e p í l o g o

3.1K 331 29
                                    

Dejo mi cuerpo caer poco a poco mientras continúo recargada contra la pared, cerca de una esquina, hasta que finalmente caigo sentada y puedo atraer mis piernas a mi torso mientras las abrazo con fuerza. Coloco mi barbilla sobre mis rodillas examinando la habitación en la que he pasado el tiempo durante los últimos tres días.

Hay una pequeña cama individual con edredones violeta, a cada lado una mesa de noche de color blanco. En una esquina hay pequeño tocador con las cosas básicas. También hay un closet al que no he querido acercarme. En sí, no me he acercado a ninguno de los objetos costosos que decoran la habitación, todo está tal cual estaba cuando fui prácticamente aventada a la habitación. Una de cientos de habitaciones que hay en este sitio.

¿Por qué este hombre cree que dándome cosas lujosas va a compensar el asco de vida que tendré de ahora en adelante?

Suspiro y recargo mi cabeza contra la pared, ahora mirando al blanco techo de la habitación. Una lágrima resbala por mi mejilla y la limpio rápidamente. Ahora que estoy segura de que él está a salvo –con algunos golpes de por medio– estoy tranquila. O mínimo, finjo estarlo.

Han pasado tres días desde que tomé esa decisión. Y hasta el momento estoy haciendo todo lo posible para no darle muchas vueltas al asunto y terminar con un dolor de cabeza horrendo, miles de arrepentimientos y más culpa.

Y el día de hoy Joe se aseguró de hacerme saber que estaba cumpliendo su trato, que mi sacrificio no había sido en vano.

Es despreciable, pero tiene palabra. Así que se tomó la molestia de llevarme en una camioneta detrás del auto en que Niall era llevado hasta la ciudad.

Vi todo, absolutamente cada detalle, mientras sollozaba silenciosamente prácticamente pegada a la ventanilla. Observé como Niall era bajado de ese viejo auto, estaba inconsciente y fue colocado en la extensión de los ya secos jardines de su gran casa. Como si fuera nada. Como si estuviera muerto. Pero yo supe que él estaba vivo, de lo contrario lo hubiera sabido.

Cierro los ojos ante las imágenes que aparecen en mi mente. Los frescos recuerdos atormentándome y oprimiendo mi pecho, picando esa fibra en mi interior que me ha provocado tanto llanto en el último año.

En el bolsillo de mi pantalón algo me molesta al continuar sentada en tal posición. Me pongo de pie y saco el objeto del bolsillo, frunciendo el ceño al ver un pequeño dije sin cadena enredado en un pequeñísimo papel. Es un dije sin forma especial; un simple ovalo dorado.

Lo tomo cuidadosamente entre mis dedos, analizando la curiosidad que jamás había visto en mi vida. No mide más de dos centímetros y juro que jamás en mi vida lo había tocado. ¿Cómo es que llegó al bolsillo trasero de mi pantalón?

No me importa la manera en que llegó ahí, siento que es un tipo de señal.

Una buena señal.

Busco en el suelo por el papelito que tiré después de desenvolverlo. Debe tener una pista, algo. Lo localizo cerca del borde de la cama y lo tomo justo cuando la puerta de la habitación es abierta.

Elevo la mirada, indiferente a la persona que puede estar en el umbral, analizándome. Las primeras veces siempre estuve atenta a las acciones de quien quiera que se atrevía a abrir la puerta. Pero siempre era alguien que venía a dejar comida o a vigilar que continuara en el mismo lugar.

Como si pudiera escapar. La habitación no posee ventana alguna y los ductos de ventilación no son del tamaño apto para reptar a través de ellos y encontrar una salida. No, ya inventé muchas posibilidades.

— ¿Qué demonios haces allí? —la voz de Will me reprende cuando vuelvo mi atención al suelo. Entra a grandes zancadas a la habitación, cerrando la puerta detrás de él, por supuesto.

Fears | niall horanWhere stories live. Discover now