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Yeonjun acabó con lo último del vallado para el nuevo corral antes de limpiar su frente con un pañuelo. Deslizó el cuadrado azul marino de vuelta a su bolsillo trasero y buscó a Beomgyu. Durante tres días los dos apenas había hablado mientras habían armado la valla.

Soobin y Taehyun habían pasado los días vigilando el rebaño mientras que Namjoon había estado dentro y fuera ayudando, comprando suministros, y fuera en la búsqueda de más trabajadores. Yeonjun había pensado que un tiempo a solas con Beomgyu ayudaría a su causa. Eso sólo pareció empeorar las cosas.

Beomgyu le gritó un par de veces y no miraba en su dirección, a no ser que se viera obligado a ello. Tal vez Yeonjun había exagerado en su jugada, pero algo le dijo que la ira de Beomgyu era causada por la confusión. Algunas miradas descarriadas por aquí y por allá, habían mantenido la esperanza viva en Yeonjun, por lo que habían seguido trabajando duro cada día, hasta que su cuerpo le dolía al caer la noche.

Eso todavía no evitó que el deseo lo mantuviera despierto.

Yeonjun estaba agotado, entre trabajar todo el día y adolorido toda la noche.

—¿Deberíamos de ir a recoger a los animales de pezuña del otro rancho ahora? —Beomgyu preguntó antes de tragar un poco de agua y secarse el sudor de la frente—. ¿O debemos esperar hasta que esté terminado el gallinero?

Yeonjun miró a Beomgyu. Tal vez un viaje a la propiedad de los Hutchens, dentro de un lugar estrecho, estimularía la conversación.

—Será más fácil de mantener a las cabras y las ovejas lejos de los pollos. Déjame agarrar las llaves del remolque y podemos dirigirnos allí.

Corrió hasta la casa principal y agarró las llaves del remolque del escritorio de Namjoon. Yeonjun enseguida volvió, comprobó el enganche, y luego se metió. Tan pronto como tuvo el motor encendido, Beomgyu se deslizó en el asiento del pasajero. Lo primero que hizo Beomgyu fue encender el aire acondicionado.

—Tengo que esperar a que el motor se caliente un poco.

Beomgyu lo ignoró y se acercó más a uno de los orificios de ventilación, el aire fluía en su rostro. —Maldición, eso se siente bien.

Yeonjun negó con la cabeza y lanzó el viejo remolque en marcha, acelerándolo hacia el camino. El polvo voló alrededor del remolque y obligó a Beomgyu a deslizarse contra él, lo cual no había sido el plan de Yeonjun. Sin embargo, él disfrutó del breve encuentro de todas maneras.

—Imbécil —murmuró Beomgyu.

—Si hubieras estado usando el cinturón de seguridad, no habrías sido lanzado de un lado para otro.

Beomgyu hizo un gran espectáculo poniéndose el cinturón de seguridad. Yeonjun pudo sentir al hombre lanzándole una mirada asesina, estaba seguro que vio un poco de eso por el rabillo del ojo.

—¿Alguna vez vas a dejar de hacer pucheros?

—¿Quién dijo que estaba haciendo pucheros? —Preguntó Beomgyu.

—No has hablado más de una docena de palabras en tres días.

Beomgyu estaba en silencio. Después de un momento, Yeonjun se preguntó si solo estaba consiguiendo ser más ignorado.

—No estoy haciendo pucheros. No he tenido mucho que decir.

—¿Nada en tu cabeza? —Había habido muchas cosas en la mente de Yeonjun. Una tonelada.

—Nop —dijo Beomgyu y Yeonjun estuvo seguro de que era una mentira.

No estaba seguro de si debía dejar al vaquero en evidencia o no. ¿Había ya empujado demasiado? O tal vez él no había empujado lo suficiente.

Cabalgada salvaje | YeongyuWhere stories live. Discover now