Capítulo Treinta y uno: Sentimientos confusos, ¿por qué ahora?

Comenzar desde el principio
                                    

*~*~*~*~*

A las seis comencé a arreglarme para estar lista e ir a ver a mi amiga Sandra. A la cual le dije de quedar para contarle todo lo de Juan. Pero cambié de opinión, se lo diría todo. Hasta lo de Elisa y Daniel. El motivo por el cual vivo con Lidia… TODO. Merecía saberlo porque era mi amiga y porque me podría ayudar. Aunque arriesgaba nuestra amistad pues, ¿con qué ojos me vería ahora?

La llamé media hora antes para verificar el encuentro…

   —Hola Sandra.

   —Hola Miriam. ¿Qué pasa, no puedes quedar? —oigo voces a través del móvil y me pregunto si tendrá a alguien a su lado. Quizá sea su novio…

   —Si que puedo, solo era para confirmar el sitio. ¿En la cafetería Miel?

   —Allí estaré, ¿en media hora?

   —Si. No es lejos, ¿verdad?

   —No, solo tardaré diez minutos andando. Sobreviviré. —entonces se me ocurre algo.

   —¿Quieres que te recoja en la limusina? Tengo esa petición desde hacía mucho. ¿Puedo, por favor? —la oí reír.

   —Si te hace ilusión… —salté de alegría.

   —¡Qué bien! Dentro de quince minutos te recojo.

   —Vale. Por cierto, Rubén vino ayer por la tarde y se quedará en mi casa. ¿Quieres que lo lleve también? —me tensé en seguida. Qué reacción más tonta. Vamos, contesta…

   —Pues… es que lo que te tengo que contar es… —oí ruidos y luego una voz masculina sustituyó a la de mi amiga.

   —¡Miriam! ¿Qué tal estás? Mira, estoy escuchando la conversación y no puedes negarte a verme, hace mucho que no te veo y querría…estar contigo también. —se trataba de Rubén. Él se rió un poco y luego paró para oír mi contestación. ¿Qué rayos le decía ahora? No podía negarme, después de todo, era el primo de mi amiga y… ¡qué demonios! Era mi amor platónico desde pequeña. ¿Por qué no podía verlo? Ah, si, porque no podré contarle nada a Sandra si él está delante… ¡¡Jo!!

   —Rubén. Hola. Pues, de acuerdo, vente también. ¿Pero no te vas a aburrir con nosotras? Somos adolescentes y tú un adulto… —bufó alto y oí a Sandra preguntar por lo que yo había dicho.

   —¿Tan viejo me veo para ti? —parecía un poco molesto. No le di importancia.

   —No hombre, ven si quieres. Dentro de quince minutos os recogeré. —suspiré resignada. Hoy no podría contarle nada a Sandra… ¡Qué fiasco! Iba a colgar pero enseguida lo coge Sandra y me habla:

   —Amiga del alma… —cuando empezaba por esa frase me daba miedo —… ¿puede venir también mi novio? —oigo que Rubén protesta detrás de la línea. Yo no sé como reaccionar. ¿Eso significaba que iban a estar acaramelados mientras que Rubén y yo…? ¡No, ni hablar!

Conviviendo con la Mentira © [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora