6. No beberé nunca más

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– ¿La droga forma parte de tu desayuno?- le pregunto irónicamente y él se ríe. Voy al baño y dejo el neceser. – ¿Desde cuándo tenemos esta confianza para entrar en habitaciones ajenas?

– Desde ayer, claramente.

– ¿Ayer, cuando nos conocimos? – me acerco a él y le intento levantar.

– Cuida no se te caiga la toalla.- dice intentando agarrarla.

– La tengo bien sujeta.- digo agarrándomela con fuerza y tirando de uno de sus brazos consiguiendo levantarlo. – Venga, levanta. Me tengo que cambiar– se levanta y se me queda mirando. – ¡Vamos!- digo empujándolo hacia la puerta.

– Baja ya, llevo un rato esperándote.- me dice en la puerta.

– Ahora voy, pesado.- Ryan coge el pomo de la puerta y empieza a cerrar la puerta. Me paso las manos por la cara y justo en ese momento veo como su brazo tira de mi toalla. En un abrir y cerrar de ojos mi toalla ha desaparecido por la puerta.- ¿Qu...?

– ¡Idiota!- le grito abriendo la puerta.

Me acerco a mi armario y me pongo la ropa interior, un mono de pantalón corto y tirantes de color rojo con pequeñas flores y me calzo unas chanclas. Busco por la habitación mi móvil para enviarle un mensaje a Claire cuando veo un par de pastillas y un vaso de agua en la mesilla. Me rio en silencio y me las tomo. Un simple detalle y ya tengo una estúpida sonrisa en la cara. Esto no pasaba en mi casa.

Salgo de mi habitación y bajo las escaleras observando el desastre que hay en la casa tras la fiesta. Voy a la cocina donde encuentro a Ryan preparando café.

– Gracias- le digo poniéndome enfrente de él con la isla entre medias. El solo sonríe

– De nada- dice mirándome. Vaya, bonitos ojos. – ¿Qué te apetece desayunar, nena?- pregunta con una sonrisa. Él sabía que eso me iba a molestar.

– No me llames nena, nene.- él se empieza a reír y termina contagiándome la risa.

– Entonces, ¿Qué cocinamos? Estos gordos no se conforman con cualquier cosa. – me rio con solo pensar en todo lo que comieron ayer.

– ¿Qué te parece hacer tortitas?

– Se pondrán contentos.

Ryan se acerca a la cafetera y sirve una taza de café.

– ¿Cómo te gusta el café? –pregunta.

– Con mucha leche y mucho azúcar.- le digo y él se ríe. Saca la leche y luego el azúcar mientras yo miro como se mueve por la cocina.

– Tu leche con azúcar y un poco de café.-me dice entregándomelo. No puedo evitar reírme, es un exagerado.

– Muy bueno, gracias.- le digo.- ¿Nos ponemos con el desayuno? – pregunto cuando veo que se queda mirándome fijamente.

– Claro.

Él va a la nevera –que por cierto, es doble– a por los huevos y a por la leche mientras que yo busco la harina por los armarios. Ryan me mete prisa con la harina porque él ya está cascando los huevos y yo solo puedo suspirar porque esta cocina es enorme y yo no encuentro nada. Cuando por fin la encuentro me doy la vuelta para dársela a Ryan con la mala suerte de chocar contra él. La harina ya estaba abierta por lo que salta un poco en su impoluta camiseta negra.

– No has sido capaz – dice.

– Perdón, te juro que no lo he hecho aposta. –le digo levantando los brazos junto con la harina haciendo que me caiga un poco en el hombro. ¿No se irá a enfadar por esto, no? Él se mira la camiseta, luego a mí y una sonrisa maligna atraviesa su cara.

– Ya, claro.- dice mientras mete la mano en el paquete de harina y me la tira a la cara.

No puede ser.

– ¿Estas de broma?- Él se ríe hasta que ve mi mano llena de harina.- Tú lo has querido.- digo tirándosela a la camiseta. Su cara es pura amenaza.

– Corre. – No lo dudo y me pongo a correr, pero no he dado ni dos pasos y noto como algo líquido y frío me cae desde la cabeza hasta meterse por mi ropa y tocar mi espalda.

¡Esta helada!

Dejo de correr y voy a la nevera, veo la sonrisa de satisfacción en su cara hasta que abro la nevera y cojo la caja de los huevos, en ese momento su cara cambia.

– Prepárate- le digo.

No le da tiempo cuando el primer huevo le da en el pecho. Nos ponemos cada uno en una esquina de la isla de la cocina, esto parece un campo de batalla, yo le tiro huevos y el los evita. Hay un momento en que dejo de ver su cabeza así que me voy acercando para atacar hasta que veo una sombra detrás de mí. Lección del día, no te fíes de Ryan. Todo el paquete de harina cae encima de mí.

– Pareces un copito de nieve–dice riéndose. Me veo reflejada en una olla. Tengo una montaña de harina en mi cabeza que cada vez que me muevo cae un poco al suelo.

– ¿Pero que habéis hecho?, ¿Estabais haciendo el desayuno?- dice una voz detrás nuestro.- Copito de nieve, dime algo– cuando me doy la vuelta me sorprende ver a Jayden sin camiseta y en calzoncillos. ¿Es una costumbre en esta casa? Es cuando me fijo más que veo un rastro de besos rojos por el cuello y la oreja.

– Vaya, ¿Quién te hizo eso?- pregunto

– ¿No te acuerdas?- me pregunta mientras yo me levanto.

– ¿De qué?

– Fuiste tú, cariño.

Toda la sangre desaparece de mi cara. Rose, ¿qué hiciste ayer por la noche?

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15/10/20

Espero que os gusten las correcciones hechas. Y a los que sois nuevos espero que os guste y que pese a los cambios no perdáis el sentido de la historia.

Gracias

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He decidido que para evitar retrasos y todo eso prefiero decir que subiré tres capítulos por semana y si puedo subiré alguno mas. Aunque sea verano, tengo muchísimas cosas que hacer y no me suele sobrar mucho tiempo para sentarme y ponerme a escribir pero lo intento.

Me gusta mucho la gente que me vota la historia y que la lean, pero también me gustaría que dejarais algún comentario para saber vuestra opinión y saber si os gusta o no

Fraternidad mixta...¡UNA MIERDA!Where stories live. Discover now