Sunoo miró por encima de su hombro mientras bombeaba su pequeña polla de arriba abajo. La respiración del hombre se hizo superficial mientras miraba a Beomgyu. Beomgyu sabía cuál sería la respuesta antes de preguntar, pero
por respeto, todavía siempre preguntaba.
—Sí —fue la respuesta estrangulada de su jefe.
Beomgyu jaló sus vaqueros sobre sus caderas y medio cerró dolorosamente la cremallera sobre su carne hinchada. Su polla palpitaba de deseo mientras se embolsaba el lubricante y el condón y fue en busca de una fusta, o alguna otra cosa, para impulsar al ranchero a la estratosfera. Cuando encontró una vieja fusta, puso a prueba su fuerza en la palma de su mano y volvió a su
amante.
Una vez que llegó allí, vio que Sunoo tenía un bocado entre los dientes, y lo que parecía ser una cola, saliendo de su culo.
—¿Qué es todo esto? —¿Y en dónde diablos había estado escondiendo esas cosas?
Sunoo miró por encima de su hombro, temblando de deseo. La gruesa cola negra se movió cuando Sunoo levantó su culo más alto en el aire. Beomgyu se sorprendió, pero si este era el tipo de perversiones que le gustaban a su jefe,
¿quién era él para juzgar?
Nunca había participado en un juego de poni, pero siempre había una primera vez para todo.
—¿Tengo un pequeño poni aquí? —Preguntó Beomgyu suavemente.
Sunoo asintió, con los ojos cerrados a la deriva mientras gemía profundamente.
Beomgyu golpeó la fusta contra su mano, y Sunoo saltó, otro gemido escapó de la garganta del ranchero.
Beomgyu se inclinó y pasó la mano por el culo de Sunoo antes de agarrar la cola y tirar de esta. El pelo estaba unido a un grueso tapón negro que Sunoo había empalado a su culo. Cuando Beomgyu lo metió de nuevo, Sunoo tembló todo.
Beomgyu se puso de rodillas al lado de Sunoo, frente al culo del hombre y levantó la fusta. El primer golpe hizo saltar a Sunoo otra vez, y el segundo hizo gemir a su jefe sobre el bocado que sujetaba entre los dientes.
Su jefe gemía una y otra vez mientras Beomgyu cubría el culo del hombre golpe tras golpe, dejando marcas de color rosa brillante en la piel del ranchero.
Cuando Sunoo estuvo de color rosa profundo, hizo una pausa y frotó la carne abusada del hombre. —¿Cómo se siente, poni?
Su jefe relinchó, retorciéndose en el abrazo de Beomgyu. —Jódeme—una orden ligeramente incoherente—. Pero no saques el tapón.
Beomgyu se rió entre dientes, pero no podía ignorar el creciente deseo que sentía. Follar a su jefe era sólo para divertirse un poco, para ayudar a mantener la soledad que sentía en el rancho.
Largos días y noches sin sexo podrían conducir a un hombre a la locura.
Como único trabajador en el rancho, muy lejos de la ciudad más cercana, tenía pocas oportunidades para algo más.
Abrió su cremallera y tiró de sus pantalones un poco antes de rodar el condón por su longitud. Después de revestir su polla con lubricante, añadió un poco más para el ano del jefe antes de tirar la botella en el suelo junto a él.
Inmovilizando el tapón, Beomgyu apretó su polla contra la fruncida apertura.
—¿Estás listo para mí?
Sunoo pasó las riendas a su espalda con una mano y asintió con la cabeza.
—Móntame duro.
Beomgyu miró las riendas y sonrió tontamente. Movió lentamente su duro eje dentro de su jefe, el tapón de látex hacía más difícil empalar al hombre. Poco a poco metió la polla en el culo de Sunoo, parando para agregar más lubricante una o dos veces. Finalmente, estaba profundamente hasta las bolas en el interior del ranchero, la cola hacia cosquillas a su perineo y culo.
Agarrando las riendas, tiró de ellas y comenzó a montar el culo del hombre como lo pidió.
