—Me encanta observar el suelo. Es uno de mis tantos intereses. —murmuro entre dientes, asegurándome de colocar el papel en un sitio oculto que pueda recordar más tarde. Solo por si las dudas, solo por si ese pequeño papel tiene para mí una puerta de escape.

—Tú sabes que no hay túneles ni salidas de escape debajo de ninguna alfombra, mucho menos debajo de la cama. —se burla, sentándose en la cama a pocos centímetros de distancia.

Exhalo rendida. —No pierdo nada con intentar encontrar alguno.

Will ríe, sonando de la misma manera en que solía hacerlo antes de que me enterara de toda la verdad. Es como si para él nada hubiera ocurrido. —No vas a dejar de ser hostil conmigo nunca, ¿no es así?

— ¿Qué haces aquí y por qué estás tratando de sonar amigable? —cuestiono poniéndome de pie. De ninguna manera voy a sentarme con él en la cama que he evitado tocar. Mi espalda duele por dormir –o al menos intentar hacerlo– en el suelo.

—Debido a que vamos a pasar mucho tiempo juntos de ahora en adelante, he decidido hacer las paces.

Abro la boca, fingiendo sorpresa y después emoción. Después me quedo inexpresiva y cruzo mis brazos. —Toma tus intenciones y lo poco que te queda de dignidad, después márchate y no vengas a mí con esos cuentos. Es más, ni siquiera te acerques.

Will se carcajea.

—Hablo seriamente, lárgate. —hablo una vez más, caminando hacia la pared para dejarme caer por ella como hace rato. —Eres tan falso.

—Y tú tan encantadora. Me divierto tanto contigo. —dice poniéndose de pie y caminando en mi dirección. Oh Dios, ¿esto es verdad? No puede ser. —En realidad y adicional a mi oferta de paz, quería ofrecerte un trato.

Niego inmediatamente. —Ni hablar, conozco los tratos que los de tu tipo se traen entre manos. No me fío de ti ni de nadie aquí.

Will se ríe suavemente esta vez, es bastante molesto a decir verdad. —Que lista. Pero, ¿no te atrae la curiosidad de saber de qué se trata? Cree en mí, mis intenciones son las mejores... que cualquier persona aquí podría tener sobre ti.

—Ni hablar, vete con tus mejores intenciones a otro lado.

El chico asiente y se da la vuelta, comenzando a caminar lejos de mí con dirección a la puerta. Me alivia el hecho de que por fin haya entendido mi punto. Suspiro.

— ¿No te importa ni un poco, aunque eso te dé la oportunidad de ver a Niall una última vez? —pregunta, tomando el pomo de la puerta y sin mirarme.

Demonios, él sabe lo que hace. Él sabe cómo llegar a las fibras sensibles.

— ¿Acaso no te gustaría eso? —pide, girándose. Maldigo entre dientes mirando al techo.

—Si. —susurro, cayendo en sus redes por completo. Él sonríe, ha ganado esta vez.

Yo espero que sea la última vez que alguien más gana.

Estoy cansada de perder.

(...)

Paso las yemas de mis dedos sobre el rostro amoratado de Niall con cuidado de no despertarlo. Parece un ángel durmiendo a pesar de los grandes hematomas que colorean zonas de su rostro. Sonrío con tristeza y me pongo de pie. Yo hubiera esperado encontrarlo despierto, tener una conversación extensa sobre planes para volvernos a encontrar pronto y sobre todo una despedida justa.

Pero no es así.

Cuando llegamos, encontramos a Niall en el mismo sitio en el que fue dejado en la mañana. Algunos pájaros dando vueltas a muchos metros por encima de él al asecho. Will me ayudó a dejarlo en el sofá de la sala de estar que tenía los cojines regados por el suelo la última vez que estuve aquí y salió a sentarse junto a la puerta.

Puedo huir ahora y sin embargo no tengo la capacidad para hacerlo por completo. No tengo a donde ir que no sea delatada.

Detengo mis acciones cuando veo que Niall comienza a moverse agitado en el sofá. Me acerco cautelosamente para mantenerlo en silencio, no quiero que a Will se le ocurra entrar al escuchar un escándalo.

