Yeonjun escuchó el chirrido de la puerta de malla cuando se abrió, y se volvió para ver a su jefe entrar en la cabaña. Metiendo la novela que estaba leyendo en el hueco de su brazo, volteó los huevos en la sartén de hierro fundido y disminuyó el gas, a sabiendas que dividiría su atención.
—¡Qué tal, Namjoon!
—Hola, chicos.
Taehyun y Soobin se apartaron de sus propios platos y miraron hacia arriba. — Buenas —dijeron en forma sincronizada.
—Tengo algunas noticias para compartir —dijo Namjoon, quitándose su Stetson negro y agarrando el ala del sombrero, su mirada vagando a todas partes excepto a los tres.
Yeonjun apagó el gas por completo, sabiendo que probablemente no le gustaría lo que Namjoon estaba a punto de decir.
Bajó la novela a la mesa y cruzó sus brazos sobre el pecho.
—¿Qué estás leyendo, Yeonjun?
Yeonjun miró su libro y de regreso a Namjoon. —No importa. Sólo dinos lo que tienes que decir.
Namjoon se acercó y cogió el libro muy manoseado, poniendo su sombrero sobre la mesa.
—Fahrenheit 451. Ray Bradbury. Creo que tuve que leer esto en el instituto, pero ha pasado mucho tiempo. Pero entonces, nunca fui muy aficionado a la lectura. No como tú.
Yeonjun tomó el libro de la mano de Namjoon y lo dejó.
—¿Tus noticias?
Namjoon miró alrededor de la cabaña, mirando a todo, excepto a sus trabajadores.
—Necesito contratar al menos una media docena de nuevos empleados. — Dijo Namjoon, insertando sus pulgares por las presillas del frente de sus vaqueros y mirando a los tres hombres frente a él—.¿Ustedes chicos tienen algún problema con eso?
Yeonjun suspiró. Nuevos empleados a menudo significaba drama. Taehyun, Soobin, y Yeonjun trabajaban muy bien. Compartían la misma ética de trabajo y eran fuertes. Los tres podían hacer el trabajo de diez hombres.
—¿Seis nuevos empleados? Hemos estado haciéndolo muy bien nosotros tres —dijo Taehyun.
—Taehyun, compré el rancho de Jim Hutchens ayer en la tarde, casi triplicando mi tierra. Voy a comprar más ganado y eso significa más trabajo. No voy a presionar a los tres más fuerte de lo que ya lo hago. Tal cual, debería tener al menos seis hombres trabajando mi tierra.
—No creo que lo que pensamos realmente importe, ¿no es así, Namjoon? — Preguntó Yeonjun.
—Yo quería consultarlo con ustedes tres, así sabrían lo que iba a pasar y asegurarme de que supieran lo mucho que necesitamos esto. Ustedes han hecho huir a mis tres últimos empleados, y no puedo tenerlos a ustedes siendo demasiado duros con los nuevos.
Yeonjun frunció el ceño. No era que fueran demasiado duros. Era que los nuevos empleados no aceptaban, o no entendían, la relación que, él, Taehyun, y Soobin compartían.
—Sabes por qué se fueron.
El rostro de Namjoon se volvió un poco rosa. —Sí, lo sé. Ustedes tienen una... relación especial.
—Una relación que no tengo planes de ocultar o detener —dijo Soobin con la boca llena de comida—. Si tienes un problema con eso, tal vez necesites más de seis empleados.
Namjoon levantó las manos en señal de rendición. —Ustedes chicos no van a ninguna parte. Trabajan como bestias, y son leales. ¿Pero tal vez podrían mantener sus asuntos privados, privados por un tiempo y no ser tan abiertos con lo que hacen en su tiempo libre?