Sunoo relinchó y relinchó mientras Beomgyu la metía y la sacaba, meciendo sus caderas mientras jalaba la brida de cuero.
—Oh sí. Joder, Beomgyu. Eso se siente tan condenadamente bien—dijo Sunoo alrededor de su bocado—. ¡Más fuerte!
Beomgyu empujó más profundo y más rápido, golpeando el culo del hombre.
La estrechez del culo de Sunoo, junto con la rigidez añadida del tapón, lo llevó hasta el borde rápidamente. Pero necesitaba asegurarse de que Sunoo se viniera. Al jefe había que mantenerlo feliz.
Beomgyu metió la mano debajo de él y comenzó a masturbar la bonita polla de Sunoo mientras golpeaba el culo del hombre. No pasó mucho
tiempo. Sunoo relinchó ruidosamente antes de gritar, el semen se disparó desde su eje al suelo cubierto de paja. Beomgyu gimió, agradecido de que su amante se viniera, mientras estaba en el borde y apenas contenido. Sintió una creciente oleada de excitación y comenzó a golpear en Sunoo aún más fuerte.
Justo cuando empezó a venirse, la novia de Sunoo dio la vuelta a la esquina, la boca y sus ojos muy abiertos.
Era demasiado tarde para detener la liberación de Beomgyu. Su cuerpo se estremeció y gritó, lanzando su espesa carga en el condón que lo envolvía, muy dentro del culo de Sunoo mientras su esposa se quedaba mirándolos.
Por último, redujo la velocidad y se retiró del cuerpo de Sunoo cuando este se puso en pie. El ranchero tropezó con sus jeans y cayó de bruces en el polvoriento suelo de paja.
El rostro de la chica se puso de un tono de rojo bastante antinatural mientras estaba allí parada temblando y mirándolos. Beomgyu se puso en pie y tiró de sus pantalones vaqueros sin retirar el condón. La mirada de ella cayó sobre él. —Vete. De. Mí. Jodida. Tierra.
Beomgyu sintió como si le hubieran dado un puñetazo en el estómago, pero había sabido que esto podría pasar todo el tiempo.
—Sí, señora.
—Espera un minuto, querida —dijo Sunoo alrededor del bocado en su boca. El hombre no parecía listo para quitárselo, tampoco—.
Esta es mi tierra, y yo decidiré quién viene y quien se va de aquí.
—Si quieres despertar mañana con tus bolas intactas, vas a hacer que ese hombre se vaya de aquí y no vuelva nunca más —respondió ella fríamente.
—Todo está bien, Sunoo. Era hora de que siguiera mi camino de todas maneras.
Sunoo se volvió a Beomgyu. —Pero yo no quiero que te vayas. —Se volvió hacia su mujer—. ¿No podemos hablar de esto?
—Es él o yo, Sunoo —la mujer escupió, mirando a Beomgyu—. Y recuerda que papá firmó el préstamo para este lugar.
Los ojos de Sunoo se cerraron.
—Será mejor que te vayas, Beomgyu.
Beomgyu asintió, mirando al hombre roto de pie allí con sus jeans enredados alrededor de sus pies, la cola y el freno todavía en su lugar. La mujer agarró la fusta tirada en el suelo cubierto de paja y golpeó el culo de Sunoo con esta.
—Creo que será mejor que entres en esa casa antes que use esto en ti yo misma.
Los ojos de Sunoo se iluminaron.
—¿Lo prometes?
Ella puso los ojos en blanco.
—Entra en la maldita casa, Sunoo. —Se dio la vuelta para mirar a Beomgyu —. Cuando vuelva aquí en unos cuantos minutos, será mejor que te hayas ido.
Beomgyu asintió y salió del establo y corrió a las escaleras de su apartamento.
El pequeño estudio sobre el garaje había sido su casa durante algún tiempo, y no tenía ganas de irse, pero lo hecho, hecho estaba. Mientras hacía las maletas, se preguntó lo difícil que sería encontrar otro rancho al cual llamar hogar.
Esta vez, tengo que mantener mi polla en mis pantalones.