Vuelvo a colocarme de rodillas junto al sofá y ahora comienzo a pasar mis dedos por su cabello mientras le pido en susurros que vuelva a dormir, pero no funciona en nada. Sus ojos azules se abren con pánico, pero después se calma al verme y una pequeña sonrisa trata de aparecer en su rostro.

— ¿Qué fue lo que sucedió? —su voz suena ronca y cansada. Lo detengo cuando trata de sentarse correctamente.

—Tranquilo, todo está bien. Todo está bien. —digo con la voz rota. Soy una gran mentirosa. —Vamos, vuelve a dormir. Tienes que descansar. —casi ruego, Niall suelta un bufido y vuelve a acostarse.

— ¿Cómo escapaste de ellos? Maiah, recuerdo todo. No me mientas. —dice con cansancio.

—Will me trajo aquí, me quedan unos pocos minutos. —digo con honestidad. —Quiero-

—No, espera. No hables. —murmura, acercando su rostro al mío. —No quiero que digas nada. Quiero que me escuches. —dice aún más despacio, provocándome un estremecimiento cuando finalmente nuestros rostros están a menos de un centímetro de distancia. Nuestros labios se rozan cuando él habla. —Escúchame bien-

Lo interrumpo cuando el roce de nuestros labios se vuelve insoportable para mí. Tomo sus mejillas con mis manos y lo beso suavemente, sintiendo las lágrimas fluir ante la realización de que es este un beso de despedida. Un maldito beso de despedida.

Creo que permanecemos besándonos al mismo compás casi por un minuto entero. Niall no hace mención en ningún momento el salado sabor de mis lágrimas y creo que es porque él también llora.

Finalmente él se separa y toma mi rostro entre sus manos, limpia algunas lágrimas con sus pulgares y por fin puedo verlo a los ojos. Están brillando por las lágrimas que aún no deja derramar.

—Maiah, te amo. Maldición, no pensé que diría esto pero te amo. De verdad, no es ningún juego y quiero que no lo olvides. Jamás. —él dice, mirándome a los ojos. Yo estoy completamente perdida en el azul y la profundidad que transmite. Absorbo cada una de sus palabras, asintiendo en silencio sin abandonar su mirada.

—Niall-

—Shh, quiero disfrutar estos instantes.

—Niall, podría escaparme contigo en este momento. Podemos huir juntos y- —me detengo abruptamente cuando él sonríe con tristeza y comienza a negar rápidamente. — ¿Por qué no? Esta es la mejor oportunidad.

Estoy confundida, completamente perdida. Él me ha dicho que me ama y no quiere que huyamos juntos.

—Maiah, no. Es arriesgado y tengo otro plan. —susurra, probablemente para que sea solamente audible para nosotros dos y no para Will. —El dije. Coloqué un dije en uno de tus jeans hace muchísimo tiempo, preparándome para una contingencia como esta.

Así que mi buena espina sobre el objeto era cierta.

—Justo lo encontré hoy. —él sonríe de nuevo y asiente. —Es ovalado, dorado y no mide más de dos centímetros.

—Es ese. No lo pierdas de vista. Tiene un microchip, así podré encontrarte en cualquier lugar en el mundo. Te amo y voy a correr el riesgo. —él vuelve a acercar nuestros rostros para otro beso. Está vez es menos delicado y juro que voy a extrañarlo hasta el día en que él decida ir hacia mí. — Te amo, Maiah Collins. Y no me importa si tengo que meterme en un montón de problemas con personas peligrosas para ser feliz contigo. Me arriesgaré, porque eso es lo que estoy destinado a hacer. —me besa rápidamente y después besa mis mejillas, mis pómulos y finalmente mi frente. —Benditas sean esas jodidas apuestas que hace el grupo de animadoras. Aquella irrupción fue lo mejor que pudo pasarme en toda mi vida.

Sonrío, recordando el momento.

—Volveré a irrumpir en tu vida cada vez que sea necesario, de eso no tengas ninguna duda.

Espero que él sepa que eso es una promesa. Una que estoy cien por ciento decidida a cumplir.

Fears | niall horanWhere stories live. Discover now