★彡( ¿ᏋᏝ ᎷᏋ ᎶᏬᏕᏖᏗ? )彡★ (Dogman X Petey)

7.

Un suspiro en esa habitación, en medio de la oscuridad un bulto sobre la cama se remueve de un lado a otro, era Petey, estaba revolcándose en la cama  ¿Saben por qué? Petey desde el día que cayó al mar siente su corazón latir sin una frecuencia fija, no le tomaba mucha importancia hasta que en esas horas tan tempranas sintió como se le detenía el corazón y le arde el pecho, eran las tres de la madrugada y Petey quería dejar el dolor presionando el pecho, realmente sentía un dolor inmenso, su respiración se cortaba y daba todo intentando dormir, cerraba los ojos forzandose a tener sueño, pero no lograba nada, se retorcía sobre las sábanas, hacía tanto calor y sudaba frío, parecía como si el mundo iba en su contra, las costillas se le cerraban y el pecho dejaba de moverse, Petey con desesperación lloraba en silencio, lucha presionando el pecho, quería que esto acabe.

"Petey, tan confiado que te ves y ahora estás llorando" unas voces internas lo nublan.

Las lágrimas brotan desde sus mejillas, no hacía ningún ruido, ni siquiera para que Dogman lo ayude, su orgullo no dejaba que el can lo vea llorando, por esto no lo despertaba, "¡De ninguna manera! Dogman no puede verme así" Piensa Petey tumbando la cabeza en la almohada y tirando la espalda y caderas para arriba, es que lo estaba matando internamente, por adentro su cuerpo se estaba destruyendo y el no se dió cuenta en un principio.

— ¡Ahh! —Gime en dolor, realmente sentía como si su cuerpo estuviera desvaneciendo o desgastando poco a poco y no pudo evitar gritar, necesitaba liberar algo del dolor con ese grito, pues se estaba ahogando así. Petey suspira fuertemente mirando al can, Dogman se levantaba poco a poco, el felino estaba tan angustiado curveando las cejas

De inmediato Dogman gira la cabeza viendo al felino y verlo con los ojos lagrimeando y su expresión de dolor, todo junto a su cuerpo retorciendose, fue como un balde de agua fría cayendo sobre el can, rápidamente se acerca a Petey.

— ¡No pasa nada! — Evita la preocupación del can poniendo un brazo al frente, Petey no quería que se acerque ni un centímetro más, su gran orgullo no le permite eso.

Si, Petey era alguien difícil en estas situaciones, a veces parece ser una piedra dura sin sentimientos, actúa con tanta maldad casi siempre y su ego lo hace sentir tan grande, como si el nunca sintiera dolor, Pero en este momento tan vulnerable dejó que el can lo estuviera apachurrando en sus brazos. Pues aunque el felino haya evitado que se acerque su llanto hizo un hueco en el corazón del can, por eso se acercó para abrazar al felino, algo que no pudo haberse resistido Petey.

Y ahí estaban los dos, en tanta oscuridad y silencio lloraba Petey, estaba tan adolorido y Dogman lo abrazaba, no sabe porque llora, pero por ahora quiere que se sienta bien, no saben cuánto se asustó de escuchar su grito y verlo tan de repente así le hace un daño, realmente quiere lo mejor para Petey, no sabe porque. Dogman inclina la cabeza mirando al felino, quiere saber que pasó, Petey lo nota presionando el pecho.

— No... Nada — Responde de inmediato, no quiere decirlo, pero a la vez si, quiere decir lo mucho que duele y como si hubiera un muro en su boca no lo deja hablar, parece ser su vergüenza,  pero ¿Vergüenza de que?, ya lo vió llorando y dejo que lo abrazara, ¡Por dios, Petey! Suelta ya la sopa — Es que, creo que me duele... Un poco, ya no tanto — Dice el felino apuntando su pecho.

Después de todo, ese dolor ya había bajado y por fin pudo respirar, el corazón se le calmó y sus pulmones volvían a funcionar, no a la perfección, pero si iba mejor que ese dolor tan horrible. Dogman acariciaba la cabeza de Petey consolando, estabas preocupado, su corazón blando lo iba a derrumbar en lágrimas, pero no iba a llorar cuando el otro ya estaba llorando.

Las caricias del can hizo que el felino murmure tantas maldiciones en segundos— Agh...— Se quejaba, poco a poco dejaba que el can siguiera, así que escondía el rostro en el abdomen de Dogman— Dogman, eres un maldito amor — Susurra tan bajo frunciendo el ceño, tan bajo que el perro no pudo hacer más que alzar la ceja, pues no escuchó ni un poco, Petey estaba enojado consigo mismo.