Salió del camino polvoriento y tomó la vieja ruta, condujo por unas millas más. La cosa era apenas suficientemente amplia para que pasaran dos camiones. Por suerte, rara vez lo hacían. El sol caía duro, a plomo, sobre ellos en la cabina, el aire acondicionado hacia poco para mitigar el calor. Bajó la ventanilla y dejó que el aire caliente lo inundara, no es que eso le hiciera sentir mucho mejor.

Las palabras de Namjoon volvieron a él, pidiéndoles que mantuvieran sus vidas amorosas en privado. El primer nuevo empleado y había perdido el control, siendo incapaz de darle a Namjoon lo que había pedido. Su propia necesidad había tenido prioridad, y después de exigir a Soobin y a Taehyun que siguieran las reglas, él ni siquiera había hecho lo mismo. Yeonjun frenó de golpe y tiró de la camioneta en el arcén, el remolque detrás de ellos se balanceó antes de asentarse.

—¿Qué pasa?

Yeonjun se volvió hacia Beomgyu, listo para un poco de honestidad.

—No voy a tener estos malos entendidos entre nosotros. Tú fuiste el que se puso de rodillas y me chupó la polla. Tú fuiste el que instigó todo. Sí, yo fui un participante dispuesto, y disfrute completamente de esa pequeña boca caliente tuya, pero no puedes estar enfadado de que haya dejado claro lo que quería y esperaba de ti. Y no vas a seguir sentado ahí y decirme que la idea no te atrae. Porque puedo ver claramente que lo hace. —Los ojos de Beomgyu se abrieron, pero no dijo nada. El calor inundó el cuerpo de Yeonjun, pero él luchó por repelerlo, sobre todo con lo que iba a decir a continuación. —No te voy a obligar a hacer algo que no quieres hacer. Aunque sé muy bien que quieres que te folle. Si quieres sentarte allí y seguir negándolo, entonces ese es tu problema. No voy a seguir pidiéndolo, así que vamos a olvidarlo. Pero no podemos trabajar juntos con esto entre nosotros. Va a causar resentimiento, y no necesito ese fastidio en mi vida. Tuvimos un poco de diversión, ahora se acabó.

Beomgyu permaneció en silencio, mirando a Yeonjun, su mirada se estrechó.

—¿Solo así?

Yeonjun asintió.

—Síp, solo así.

—¿Realmente vas a rendirte tan fácil?

La cabeza de Yeonjun giró, y se quedó mirando a Beomgyu.

—¿Qué?

—Bueno, diablos, yo no quiero un hombre que va a darse por vencido cuando las cosas se pongan difíciles. ¿Quién se rinde a la primera? ¿Qué tipo de vaquero eres?

Yeonjun miró a Beomgyu.

—No estoy interesado en jueguitos.

—No juego. —Beomgyu se pasó las palmas de las manos sobre sus muslos—. Yo solo...jamás he...recibido. Siento que no debería quererlo. Todo en mi cuerpo grita no, y al mismo tiempo, todo grita sí, también. No soy del tipo que se rinde. Pero tú...tú eres...diferente.

Yeonjun sintió su polla engrosarse aún más, forcejeando contra sus vaqueros.

—¿De qué estás hablando?

—¿De verdad vas a hacer que te lo describa?

—Síp. Quiero oír las palabras.

Beomgyu se quedó en silencio unos instantes.

—Quiero que me folles.

El sonido era música para sus oídos.

—Otra vez.

Beomgyu suspiró. —Quiero que me folles.

Yeonjun sonrió. —Más tarde. Tenemos animales de granja que recoger. — Yeonjun metió el camión de vuelta al camino y a la senda.

Cabalgada salvaje | YeongyuWhere stories live. Discover now