Capítulo 6: Contacto

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No había otra descripción para la forma en que Abi entró en su cocina el día siguiente excepto "como un zombie." Obviamente no los zombies reales a los que se refería Ra para designar un tipo de cuerpo reanimado, pero los de la televisión y películas, que a su vez más se asemejaban a personas muertas de sueño con un tobillo torcido. A excepción del caminar inseguro, Abi de hecho se sentía como uno mientras se dejaba en la silla frente a la mesa de la cocina.

Ra se había ordenado y comía un lomito entre un pedazo de pan francés tostados. El envoltorio de papel gris le servía de base a un envase de plástico lleno a rebosar de papas fritas. Había otro paquete envuelto en el mismo material cerca, colocado encima de un plato. Un reloj encima del lavavajillas señalaba que eran las 10 de la noche y a Abi no le sorprendió. Alex, que lo venía siguiendo desde la sala en momento en que pusiera un pie fuera de su habitación, se le puso detrás y le colocó una mano a cada uno de sus hombros. Abi movió su palma para quitárselo de encima pero cambió de opinión al último momento y se frotó los ojos hinchados.

-No sabía cómo lo querías –dijo Ra a modo de saludo-, así que te lo pedí completo. Si no lo quieres déjalo y acabaré con él más tarde.

Abi vio el paquete y extendió la mano hacia él, percibió el calor que todavía emanaba desde adentro y se arrepintió pensando en esa cosa dentro de su estómago. Tomó en su lugar una papa frita entre sus dedos y le dio una mordida antes de dejarla. A pesar de que se había pasado todo el día en la cama y se había perdido tanto el almuerzo como el desayuno, no sentía el menor apetito.

-Sea así –aceptó Ra, encogiéndose de hombros y pegándole una nueva mordida a su cena-. Por cierto, lo pagué ahora sí con mi dinero así que no te preocupes por eso.

A Abi no podría haberle importado menos.

-Sentate –le ordenó al rubio apenas moviendo la cabeza y este, diligente, se fue a ubicar en la silla justo a su lado, mirándolo con una angustia espantosa que Abi se negó a reconocer, fijándose en la mesa-. Mira la tele.

Alex le dio una palmadita a la rodilla, lo cual le hizo estremecer a Abi, antes de volverse hacia la televisión y encenderla para fijar sus ojos.

-Imagino que ya sabes que no puedes ir haciéndole desaires a tu propio tulpa –dijo Ra. En su voz no había un reproche evidente y eso era un alivio, pero todavía había desaprobación implícita en sus palabras-. Se pasó toda la noche mirando la puerta de tu cuarto esperando que le abrieras. Entiendo que a veces vas a necesitar estar solo, pero él no es un simple perrito al que puedes darle de comer un gran tazón al día y estar satisfecho con eso. ¿No lo notas más delgado?

Abi observó al tulpa, vestido con una simple remera amplia y unos boxers color negro. A lo mejor los brazos habían perdido algo de musculatura, pero en realidad no podía decirlo con seguridad.

-Al menos yo no lo dejé detrás de una pared para que se pudriera –comentó con algo de resentimiento.

-¿Y sabes al menos por qué lo hice, pibe? –inquirió el otro sin molestarse-. Los tulpas se perciben entre sí. Cada vez que un tulpa percibe a otro, percibe también a su dueño. Ese chico... o chica, no sé, a lo mejor sólo le gustaba travestirse, sólo era uno de miles de dueños que van a querer darle más poder a su propio esclavo matando al de los otros. Si yo en mi viaje me hubiera traído a este, no habría podido hacer el viaje que tenía en mente.

-¿Para qué el viaje? ¿Andabas buscando la iluminación o algo así?

-Te ríes, pero muchas personas hacen eso. Igual, yo ya tuve mi viaje de claridad mental y no fue la gran cosa. Estaba prácticamente hecho un muerto viviente cuando acabé. El caso es que necesitaba investigar algo importante y para poder hacerlo, tenía que dejarlo atrás. Nadie sabía que vivía en este departamento, de modo que asumí que sería una buena caja de seguridad, mejor que cualquier otra que tuviera en el momento –Le dio otro mordisco a su comida, tironeando para separar a la carne y se lamió un dedo cuando un dedo una gota de mayonesa le cayó encima-. Entre otras cosas, buscaba una manera de destruir tulpas sin tener que depender de ellos. Nunca me gustó la idea de tener mi vida dependiendo del desempeño de otros.

TulpaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora