64. "¿Que clase de aminovia fui?"

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La imité y me recosté. Acaricié su cabello mientras sentía lágrimas en mis ojos. Se me hacía mucho más fácil llorar que a ella. A veces envidiaba que ella pudiera controlarlo y yo no. A veces ni siquiera notaba cuando ya estaba llorando.

Sentía que nos estábamos deprimiendo y si no hacíamos algo al respecto dejaríamos que nos destruyera. Ninguna de las dos había venido a buscar novio, tampoco a conocer a 5 seconds of summer. ¿Por qué dejábamos que así pareciera?

—Oye, este no era el objetivo. —dije haciendo que ella se volteara para mirarme—. Vinimos aquí porque nuestro sueño era salir de Chile. Queríamos buscar nuestro propio camino, ¿no?

Ariana asintió un poco confundida, ya que todavía no lograba comprender mi idea.

—Lo logramos, Ariana. Juntas. —continué explicándole—. No tenemos que estar tristes. Debemos estar felices.

—Tienes razón. Solo nos quedan tres días aquí. —dice sentándose en la cama—. Tenemos que poner en práctica nuestros dotes de actrices y terminar bien nuestros últimos días acá.

—Exacto. Ahora debemos hacer algo productivo. —le dije pensando—. ¿Qué te parece si hacemos una maratón de Teen Wolf?

—Eso sí que es una buena idea. —dijo haciendo que yo sonriera complacida.

Necesito un poco de stydia para alegrar mi corazón. —comenté levantándome para preparar todo.

Nos pasamos la tarde viendo nuestra maratón. Ya nos habíamos visto todas las temporadas publicadas hasta el momento, pero nos encantaba, así que vimos de nuevo tres temporadas completas y nos comimos todo el helado del pote. También compramos chocolate, como es normal en nuestras reuniones, y las infaltables gomitas de tiburones.

Después de un rato Ariana se quedó dormida y aproveché el momento para bajar por algo de beber.

—________ (Tn).

La voz de la Sra. Hood me hizo girar.

—¿Sí? —le pregunté despreocupada tomando el vaso de jugo que me había servido.

—Sé lo que pasó.

Su confesión me aterró a tal punto que solté torpemente el vaso de jugo haciendo que saltaran miles de pequeños vidrios. Me quedé inmóvil sin saber cómo reaccionar. ¿Calum le habría contado? De ser así... ¿Qué le habría contado?

¡Oh, Dios! Cariño, aléjate de los vidrios, es peligroso. —me advirtió acercándose con rapidez para ocuparse.

—No, es mi culpa. —dije intentando acercarme.

—No es tu culpa. Fue un accidente. —me dijo sin intención de apartarse.

—No, por favor, yo hice este desastre, déjeme arreglarlo.

Sentía cómo las lágrimas comenzaban a acumularse en mis ojos imposibilitándome poder ver con claridad. No solamente me estaba refiriendo al vaso, sino a todo.

Al ver que la señora Hood no comprendía mis ganas de reparar todo lo que había causado, me agaché con rapidez y comencé a tomar los vidrios con mi mano.

—¡______ (Tn), cariño! Por favor, detente, te estás cortando.

Su voz era dulce, pero, de igual manera, me hizo despertar. Cuando miré mis manos estaban sangrando. La miré aterrada por mi comportamiento, pero me miraba con cariño y quizá un poco de pena.

—Lo siento mucho. —dije tirándome hacia atrás sintiendo vergüenza por mi comportamiento ¿Qué demonios estaba haciendo?

—Por favor, dime qué te pasa. —me pidió nuevamente con amabilidad.

Miré mis manos y sentí desesperación. Hablar con mamá siempre solucionaba todo. Ella siempre me hacía ver que lo que parecía a mis ojos un gran problema, en realidad, se podía solucionar.

—Calum terminó conmigo. —reconocí bajando la mirada. No quería ver la lástima en sus ojos—. Y lo peor de todo es que es mi culpa.

—¿Qué? ¿Estás segura de que él lo terminó? —me preguntó sorprendida—. Debe haber un malentendido. Él te quiere mucho, _______ (Tn).

En ese momento me di cuenta de que ella no sabía nada. Calum jamás le había dicho, entonces sería mi responsabilidad el decirle la horrible persona que Calum me creía y que, después de todo, quizá si lo era.

Sonreí con tristeza al recordar su última frase. Él jamás me lo había dicho y, probablemente, jamás tendría la oportunidad de escucharlo decirme esas palabras.

—No lo entiende. —dije negando con la cabeza.

—No puedo hacerlo si no me explicas. —me dijo para luego mirar el suelo—. ¿Por qué no vas al living y me esperas?

Miré el suelo y entendí que ya había hecho suficiente, así que solo asentí e hice lo que ella me pedía.

Después de un rato volvió a mi lado y tomó mis manos. Cuando lo hizo me quejé y sentí vergüenza por haber sido tan estúpida.

—Espérame que iré por el botiquín para curarte.

Encontré irónico que lo dijera cuando el único dolor que verdaderamente sentía era el que su hijo había dejado en mí.

Después de que me curara se sentó a mi lado y me preguntó—: ¿Estás listas para contarme?

—Yo...

Los ojos de la señora Hood estaban concentrados en mí. Me miraba de manera dulce y eso me dio confianza de poder hablar, aunque no sabía realmente cómo empezar.

—A Ariana y a mí nos gustaba la banda de antes. —dije finalmente, pero ella parecía no comprender todavía—. El problema fue que jamás se los dije, aunque tampoco lo negué. Es que nunca fue tema.

Me sentía tonta intentando excusarme. Debí haberlo dicho, claro, pero ¿habría cambiado en algo? ¿Se habrían alejado de mí por ser una fan? ¿O todo habría sido tal y como pasó?

—Calum se enteró. Y... no sé cómo lo hizo, pero no me dejó explicarle. Solo se hizo ideas y ahora cree lo peor de mí. —finalicé teniendo miedo de su reacción.

—Sé que sabes que lo que hiciste está mal, pero no es tan terrible. —me explicó haciendo que la mirara—. Lo que pasa es que él debe sentir que traicionaste su confianza y sabes que eso es lo más importante.

Lo sabía. Claro que lo sabía. Lo había escuchado antes, solo que... nunca pasó eso por mi mente.

Sobre todo para Calum. —continúo haciendo que la mirara curiosa—. Siempre ha tenido este problema en... confiar.

Lo que me decía solo hacía que me sintiera peor. Era fácil estar enfadada con Calum si miraba mi versión, pero ¿qué pasaba con la de él? Sentía mucha tristeza. ¿Qué clase de aminovia era? O mejor dicho fui...

—No voy a poner como excusa los problemas de Calum. Él debió escucharte. —me explicó a continuación—. Es tan llevado a sus ideas que cuando se le mete algo en la cabeza... no hay quien se lo saque. Hablaré con él.

Asentí con una sonrisa triste. Conocía a Calum. Lo sabía.

—Gracias, Sra. Hood. —dije tomando su mano—. Pero no tiene que hacerlo. Este desastre lo creamos los dos, si no me quiere escuchar... no hay nada que pueda hacer.

Al reconocer eso sentí mis lágrimas bajando por mis mejillas. La señora Hood abrió sus brazos y sin dudar lo acepté dejando mi cabeza descansar en su hombro.

—Tranquila, cariño. Ya pasará, lo prometo.

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*Capítulo corregido*

Mi destino eres tú (Calum Hood&Tú)Where stories live. Discover now