d o c e

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Golpeo una piedra mientras camino mirando al suelo y pensando en las palabras que Niall me dijo cuando yo estaba subiendo a mi auto para regresar a cualquier lugar donde yo pudiera ser recibida después de tanto arrebato por mi parte.

«No tendrías que marcharte si confiaras en mí. No tendrías necesidad de huir, de temer, de sentirte desprotegida si te retractaras de tus palabras anteriores. Maiah, tu sabes lo que tienes que hacer.»

Pero no lo hice. No hice nada. No sabía qué hacer.

« ¿Tus asuntos están resueltos ahora, Maiah? »

Fueron las palabras de mi padre al abrirme la puerta en medio de la noche. Él estaba adormilado, pero no tanto para no reconocerme o recordar las palabras que escribí en aquella carta de "despedida".

«Me alegro que hayas vuelto a casa, hija.»

Comentó atrayéndome en sus brazos protectoramente, como si todo estuviera olvidado, como si yo no hubiera desaparecido en la madrugada algunos días antes. Y tal vez así es, tal vez logró perdonarme en cuestión de días porque ha logrado percatarse de cuán rota en realidad estoy. Probablemente se ha dado cuenta de que los trozos de mí están tan alejados los unos de los otros que es casi imposible no tenerme un segundo sin hacer un completo desastre de todo.

O tal vez, estaba tan feliz por tener a mi madre de vuelta en casa, que mi asunto estaba, por así decirlo, olvidado.

Hace poco más de un mes que he dejado de ver a Niall. Dejé la escuela y por consiguiente me he pasado todo el tiempo trabajando en el restaurante de la familia. Mi rutina ha consistido en levantarme a las siete de la mañana, a las nueve ir al restaurante y a las seis de la tarde volver caminando a mi hogar.

Suspiro y vuelvo a patear la piedra que minutos atrás había alejado bastante de mí, el sol está escondiéndose y un fresco viento me envuelve.

—Ouch, chica. ¿Siempre vamos a encontrarnos de esta manera? —una voz claramente masculina me hace detenerme. Pongo toda mi atención en el propietario de esta y frunzo el ceño. Conozco esa voz. Él chico eleva las cejas cuando no respondo algo. No he dicho nada, aún sigo obligando a mi cerebro a reconocer el chico con el que al parecer he estado en contacto con anterioridad.

— ¿Hola?, ¿estás bien? —insiste y caigo en cuenta de quién es. Sin embargo, mi mente tenía una imagen distinta. Un chico rubio y de ojos azules, que, para mi sorpresa no es así. Al parecer estaba tan sumida en mis pensamientos constantes en Niall que comenzaba a delirar viendo a los demás chicos de una manera similar a él.

Este chico no es rubio, tiene el cabello oscuro y peinado hacia arriba, pero sus ojos son azul claro, como el cielo y bastante hipnotizantes. Él sonríe cuando se da cuenta de que lo analizo sin preocuparme de que él se dé cuenta.

—Sí, vale, lo siento. —murmuro volviendo a colocar mi vista en el suelo. Ni siquiera sé por qué me estoy preocupando por disculparme cuando no he hecho nada más que golpearle un poco con una piedra.

—No te preocupes. —sonríe petulante y camina poco a poco hasta alcanzarme, comienza a adaptarse a mi paso. — ¿Te importa si te acompaño?

Ya lo estás haciendo, menciono en mi mente y mordiéndome la lengua para no decirlo en voz alta. Hoy solo deseo llegar a la biblioteca para perder el tiempo y no estar en casa, donde mis padres parecen estar recuperando el "tiempo perdido". Ew.

—Así que... señorita no te incumbe, ¿podría saber tu nombre esta ocasión? —él pregunta. Suena bastante relajado y casual. ¿Por qué yo no puedo sonar más que molesta y cansada siempre? Lo envidio de cierta manera.

Fears | niall horanWhere stories live. Discover now