repletas de unas esferas blancas brillantes de todos los tamaños. Bajo cada esfera, se distinguía una etiqueta.

Guiados por Harry de nuevo, recorrieron los pasillos en busca de Sirius. Sin resultado.

- Debería estar aquí. Justo aquí. - dijo un frustrado Harry.

- Harry. Aquí pone tu nombre. - dijo Zoe sorprendida mientras miraba una amarillenta etiqueta debajo de una de las esferas.

El chico se acercó con curiosidad y sin pensarlo, aunque con la sensación de que hacía algo malo, estiró el brazo y cogió la bola.

Justo en ese momento, detrás de ellos, una fría y espeluznante voz les sorprendió.

- Bien hecho Potter. Ahora dame la profecía.

Todos se giraron para ver cómo Lucius Malfoy se acercaba a ellos con la palma de la mano hacia arriba.

Sin darse apenas cuenta, unos diez mortifagos los rodeaban por todas direcciones. Apiñados en el centro, todos levantaron sus varitas asustados.

Mientras Harry y Malfoy hablaban sobre la esfera que había recogido, Zoe apenas podía prestar atención a sus palabras. Solo podía pensar en lo asustada que estaba y en Malfoy. Pero no en el Malfoy que tenía en frente. Si no en Draco. Ahora que apreciaba cómo era su padre de cerca, se daba cuenta de lo poco que se parecían. Por mucho que Draco la hubiera hecho sufrir, en el tiempo que habían compartido juntos, se daba cuenta de que él no poseía esa maldad que se podia apreciar en su padre con un simple vistazo.

Poco después, Bellatrix Lestrange, aparecía detrás de su cuñado ofreciendoles a todos su espeluznante risa.

Definitivamente, Draco no compartía nada con su familia.

Ginny la sacó de sus pensamientos susurrandole que a la señal de Harry, debían destruir las estanterias y correr.

- ¡Ahora! - Gritó el chico.

Seis hechizos "reducto" chocaron contra diferentes estanterias provocando, que miles de cristales y trozos de madera, saltaran por los aires.

Mientras se protegían de los hechizos de los mortifagos que les perseguían, y de los cristales que les caían encima, corrieron hacia la salida.

Para Zoe, todo lo que pasó después fue tan rápido y confuso que apenas si fue consciente de nada.

Cuando se quiso dar cuenta, estaban en la sala del arco, sujetos cada uno por un mortifago, con sus varitas apuntandoles. Harry estaba en el centro, acorralado por Malfoy que le exigía la profecía. Bellatrix sujetaba a Neville, Dolohov a Ron, y a ella un hombre al que no conocía pero que su cara le resutaba muy familiar.

Cuando ya pensaban que estaba todo perdido, unos rayos de luz blanca, aparecieron en la sala. Zoe pudo reconocer a varios de los magos que acababan de aparecer. Estaba Ojoloco Moody, Remus Lupin, y Sirus Black, entre otros.

Se desató una frenética lucha que se inclinaba favorablemente del lado de los buenos.

Zoe lanzaba hechizos defensivos en todas direcciones. No podía permitir que le pasara nada malo a nadie. También lanzaba desmaius, reductos y expelliarmus a diestro y siniestro.

Luz tras la oscuridadWhere stories live. Discover now