Capítulo Veinticuatro: Verdades que escuecen.

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Capítulo Veinticuatro: Verdades que escuecen.

3:40 de la madrugada. Enfrente de la mansión de Lidia.

Miriam

Me apeé del coche de Alex seguida por él, cerró el coche y se puso junto a mi. Me rodeó la cintura y yo me alejé un poco, pero él volvió a poner su brazo allí. Suspiré molesta con todo el mundo. No solo había dicho estupideces, sino que Daniel las creía…

Daniel… si supierais el sufrimiento que estoy pasando… ¡Ese cretino me hizo suya y luego me dejó sin explicaciones! ¡No lo soporto! Y lo peor, es que aun lo quiero… todavía ansío que me estruje en su pecho y me reconforte, que me pida perdón y que me bese como hoy lo ha hecho. Mmm, es recordar sus besos y las rodillas se me aflojan… ¡Pero qué pienso! No, ese idiota no merece ni un pensamiento por mi parte. Por mí que se quede con Elisa.

Todavía no puedo creerme que haya vuelto con ella después de esa noche que compartimos… ¿Es que no tiene sentimientos? No, está claro que no.

En fin, a lo que vamos, Alex está junto a mi y con su brazo rodeando mi cintura. Carraspeé y pedí con voz molesta:

   —Alex, suéltame por favor, no estoy de ánimos. —él me hizo caso, pero por alguna extraña razón sonrió de medio lado.

   —Lo siento, se me ha ido la mano. —hizo una pausa para mirar la gran mansión que se alzaba frente a nosotros. Las luces estaban apagadas, por lo que los invitados se habrían ido ya, o estaban durmiendo…—. Ya estamos delante del portón de tu casa, ¿tienes la llave? —asentí sacándome las llaves que Lidia me dio hace dos días. Abrí la puerta, mucho más pequeña, del centro del portón y, cuando lo hice, sonó un chirrido que me hizo pensar que no se usaba demasiado. Claro, Lidia siempre que salía y entraba era con el coche, por lo que el portón se abría entero. Y Daniel hacía lo mismo… Noté el fresco invadir mi cuerpo y tirité. Aunque esa noche llevara mi abrigo y el de Alex encima, tenía frío…

   —Gracias por traerme. —él negó con la cabeza —. ¿Puedo hacer algo para recompensarte? Sé que antes me he portado como una cría, y quería pedirte perdón.

   —No tienes porque hacerlo. Sabes que haría cualquier cosa por ti. —volvió a sonreír y, no supe porque, no me gustó nada —. Pero, sí que podrías hacer algo por mi. —lo miré expectante.

   —¿De qué se trata? —pregunté cruzándome de brazos. Él se metió las manos en los bolsillos.

   —Quisiera poder hablar contigo… ahora. —a ver, ¿he escuchado bien? Son casi las 4 de la madrugada y quiere hablar, ¿por qué ahora? Disimulé una sonrisa…

   —Lo siento, Alex, pero ahora lo que menos me apetece es hablar… necesito dormir y…

   —¡Pero solo será un rato! Además, necesitas desahogarte conmigo. Sé que amas a Daniel. Por eso te pido que cuentes conmigo para lo que sea, después de todo, ¡voy a ser psicólogo! —evité una carcajada. Pensar que él me podía ofrecer su ayuda como psiquiatra no encajaba en nuestra relación. Se me haría raro… Pero como le ofrecí mi ayuda pues…Además, ¿tan obvio era que me gustaba Daniel? Buff, no podía negarme…

Conviviendo con la Mentira © [Borrador]Where stories live. Discover now