Tres años después

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Seis años habían pasado ya de aquellos trágicos y horribles días, agregando los cuatro años que sufrí por culpa de Alfred, un total de diez años de mi valiosa vida desperdiciados gracias a la familia Parker...

Ya había terminado la Universidad y ya estaba trabajando en una compañía de interiores, también Megan ya trabajaba y ya era toda una mujer al igual que yo, poco quedaba de aquella víctima que solía ser...

La vida me había hecho dura, una mujer fria y desconfiada, no confiaba ni en mi sombra, era prevenida y prejuiciosa, nadie iba a volver a meterse conmigo...

Y que decir de mi miedo a los payasos, bueno... El doctor Escobedo había hecho un excelente trabajo conmigo y ahora esos malditos no me causaban ni miedo ni gracia, simplemente los odiaba porque para mi representaban lo peor de la existencia...

Tom ya era todo un hombre de familia, se había casado y tenía un lindo niño de un año, ese bebé era mi todo y se llamaba Emilio en mi honor.

-Se llamará así por su tía, espero que por tener ese nombre sea una persona fuerte y admirable como tú hermana.

-Tom, que dulce eres no lo puedo creer, aunque tienes razón soy muy fuerte pero también te lo debo a ti, siempre estuviste ahí para mi.

-Y siempre será así hermana, aunque ya casi saldrá Albert de prisión.

-Ni me lo digas... Pero estaré preparada.

-Dirás, estaremos preparados, esta guerra la peleare contigo.

-Gracias Tom, le dije y lo abracé.

Recordaba ese día en mi mente mientras marcaba con el marcador rojo los días próximos a la salida de Albert, a pesar de ser fuerte por dentro sentía un temor inmenso, una penumbra oscura apoderándose de mi, ¿Que tal si Albert se había hecho más fuerte también? Él al igual que yo era más joven en ese entonces, ahora se había vuelto un hombre y no precisamente uno de bien, había estado rodeado todo este tiempo de delincuentes como él, personas que a lo mejor le habían llenado la cabeza de ideas para la venganza ideal, a lo mejor Albert no había hecho otra cosa más que pensar día a día en destruirme, en verme sufrir y sobre todo en verme morir...

Mis temores crecían, sabía que esta pesadilla no iba a tener fin, él iba a salir y al reencontrarse con Sara ambos iban a planear su venganza y a llevarla a cabo, su plan hubiera sido casi perfecto de no ser porque no me habían matado antes y yo pude salirme con la mía, pero ahora no habrían errores.

Días antes yo andaba nerviosa, distraída, miraba a todas partes y no quería ni salir de casa y papá lo notó, yo veía hacía la calle desde la ventana como si Albert estuviera por llegar...

-¿Sucede algo cariño?

-Si papá, Albert esta a punto se salir.

-Es verdad, pero no te tortures, él ahora no sabe donde vives y estoy seguro que no va a cometer una locura, si te pasa algo él será el único sospechoso y lo pondrán tras las rejas de inmediato y algo me dice que ni de chiste quisiera volver a poner un pie en ese lugar.

-Quisiera creerte papá, pero Albert iría a gusto a prisión sabiendo que cumplió su objetivo... Haberme matado.

-Estas paranoica hija, no digas tonterías.

-Tú no conoces a Albert papá, yo tuve la oportunidad de conocer ambos lados de él, su lado dulce y amoroso, me engañó tan fácilmente que hasta me enamoré de él y confíe en él, pero también conocí al monstruo que lleva dentro, el monstruo que Alfred le heredó en sus genes.

-Ay hija, no sé que decirte, pero quisiera que un día fueras realmente feliz, se que has estado fingiendo todo este tiempo, te conozco perfectamente.

Las lágrimas comenzaron a salir y miré a papá y fui a abrazarlo.

-Es verdad papá, estoy fingiendo todo el tiempo, un 70% de mi esta asustada, aterrada, en un estado de paranoia y el otro 30% esta feliz pero no siempre.

-Has logrado mucho en estos años, te graduaste, tienes un excelente empleo y estas aquí viva hija, sólo piensa que pudiste haber muerto.

-No podría llamar vida a esto...

Megan entró a la sala interrumpiendo, acababa de llegar del trabajo y como siempre venía hablando maravillas de su día, a veces creía que ella era la más feliz de la familia, la envidiaba muchísimo.

Seguía teniendo pesadillas y ahora se hacían más fuertes, soñaba con aquella granja en la que estuve y con las risas de Albert y Alfred burlándose de mi dolor.

Me preguntó una y otra vez ¿Por que? ¿Por que me odian tanto? ¿Que hice de malo? ¿Haber gritado en una fiesta haciendo que echaran a Alfred merecía que yo pagara así? Sufriendo por su acoso y por su odio, no podía entenderlo, aunque a Albert le sobraban razones, yo había matado a su padre y yo incluso haría lo mismo, pero desde antes me odiaba, quizás Alfred le había transmitido ese odio y él sólo era un inocente niño, pero ¿Por qué? Supongo que me lo iba a preguntar toda la vida...

Sara había encontrado trabajo en un restaurante de comida rápida y llevaba una vida tranquila, vivía con su madre y se veía bastante inofensiva, pero yo no iba a estar tranquila con ello. Cada domingo iba a visitar a Albert aún no podía creer que seguían juntos ese si era un amor verdadero y enfermizo.

Me había preparado para este momento, había tomado clases de defensa personal, había aprendido a usar un arma e incluso tenía una, por supuesto que nadie más lo sabía, pero así como hombre prevenido vale por dos, una mujer prevenida es aún más peligrosa. No iba a dejar que me tomarán sin estar preparada, parecía una versión de Kill Bill barata y muy asustada.

Los días antes de la liberación de Albert sentía que mi corazón latía más normal que de costumbre, mis rodillas temblaban, mi cerebro estaba lleno de horribles pensamientos, estaba volviendome loca y eso era definitivo, lloraba todas las noches deseando que un día no tuviera que esperar mi muerte ni una horrible venganza, deseaba tener una familia propia y simplemente vivir feliz y con las preocupaciones típicas de una persona común. Envidiaba a muchas personas que al levantarse cada mañana no pensaban que ese sería su último día, simplemente lo vivían y ya...

A pesar de mantenerme a la expectativa, nunca bajé la guarda con Sara, ella también podría ser peligrosa pero suponía que a lo mejor de verdad esperaba a Albert para acabar conmigo y que todas esas visitas en la cárcel eran para hablar de mi, Dios en verdad estaba paranoica, todo el trabajo del doctor Escobedo había sido en vano.

Una noche antes de que Albert viera las calles no dormí absolutamente nada, estuve pensando y pensando, en algún lugar de mi mente había un plan bastante bueno con el que iba a vengarme de esos dos y finalmente luego de escudriñar en lo más profundo encontré el plan perfecto... Tal vez no era tan perverso como ellos pero este plan me daría el pase a la libertad, a la vida y a la felicidad...

PRÓXIMO CAPÍTULO, EL GRAN FINAL DE, "YO ODIO A LOS PAYASOS"

Yo odio a los payasos [#Wattys2015]Where stories live. Discover now